• 15/10/2021 00:00

Aritmética electoral

“[…] nuestros geniales manipuladores de la política electoral le han pasado una plancha caliente a Pitágoras, Ptolomeo, Arquímedes y a centenares de sabios de la antigüedad y de épocas más recientes […]”

En mi niñez tuve la fortuna de cursar mis estudios primarios en la Escuela Simeón Conte, de la entonces muy modesta ciudad de Penonomé, ahora convertida en una urbe febril y casi intransitable, con intenso comercio y actividades sociales y económicas de toda clase, muy distintas de las muy modestas que en aquellos tiempos ocupaban a sus habitantes.

Aprendí entonces algunas reglas y leyes de la aritmética, especialmente las relacionadas con sumas, restas, división y multiplicación.

Entre las cosas que me enseñaron los gentiles educadores y las igualmente gentiles educadoras de mi patria chica, que alimentaron, o intentaron alimentar, mis conocimientos básicos, es que, en aritmética, la palabra “residuo” significa: “resto o resultado de la operación de restar”.

Sin embargo, desde hace algunas décadas, la aritmética electoral de nuestro querido terruño y sus manipuladores de otrora y de ahora, ha enterrado de un martillazo ese concepto secular y el residuo ya no es lo que queda de una resta, sino que es parte integral de una suma que incluye todos los votos emitidos dentro de la papeleta de un partido aliado, más los votos de la papeleta del partido minoritario, fórmula completamente opuesta al concepto de residuo, pues viene a ser electoralmente el resultado de sumar íntegramente los sumandos del cociente como parte del cálculo residual o cosa parecida.

Así, nuestros geniales manipuladores de la política electoral le han pasado una plancha caliente a Pitágoras, Ptolomeo, Arquímedes y a centenares de sabios de la antigüedad y de épocas más recientes, entre ellos los señores Newton, Einstein, Hawkins y otros, que hacían restas de las que extraían modestos residuos.

Estos geniales descubrimientos en la aritmética política (o politiquera) istmeña han dado lugar a que, en materia de elección de diputados a la Asamblea, el total de los sumandos que intervienen para establecer el cociente y medio cociente electoral quedan transmutados en parte integral del residuo y se suman integra o casi íntegramente para la elección residual de los diputados, desechando o desnaturalizando por completo el concepto aritmético y constitucional sobre la materia.

Esta manipulación es lo que ha permitido que resulten, si no electos, sí reconocidos y acreditados como tales diputados (o disputados) a la Asamblea Nacional que claramente han sido el resultado de la bochornosa manipulación que por décadas se ha venido haciendo con el tema del residuo, creando representaciones legislativas que no representan a nadie.

Ello es así porque nuestro sistema electoral, que fue concebido en su orígenes para garantizar dentro de nuestro Órgano Legislativo la representación proporcional de las fuerzas electorales, inicialmente identificadas con los partidos políticos, ahora incluyendo candidatos independientes y de lo que se venía concibiendo como participación de las minorías, ha quedado convertido, paradójicamente, en un mecanismo para el predomino absoluto de las cuasi mayorías, lo cual ha venido a funcionar por la manipulación de la regla de selección basada en lo que se identifica constitucionalmente como el residuo electoral.

Todo ello constituye un flagrante desconocimiento del significado del concepto de RESIDUO, pues este, llevado responsablemente al conteo electoral para diputados en circuitos plurinominales, solo puede dar como resultado lógico y jurídico que los votos recogidos en las papeletas de un partido, una vez aplicados a la escogencia o elección con base en el cociente electoral pleno o del medio cociente, no pueden entrar integralmente en la elección por residuo electoral, pues esos votos quedaron aplicados y consumidos al activarse los mecanismos de cociente o medio cociente.

Cualquier interpretación o aplicación distinta implica un claro agravio al término aritmético que enmarca la elección residual y con ello se distorsiona el resultado electoral y se burla la concepción filosófico - política de la representación de las minorías.

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