• 16/10/2019 00:00

Reformas a la Constitución: una propuesta a la altura del momento histórico

“Estamos viviendo un momento histórico. Podemos con el concurso de todos, sobre todo de las diputadas y los diputados, darle una segunda oportunidad a la Patria, ahora que en el hemiciclo legislativo hay sangre nueva y una determinación generosa que revitalice la debilitada armonía social”

Como coordinador que honrosamente he sido de las tareas de la Comisión de Modernización del Estado, Justicia y Seguridad Pública de la Concertación Nacional para el Desarrollo, de donde salió la propuesta inicial de reformas constitucionales; pero, sobre todo, como un ciudadano de esta nuestra grandiosa Patria que nos vio nacer y que Dios mediante nos verá morir, deseo dirigirme en primer lugar a las diputadas y los diputados de nuestra Asamblea Nacional, que son los representantes elegidos por el pueblo para velar por sus derechos, organizar la vida en comunidad y asegurarle un espacio nacional de equidad y concordia. Las normas constitucionales que nos rigen actualmente NO garantizan esas metas, desde que nacimos como Nación.

El clamor por revisar nuestra Constitución se revitaliza en 1993; y digo se revitaliza, porque de esa fecha es el Pacto Ético Electoral, aunque nuestra Carta Magna no ha dejado de ser revisada. Todos conocemos el largo camino hacia la democracia plena que aún seguimos recorriendo, hacia la igualdad, el respeto de los derechos humanos, la equidad y la hasta ahora insuficiente lucha contra la corrupción; camino que Panamá ha tenido que sortear para, más o menos, tener un suelo nacional jurídicamente estable donde se desenvuelva la vida de sus ciudadanos, con dudosas oportunidades para todos. Sobre todo fue la lucha contra la corrupción, que va destruyendo la fibra moral de la sociedad panameña, y fue importancia de entender su terrible impacto en la pobreza y débil institucionalidad, una motivación primordial hace más de un año para iniciar este proceso de reformas constitucionales, que son urgentes.

Quisiera representar aquí la voz de los panameños, sin distingos ideológicos, de credos religiosos, preferencias político-partidistas o clase social. La Concertación Nacional para el Desarrollo, inspirada en la vocación de diálogo que tenemos en este país, fue concebida, impulsada y creada en 2006, hace ya 13 años, en vísperas del referéndum sobre el proyecto de expansión del Canal de Panamá, para recoger y ordenar los sentimientos y expresiones de todos los panameños que, tras sufrir en sus cotidianidades el desamparo de una buena regulación de la vida en comunidad, se levantan ahora con determinación para exigirnos una Constitución capaz de permitirnos una nueva y definitiva alborada que nos conduzca con certezas políticas y sociales hacia el sitial de país desarrollado. Panamá no solamente lo merece; ha estado listo desde 1990, por su heroica recuperación, su desenvolvimiento sociopolítico y la fortaleza de sus gentes y algunas instituciones que han creado torreones inexpugnables contra las ambiciones de algunos —afortunadamente pocos— malos panameños.

Estamos viviendo un momento histórico. Podemos con el concurso de todos, sobre todo de las diputadas y los diputados, darle una segunda oportunidad a la Patria, ahora que en el hemiciclo legislativo hay sangre nueva y una determinación generosa que revitalice la debilitada armonía social. Si no es ahora, no duden que habremos abierto los cortinajes de un escenario similar al de varios países vecinos y sociedades que ya sufren colapsos sociopolíticos desgarradores. Aún es posible cambiar, por evolución.

Como corolario de unas propuestas provenientes de reconocidos juristas que en sus trabajos tomaron en cuenta todo lo que había sobre la mesa en materia de propuestas de reforma parcial o integral de la Constitución, incluso los trabajos de aquella Comisión de Notables en 2011; de un riquísimo proceso de construcción de consensos entre representantes de los distintos sectores de la vida nacional, y de unas muy participativas y provechosas jornadas de divulgación y consulta en todas las provincias y comarcas, lideradas por el diputado Leandro Ávila y demás miembros de la Comisión de Gobierno, las diputadas y los diputados tienen en sus manos ahora la responsabilidad de estudiar la propuesta de cambios a nuestra Constitución, una propuesta que se ha venido complementando y enriquecido a lo largo de las consultas a nivel nacional; tienen la responsabilidad de no traicionar el futuro por apatías, personalismos, taras sociopolíticas, traiciones a la Patria; de asumir la responsabilidad histórica, o hacerse ustedes mismos el patíbulo y el lazo de la horca, sabiendo que el incumplimiento de hoy condena para siempre a los conciudadanos que los eligieron para defender sus derechos, y eliminar de una vez por todas los obstáculos que han obstruido el camino hacia el desarrollo nacional.

Deseo repetir como un eco vigoroso las voces de las esquinas de nuestros barrios, el clamor de los caminos polvorientos, las urgencias angustiosas de nuestros ríos y mares... las vergüenzas de nuestra interoceanidad desaprovechada, los cantos de los miles de niños que miran que nuestro pabellón no cubre la Patria istmeña, según lo describió nuestro poeta Miró.

Hoy, no valen excusas como las que esgrimen algunos detractores, que con actitud no constructiva y menos propositiva, y lamentablemente recurriendo a la ofensa y descalificación, reclaman que las propuestas son insuficientes, deficientes; que no ha habido participación en la convocatoria; que la Concertación —que, aunque perfectible como todo, representa hoy día el máximo y más idóneo espacio de diálogo y búsqueda de consenso, institucionalizado por Ley—, es sectaria o carece de legitimidad. Aquí y ahora reitero y afirmo que ni una sola palabra de las propuestas de reformas constitucionales está ni ha estado escrita en piedra ni su contenido es limitado; entiéndase bien, ni una sola palabra. Esto quiere decir que, si hay voluntad y compromiso, empezamos de cero; no se le diga al pueblo que no se puede avanzar porque lo hecho no es bueno, díganle que lo vamos a hacer cueste lo que cueste, que esta vez estaremos todos a la altura del momento histórico, y haremos los correctivos que los panameños hemos esperado durante 115 años; sobre todo, en lo que tiene que ver con la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de la institucionalidad.

Ese pueblo no está muy seguro de que esta vez sea verdad que tenemos un Gobierno aliado a sus esperanzas... eso lo vamos a saber cuando las diputadas y los diputados terminen de deliberar sobre esta solicitud, que es ya un grito nacional, el clamor de cientos de miles de voces yuxtapuestas sin distingos de clases, porque entendimos que lo colectivo tiene que sobreponerse a lo individual. Cuando los honorables diputadas y diputados, luego de los tres debates en la actual legislatura, y otros tres el año entrante, ofrezcan a la ciudadanía la oportunidad democrática de aprobar vía referéndum aquellas propuestas que vayan en los mejores intereses de las grandes mayorías y del país.

Agradezco por adelantado la presencia auténtica de los honorables diputados, dedicada a estudiar el asunto, entendiendo que dentro del hemiciclo legislativo se puede reivindicar tantas décadas de desgaste nacional, abuso de poder, oprobios y derroche, devolviéndole al pueblo una herramienta eficaz para que los panameños reflejemos el fulgor de las estrellas de nuestro pabellón.

Y a la ciudadanía, la exhorto a que siga conociendo y enriqueciendo las propuestas de cambio a nuestra Ley Fundamental; y, defiéndanlas para tener la oportunidad de poder hacerlas realidad mediante el voto afirmativo, vía el referéndum que será convocado durante la segunda mitad del año entrante.

Presidente de la Comisión de Modernización del Estado, Justicia y Seguridad Pública de la Concertación Nacional para el Desarrollo.
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