• 22/04/2024 00:00

Antes de ejercer el voto

Si en realidad algún candidato tiene serias intenciones de cambiar el rumbo del país, deben estar dispuestos a asumir el reto de los cambios estructurales con un enfoque hacia los próximos 25 a 30 años

Para que una o varias ideas queden en el consciente de las personas hay que repetir y repetirlas cuantas veces sea necesario, mucho más cuando se trata de salvar la vida y el futuro, muy por encima de las intenciones de Joseph Goebbels sobre la “mentira repetida”. Un padre le dice a su hijo que se va de paseo al campo: “Hijo si no sabes nadar, no te tires en el río”, y se lo repite una y otra vez, desde que sabe que se va de paseo hasta que regresa a la casa. Las reiteradas indicaciones de precaución y los señalamientos sobre los peligros inherentes, tienen enormes posibilidades de causar una conducta de cuidado y protección.

Hace un año, es decir, el 1 de mayo de 2023, publiqué la columna titulada: “Elecciones y futuro” en donde resumía mi posición sobre la campaña electorera que apenas comenzaba y que culmina este próximo domingo 5 de mayo de 2024. En ese artículo señalé que para las elecciones del 2014 y el 2019 “... había dejado claro que ninguna de las propuestas electoreras podía resolver los problemas más profundos de la sociedad panameña. Problemas que no tienen que ver con proponer millonarias y magnificas obras de concreto, sino con nuestra condición humana. La realidad ha dado evidencias y expuesto claramente la conducta perversa y malsana de los que han ostentado el poder político en mancuerna con el poder económico”.

El asunto de las becas y auxilios económicos, su manejo y ese halo de desconfianza que envuelve la actitud de la Contraloría ante las denuncias públicas, no deja más que dar la razón sobre los periodos mencionados (2014-2019) y la conducta de los funcionarios y sus allegados en todos los círculos sociales y políticos.

Este y otros temas de corrupción han sido señalados por los aparatos de investigación de los medios locales a lo largo de los años. Yo solo he agregado que: “es algo vergonzoso entender que no se ha avanzado en la causa humana, sino en la mezquindad individual. No hemos avanzado en el objetivo primario de fortalecer los espacios para la formación de una sociedad que primero tenga en mente el propósito de extender la existencia humana hacia el infinito; un propósito que debería ser a beneficio de todos”. En vez, una de las conductas que se ha ampliado “... es la capacidad de los impostores, deshonestos y farsantes de alejar a los que honradamente tienen la intención de dar el mejor esfuerzo por el bien de la sociedad y con el escenario ocupado por ellos, han desarrollado un comportamiento malsano de sentirse superiores al resto de los sectores de la comunidad (...). Han perdido la vergüenza, hacen mancuerna y se aplauden entre ellos con una presumida moralidad y honradez”.

En la columna titulada “Pensando más allá” pregunté ¿Qué hacer? Y cité al escritor italiano Nuccio Ordine cuando alguna vez señaló que: “En una sociedad corrompida por la dictadura del beneficio, el conocimiento es la única forma de resistencia. Porque con el dinero se puede comprar cualquier cosa: parlamentarios, políticos, jueces, el éxito, la vida erótica. Solo hay una cosa que no se compra con dinero: el conocimiento”.

Señalado varias veces , será difícil, pero no imposible dar inicio a lo que será una labor para recobrar y perfeccionar el respeto por la institucionalidad. Una institucionalidad que venía dando tumbos y sucumbió totalmente en estas últimas tres administraciones a las ansias personales de poder y enriquecimiento.

Si en realidad algún candidato tiene serias intenciones de cambiar el rumbo del país, deben estar dispuestos a asumir el reto de los cambios estructurales con un enfoque hacia los próximos 25 a 30 años. Un estadista busca consenso y debe entender que es por la educación por donde hay que comenzar. Pero no solo la educación ante los retos tecnológicos y de competitividad económica. La educación para formar mejores seres humanos y mejores comunidades. Educación para los que le dan espacios de poder a esos que se burlan de nosotros. Una educación que forme mejores políticos, que respeten a los electores y ciudadanos y que los representen con una moral diáfana y humanística. Solo por allí se darán los cambios a mediano y largo plazo que este país y esta sociedad merece.

Si de manera reiterada he señalado que “esta sociedad no tiene remedio” de la misma manera he sugerido que nos tomará de dos o tres generaciones para volver a sentir orgullo por la misma. Antes de emitir el voto solo queda una salida: pensar bien el voto. Combatir la corrupción con justicia, educación y conocimiento es la única salida para dejarle a nuestras futuras generaciones la posibilidad de crecer y desarrollarse en una sociedad más justa y honrada.

El autor es comunicador
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