• 29/12/2009 01:00

Alianza por el Cambio

Finalizando el año, Ricardo Martinelli está logrando lo que parecía imposible: unir a la oposición. Su discurso de cambio y transformaci...

Finalizando el año, Ricardo Martinelli está logrando lo que parecía imposible: unir a la oposición. Su discurso de cambio y transformación ha calado de tal forma que, por primera vez desde el ‘94, tendremos un presidente elegido con más del 50% de los votos. Este fenómeno político emerge en un país donde históricamente ganan elecciones los partidos políticos con grandes organizaciones y candidatos por todas partes y en donde más que votarse por personas parecía que se hacía por muertos como Arnulfo Arias y Omar Torrijos.

Martinelli se puede sentir orgulloso de lo que ha logrado producto de su persistencia y dinamismo y que comenzó en la campaña pasada, donde tanto le costó lograr afianzarse como una figura nacional, continuando en su caminar por todas partes en estos años de paz política, mientras los demás dormían en sus laureles. Ese triunfo a su esfuerzo, sin embargo, pone sobre sus hombros una responsabilidad y un compromiso que ningún mandatario ha tenido después de la invasión: forjar un gobierno de unidad nacional, diferente a los gobiernos sectarios que han prevalecido, producto de los acuerdos partidarios e intereses personales de quienes resultan electos.

Una gestión donde lleguen a gobernar los mejores, indistintamente de si pertenecen o no a un partido político, o si son sus amigos o no. Una gestión en donde el primer mandatario, como no ha ocurrido hasta ahora, desde el primer día siente la tónica del ejemplo, para que el resto de su administración actúe con honradez y probidad. Sólo así se podrá exigir al resto del engranaje público que cumpla honradamente y con responsabilidad las labores a ellos encomendadas. Donde desde el primer día refleje dotes de humildad y sabiduría.

La crisis mundial que enfrentará Martinelli, ya como presidente, lo obligará a aprovechar las mejores inteligencias del país para que no sólo crezca económicamente, sino que vaya de la mano de su mejoramiento social, proveyendo a la población de más seguridad, mejor transporte y una educación y un sistema de salud más compresivo y moderno, para facilitar que más panameños salgan del atraso cultural, económico y social en que se encuentran. Esta labor no será fácil; requerirá del esfuerzo de la mayor cantidad de panameños, inclusive de quienes resulten los perdedores en la próxima contienda electoral, donde entre filas militan valiosos panameños.

Los retos que tendrá que enfrentar el próximo gobierno serán lo suficientemente complejos para que partido o grupo alguno trate de promover la anarquía en el país.

Todos tendremos que aportar nuestro granito de arena, porque al final de cuentas, aún electo con un gran mandato, Ricardo Martinelli, de la noche a la mañana no podrá convertirse en Supermán.

-El autor es escritor, abogado y catedrático. gcochez@cableonda.net

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