• 24/01/2023 00:00

Andrés Manuel, Biden y Trudeau

“Lo malo es que nada en la cumbre nos dejó ver qué hubo detrás de esas negociaciones; a qué punto llegaron, a pesar de las sonrisas y abrazos que nos entregaron”

La Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) se desarrolló con objetivos muy claros y específicos. El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en su visita a México, vino a tratar de reforzar lo que él considera que es su fortaleza como líder: el establecimiento de relaciones diplomáticas con otros mandatarios, con la idea de que esa cordialidad pueda traducirse en cambios sustantivos en su agenda política con miras a las elecciones del 2024.

Estuvo dispuesto a venir, pronunciarse de manera respetuosa, tomarse la foto, pensando en calmar las aguas para poder ceder en los temas contenciosos en la agenda bilateral: como tal es el caso del asunto energético que sigue sin resolverse. El hecho de es que hay una disputa muy seria en torno a esta reforma y que ha habido una queja formal tanto de Canadá como de Estados Unidos por esta política del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

En tanto, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, sabe que hay conflictos serios con respectos a empresas canadienses y también trato de enfatizar ese lado amigable y cordial. Algo que quedó evidente en este encuentro, es que se necesita fortalecer de manera sustancial América del Norte.

Fortalecer el tratado, aprovechar la ventana de oportunidades que se abre con los problemas que enfrentan China y Rusia, devolver a América del Norte una potencia manufacturera próspera, competitiva e innovadora forma parte de ese coctel que se desea lograr.

El desarrollo de esta cumbre fue propicio para pavimentar esos contenidos de esos referentes que no se han concretado, de índole comercial, migratorio, aduanero, ambiental y en materia de seguridad. Específicamente acerca del combate al tráfico de fentanilo, una estrategia que se vuelve crisis de salud en los Estados Unidos.

En el fondo, hay una visión tan contradictoria entre la que tiene Biden y Trudeau en comparación con López Obrador. Lamentablemente, la cumbre será recordada por pifias de protocolo y no se llegó a acuerdos sustantivos que “desatoren” esa falta de colaboración e integración. Se pudo pensar que Estados Unidos necesita a México como ese policía y muro que le contenga la ola migratoria.

Otro punto muy importante es la variante comercial del CLAN; como parte de esto los tres países acordaron crear un comité de expertos para la planificación y el beneficio de la autosuficiencia de componentes tecnológicos en toda la región de América del Norte. Es inevitable ese consenso por la situación geopolítica, y eso implica una mayor integración en mercados donde hay conflictos claros y evidentes, por ejemplo, en el sector energético.

La visita de Biden y Trudeau reafirmó que la relación política y comercial con los vecinos del norte es sólida y, sobre todo, que hoy México participa de esa relación con más dignidad e igualdad. Esta idea surge a pesar de la inasistencia del presidente mexicano a la IX Cumbre de las Américas en Los Ángeles, en junio del año pasado.

Esto representa una gran oportunidad para México, es el comienzo de un lenguaje nuevo para la América del futuro. Lo malo es que nada en la cumbre nos dejó ver qué hubo detrás de esas negociaciones; a qué punto llegaron, a pesar de las sonrisas y abrazos que nos entregaron.

Así también, tiene la interlocución para fijar el enfoque humanitario en la discusión del tema migratorio, lo mismo que para pedir a Biden que abogue ante el Congreso de su país por la regularización de 11 millones de migrantes.

Los resultados hablan por sí solos, los tres Gobiernos asumieron compromisos que tienen que irse forjando a corto y mediano plazo. En resumidas cuentas, veo el conjunto como una cumbre que diplomáticamente tuvo un perfil funcional. Las sonrisas son un triunfo, pero en el fondo y contenido de la agenda y en lo que viene hacia adelante es un encuentro mixto donde hubo avance, continuidades y algunos retrocesos.

Educador y promotor social.
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