• 26/09/2017 02:01

Prohibido alquilar lo tuyo

¿O no será que las autoridades están siendo apremiadas por grupos sindicales arreados por grupos interesados?

No debemos equiparar el alquiler de cuartos o casas con el negocio hotelero, para luego terminar legislando el asunto y causando toda clase de distorsiones no intencionadas. El arrendamiento de cuartos y viviendas es, en buena medida, un negocio que permite a familias necesitadas un ingreso adicional. Y es un derecho inviolable, que deriva del derecho de propiedad, que permite a cada persona disponer de sus bienes y procurarse su sustento sin causar daño a terceros. Al mismo tiempo, esta modalidad de alquiler es aliciente para viajeros que buscan mayor versatilidad de alojamiento. Y si ello causa algunos problemas, ya sean fiscales o de otro tipo: ¿acaso ello no es típico de casi todas las actividades humanas? ¿Acaso debemos o podemos regularlo todo? ¿O no será que las autoridades están siendo apremiadas por grupos sindicales arreados por grupos interesados?

La nueva tendencia del alquiler de cuartos y viviendas tipo Airbnb tuvo su inicio como parte de la nueva economía compartida dirigida a alquileres de corto plazo; aunque la variante de sitios, como San Miguelito, es mucho más antigua o de otra naturaleza; en donde se juntan el hambre con las ganas de comer. Es el caso típico de la industria formal frente a la informal. Es la deleznable razón de que en un Panamá de rascacielos todavía el 40 % de la actividad económica sigue siendo informal; dado que la formalidad solo es para los ricos.

No dejan de existir abusos, tales como el alquiler para usos ilícitos o montar fiestas ruidosas y tal. Pero estas cosas deben ser tratadas en atención a otras normas ya vigentes; tal como los excesos de ruido e irrumpir la paz del vecindario. Pero ello no es razón para caer en el abuso de normativas.

Jamás debíamos crear leyes que no podrán ser puestas en pleno vigor. En el caso del alquilar de cuartos y viviendas o, simplemente, camas, vemos a las autoridades del ramo aplicando la norma de forma selectiva; lo cual es deleznable, pues la ley supone ser ciega y neutral. Pero, no se atreven a meterse en sitios como San Miguelito, en donde el alquiler de cuartos y casas es endémico. Y no se atreven porque por allí practican el canibalismo de funcionarios intrusos. Y, prueba de la naturaleza variada y de subsistencia la vemos en el reportaje de LEP, que reporta sobre: ‘elaboración de pan y otros alimentos... taller de motos, agencias de seguros y casa naturistas'.

¿Y qué hay de malo en que en Panamá surja una nueva modalidad de alquiler más flexible que ayude la economía de todos? Pero, vemos a autoridades mansas ante las presiones de grupos interesados; imponiendo normas restrictivas; ya sean fiscales o de zonificación. Pero ¿acaso estas normas benefician la actividad económica ciudadana? O ¿acaso resuelven los problemas que suponen celar? Y aunque los reguladores puedan tener buenas intenciones, no olvidemos que de estas está pavimentado el camino al infierno. Este no es un problema de Panamá, sino global.

Y en cuanto a la supuesta protección del consumidor, ¿será efectiva? ‘Te quiero tanto y protejo tanto que termino acabando contigo'; lo cual nos lleva de regreso al problema de la economía informal, que no es más que la realidad de los que menos tienen, que buscan el sustento, y que terminan enfrentados a la burrocracia estatal. Pero regular los alquileres como si fuesen hoteles, no tiene sentido. Quizás habría que enfrentar el problema real que es el Gobierno imponiéndoles impuestos y regulaciones a los hoteles. Si quitaran esas intromisiones, los hoteles quedarían equiparados en las mismas condiciones que este tipo de alojamientos y por lo tanto la competencia sería en los mismos términos y ahí podríamos verificar si es competencia real o el problema es otro, porque no cabe duda de que los alojamientos de este tipo no captan el mismo cliente que captan los hoteles.

El otro argumento y disputa es si se trata de una nueva tecnología que está creando un nuevo mercado; fenómeno que es negado por muchos hoteleros. Lo mismo ocurre con las autoridades, que se sienten cómodas con el statu quo; mas, el mundo a nuestro alrededor está cambiando en torbellinos, y negarlo o intentar quedarse en la obsolescencia no acabará nada bien.

El negocio de alquiler residencial es igual que el negocio de transporte compartido o ‘ridesharing'; el cual surge en respuesta a una demanda real y productiva. Y si de impuestos se trata, ¿no es más productivo reducirlos?

AVIADOR/EDUCADOR/EMPRESARIO.

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