• 26/08/2022 00:00

El agradecimiento

Los medios de comunicación nos mantienen muy ocupados, llenando nuestras mentes de problemas y enalteciendo ídolos de pies de barro, sin ningún fundamento social, ni valores morales.

Los medios de comunicación nos mantienen muy ocupados, llenando nuestras mentes de problemas y enalteciendo ídolos de pies de barro, sin ningún fundamento social, ni valores morales. Es una carga pesada. Esa carga la aceptamos voluntariamente. Es más, nos hemos acostumbrado tanto a la acritud de nuestra situación que no buscamos apartarnos de todo aquello que nos mantiene sobrecargados, estresados, presos de la vida.

En el pantano social en el que vivimos, llevar cargas pesadas es una mala idea. Nos hundimos en el barro de la cotidianidad, literalmente hasta quedar con parte de la cabeza fuera del fango para apenas malvivir. ¡Vaya manera!

¿Y si en vez de sufrir lo malo, aprendemos a buscar lo bueno? Es un proceso de adaptación. Así como nos han enseñado a aferrarnos a lo negativo al punto de necesitarlo, también podemos desaprender ese sistema suicida, y buscar lo positivo, que damos por sentado cada día.

¿Qué necesita una persona para vivir? Parece una pregunta simple, y lo es en el sentido más básico. Una persona necesita alimentarse. Una persona necesita descanso. Una persona necesita un núcleo familiar fuerte, en donde pueda apoyarse en sus iguales cada vez que necesite ayuda, o quizás solo donde pueda encontrar un oído atento.

¿Durmió en una cama, bajo un techo que le mantuvo seco? Además, ¿lo hizo cerca de sus familiares? Si la respuesta es positiva, hay mucho que agradecer allí.

El agradecimiento es tan importante para nuestro espíritu como el alimento y el agua lo son para nuestro cuerpo. Tenemos que comer y beber, pero también tenemos que agradecer que podemos hacerlo. Nuestro país, y el mundo, están llenos de sufrimiento y carencias, que no son otra cosa que los resultados de la queja. Si vivimos aferrados a lo malo, es lo malo lo que mora en nuestras mentes. Si lo piensas, lo vives. Es innegable el poder de la atracción en estos asuntos.

Puedo hablar con algo de experiencia sobre este tema. En los momentos más difíciles que he vivido hay un ingrediente que se repite: la queja. Cuanto más duro me pegaba la vida, más me quejaba, y peor me iba. Me dejé envolver en una vorágine de negatividad hasta que llegué muy cerca del fondo, o acaso lo toqué. Encima, tuve que vivirlo sólo, lejos de mis seres queridos por razones laborales. Fue muy difícil, pero fue aleccionador. Hoy agradezco cada situación y cada golpe, pues a ellos debo la persona que soy hoy. Soy mejor que ayer, Gloria a Dios. Y esa debe ser la meta de cada uno de nosotros.

Debemos alejarnos de la violenta competencia que nos han inculcado desde niños, en la que la supervivencia del más fuerte predomina. Para empezar, no siempre sobrevive el más fuerte. Casi siempre sobrevive, o surge, aquel que está dispuesto a engañar, aquel que no duda en torcer las cosas con tal de obtener el premio. Eso no lo hace más fuerte. Lo hace más vil, más egoísta, menos humano.

Y eso es lo que vemos en la sociedad actual. Por allá por el año 200 a.C. el comediógrafo latino Plauto acuñaba la frase “Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit”. “Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro”.

Dieciséis siglos después, el filósofo inglés Thomas Hobbes popularizó la frase “Homo homini lupus”, “El hombre es el lobo del hombre”. Siglos de por medio, la situación seguía siendo la misma. Nuestra condición humana nos aísla de nuestros iguales, y somos capaces de cometer los peores horrores contra nuestro prójimo, so pretexto de alcanzar nuestras metas. Quizás lo racional de nuestra parte animal nos aleja del ideal pensante que considerábamos era lo que nos hacía superiores a las demás especies, y nos convierte en otra cosa, menos noble. Los animales no se exterminan entre ellos. Tampoco se aprovechan de los más débiles del grupo. Los animales saben mantener un balance entre el tomar y devolver.

La “lógica salvaje” conduce a las especies a tratar de ser mejores individuos cada día. Al depredador, a ser un mejor cazador, pues de su éxito depende el futuro de su grupo. A la presa, a ser más hábil, más observadora para escapar de un posible ataque. Nuevamente, de su supervivencia depende la supervivencia de los suyos. La competencia no es contra los de su especie, sino contra ellos mismos. Ser mejores para sobrevivir.

Lejos de toda queja, cada animal aprovecha las oportunidades que tiene. Para nosotros, debe ser así: aprovechar y agradecer las oportunidades que se nos brindan, que están allí todos los días, y que dejamos pasar por estar demasiado ocupados, quejándonos de todo, y de todos.

Hay que abrirse al agradecimiento, y dejar de culpar a los demás por nuestra situación. Tenemos que madurar y crecer en responsabilidad para decir que estamos donde estamos porque nosotros hemos tomado las decisiones para estar aquí. Algunas acertadas, otras erradas, pero fuimos nosotros. No fueron los gobiernos. No fueron los políticos. Fuimos nosotros. Y si nos metimos en este lodazal, también podemos salir.

Podemos empezar las próximas elecciones, aprendiendo a votar pensando en el bien colectivo y a largo plazo, no en el populismo infeccioso, que es lo que nos ha traído hasta aquí.

Podemos también empezar antes, exigiendo una constituyente originaria, para enderezar las torcidas normas que hemos heredado de los bellacos que se cubren las espaldas con una Ley que no es justa.

Queremos justicia para vivir en sociedad. Eso se logra con una Constitución nueva, justa y solidaria, no con el manual militar/político/partidista que tenemos hoy. Le debemos agradecimiento a nuestra Patria, con mejores ciudadanos, y con mejores líderes.

Ya sabei, “ojo al Cristo…”

Dios nos guíe.

Ingeniero
Lo Nuevo