• 20/05/2013 02:00

La negación... y el amor por la raza

Desde que asaltaron estas tierras los llamados conquistadores, piratas y demás embusteros, maleantes y facinerosos, en busca de riquezas...

Desde que asaltaron estas tierras los llamados conquistadores, piratas y demás embusteros, maleantes y facinerosos, en busca de riquezas y dominio, acompañados por representantes de la iglesia, otros forajidos, delincuentes y esclavos africanos como tripulantes en sus navíos, el tejido social de este país inició ese largo recorrido en el tiempo, que nos ha determinado como una sociedad multiétnica y multicultural. La llegada de antillanos durante la segunda mitad del siglo XIX para la construcción del Ferrocarril de Panamá y posteriormente a inicios del siglo XX para la construcción del Canal de Panamá, siguió fortaleciendo decididamente la presencia negra en el Istmo, no solo desde el punto de vista biológico, sino también con su cultura en términos generales. El aporte literario y en particular la poesía han sido, quizás, de las representaciones de la cultura negra en el Istmo menos conocidos.

‘Rapsodia Antillana, editado por Luis Wong Vega, Winston Churchill James y Raúl Houlstan, es el título de un libro recientemente publicado y que será presentado este próximo miércoles 22 de mayo, a las 6:00 de la tarde, en el Salón de Profesores de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá. Se trata de la primera antología de poesía afroantillana que recoge una muestra, jamás realizada en nuestro país, de las expresiones artísticas de 28 poetas afroantillanos de Panamá y de otros 12 vates de la diáspora panameña que viven en otras partes del mundo, particularmente en Estados Unidos. Es bellamente preparada con una admirable presentación y publicado por la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Panamá.

Pero antes de seguir, la negación, como en muchas áreas del comportamiento humano, es una conducta insensata y en muchos casos triste, que pone en evidencia la debilidad y disminuye una aparente fortaleza que cree tener el individuo. ‘Compro zapatos tamaño ocho, pero en realidad calzo 10’. ‘Mi talla es 14, pero compro vestidos tamaño 12’. ‘No veo bien, pero no necesito anteojos’. ‘No soy alcohólico, pero necesito un trago para dormirme’. Negar la realidad que todos vemos es una condición que retrata nuestra pequeñez.

Dice el Dr. Luis Wong Vega en su introducción al libro: ‘Parte importante de este proceso fue definir sus límites. Decidimos obviar a los poetas afrocoloniales para evitar la polémica sobre identidad racial y cultural. Los poetas de origen étnico afroantillanos se asumen como negros, sin problemas existenciales. El afroantillano panameño sabe lo que es y no se siente mal al asumirlo en todos sus actos vitales, incluyendo a la literatura. (...) No creemos que esa sea la situación entre algunos descendientes de afrocoloniales, en donde existe negación y es frecuente el debate sobre si tal o cual persona se considera negra o no. El mestizaje ha producido toda una gama de tonalidades raciales: mayormente zambos (...), pero también muchos mulatos, jabaos, carabalíes, ‘coolies’, ‘trigueños’, etc., quienes unificados bajo el concepto general de ‘cultura panameña’ ignoran o niegan su herencia, situación en la cual muchos se sienten panameños ‘latinos’ y no negros, no obstante poseen mayoritariamente un fuerte y obvio componente genético negroide’.

Escribí en el 2010, a razón de los Censos Nacionales de Población que se realizaron ese año y en la cual se hizo un intento por censar a la población afrodescendiente, que: ‘En mis cincuenta años he tenido que soportar la ridícula bobada de personas —algunas muy allegadas— que han evitado a toda costa ser catalogados como negros o afrodescendientes. ‘¿Negro Yo? ¡Dios me libre!’, ‘Mi familia es morena’, aclaran con una seriedad tan determinante y definitiva. (...) Para ellos es de suma importancia una clasificación supuestamente superior en la escala étnico-cultural panameña. Otros, con el afán de distanciamiento racial y cultural han trabajado arduamente por ocultar todo indicativo ancestral: se convencieron de que el pasado no existió y que su historia genética les permite acomodar a su antojo la realidad: ¡Negro, No!: ‘¡Chombo Blanco!’.

Dado esta negación incoherente y, acordado los límites por los autores, ‘Rapsodia Antillana’ es un valioso muestrario de la creación poética negra (antillana) del Istmo y de nuestra cultura compartida; muy necesaria para el estudio de la historia de la Nación, que marca sus diferentes épocas y la influencia de eventos históricos en la vida de estos personajes y desde su óptica poético-social muy personal y particular.

La tristeza y la alegría, lo social, lo existencial, lo romántico, inquisitivo, determinante y esperanzador se entrelazan una y otra vez entre las líneas de estos poetas. Poemas en inglés como el ‘Diggers Sonnet’ de John W. Evans, ‘907 Union’ de Earl V. Newland, ‘Love Letters’ y ‘Baptism’ de Wilfred Methusiel Berry (mejor conocido como Lord Cobra), ‘New Skin’ de Juliet Christie Murray; conjuntamente con otros poemas en español: ‘Genesis’ o ‘Deseo’ de Melanie Taylor, ‘Discriminación’ de Zico Garibaldi-Roberts (mejor conocido como Kafú Banton) y ‘Mi padre era constructor’ de Delia Asassa McDonald, son algunos de los poemas que representan huellas dejadas en el tiempo, como otro eslabón cultural en la constitución de la cultural nacional y sus arcas literarias.

Felicito a los poetas Wong Vega, Churchil James y Raúl Houlstan por este trabajo necesario, fundamental y muy bien presentado. Es, como señala Wong Vega, ‘un texto rico, polémico y sin precedentes en el Panamá contemporáneo, que siente las bases para el estudio exegético de esta poética tan especial; así como para su enriquecimiento posterior’.

COMUNICADOR SOCIAL.

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