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- 01/04/2021 00:00
Bajando estándares
En pleno siglo XXI, el mundo apunta a la excelencia. En la antigua Grecia ya la reconocían como un valor digno de alabanza. Se premiaba a los mejores atletas. Se consideraba maestros a los grandes pensadores, y todo aquel que destacara en temas culturales recibía su mérito. Se promovía la disciplina y el mejoramiento personal en cada área.
Eran competitivos, pues los ciudadanos que se consideraban “de élite” en cualquier campo querían superar las marcas y logros impuestos por sus maestros o entrenadores. La superación como meta. Pero la superación a través del esfuerzo, pues la deshonestidad era motivo de escarnio.
También había ciudadanos menos capaces, pero eran épocas en las que solo se atrevían a hablar aquellos que tenían algo importante que aportar a la sociedad, pues el desconocimiento y la ignorancia eran causales de vergüenza. El conocimiento como luz que guiara a todos los ciudadanos hacia mejores días.
Es dolorosamente notable cómo han cambiado los tiempos. Hoy, lejos de promover las mejoras continuas, los Gobiernos han venido bajando los estándares de todo lo que alguna vez fue motivo de orgullo, y beneficio para nuestro país.
El resultado de la campaña de empobrecimiento intelectual colectivo es evidente. A través de décadas de igualar el conocimiento de unos pocos con la ignorancia de muchos, los políticos han logrado establecerse en la cima de la pirámide social, en un país en el que los ignorantes hacen leyes y regulan lo que el Pueblo debe olvidar.
Han logrado gobernar el país desde el hemiciclo, en donde un montón de impresentables sin conocimiento pretende marcar las pautas de lo que es aceptable y necesario para ejercer profesiones técnicas, de las que no conocen absolutamente nada.
“Yo no estudié, pero como miembro electo del hemiciclo decidiré las normas que tienen que cumplir aquellos que estudien…”.
Esto es trágico. Y los que pagaremos el precio de semejante disparate seremos todos los ciudadanos.
Urge la unidad de las fuerzas sociales para evitar que los antisociales sigan gobernando, en favor de sus colegas. ¿O acaso nadie ha notado que acá no meten preso a ningún verdugo del país? A todos los premian, los defienden y les confieren prerrogativas que ellos jamás confirieron al país que confió sus rumbos en sus manos.
Que esta es la raíz del problema: un pueblo ignorante favorecerá siempre a los demagogos por encima de los honestos, pues los primeros les dan mentiras digeribles, mientras que los segundos pregonan verdades incomprensibles para una mayoría inculta.
Y por esa razón el pueblo sigue eligiendo a sus verdugos cada cinco años, en un carrusel caótico que pronto va a tirarnos a un hueco oscuro, del que no podremos salir.
Hay muchos ejemplos de países que son Estados fallidos por permitir que el cáncer político consuma todos sus órganos, mientras el ciudadano común piensa en bonos, y parrandas. Estamos mucho más cerca de un colapso económico de lo que queremos aceptar, cortesía de poner incapaces antisociales a girar el timón del país.
Una nueva Constitución con muerte civil para todo aquel que haya participado en el latrocinio al erario, en el vilipendio a la Nación. Una Carta Magna que exija criterios elevados de educación, así como un récord ciudadano impecable a aquel que aspire a representarnos. No solo queremos diplomas certificados; también queremos récords policivos, que ya está bueno de ensalzar a los delincuentes hasta que se vuelvan intocables, ¡carajo!
No podemos esperar Justicia, cuando los antisociales son los que controlan las instancias que la deben administrar.
Acá en vez de Cortes de Ley, tenemos Cortes de Créditos Financieros, pues el justo no va a ganar jamás contra un corrupto con medios. Hace falta una limpieza total en la cloaca en que han convertido el Sistema Judicial.
Vivimos en la época de la sinrazón. Son momentos en los que alguien que no sabe leer ni escribir tiene toda la autoridad de corregir los escritos de un premio nobel. La falacia de la igualdad sigue confundiéndonos.
Nuestros políticos han demostrado, en repetidas ocasiones, que para ellos la educación no es importante. Incluso alguno ya dijo en este período que “la educación no le aporta nada al fisco”, haciendo gala de una capacidad de análisis nula. Esa gente, amigo lector, es la que decide cómo se va a salvar la Caja del Seguro Social. ¿Cree Usted que tendrá la capacidad de hacerlo?
Ya que hablamos de nobeles, aquí les dejo lo que dijo uno de ellos.
“Los políticos y los pañales se han de cambiar a menudo… y por los mismos motivos”, George Bernard Shaw.
Dios nos guíe.