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- 03/06/2020 00:00
¡Si el campo no siembra, la ciudad no come!
Esta frase lapidaria le dijo una estudiante del Instituto Nacional de Agricultura al presidente Laurentino Cortizo Cohen cuando él visitó la institución en 201. Saúl Méndez, Secretario General del SUNTRACS, recordó por televisión en el mayo pandémico del 2020, que en los años cincuenta el sector agrícola aportaba el 40% del Producto Interno Bruto del país mientras que actualmente difícilmente llega al 2%.
La crisis pandémica generó la denominada nueva normalidad. Es de suponer entonces que hubo una vieja anterior a la anormalidad pandémica. ¿Cuál era la realidad de la vieja normalidad? No creo que será la misma…será peor. Pedro Rivera describe la vieja puntualmente como “cuatro países en uno”: 1. País transitista. (Zona de tránsito, Canal de Panamá, Centro Bancario Internacional, Zona Libre de Colón, Comercio y Servicios) 2. País de la periferia agropecuaria-industrial. (Ingenios, actividad agrícola, ganadera, porcina, caballar, avícola, apícola, etc.). 3. País de los marginados. (Barriadas de emergencia, casas brujas, indigentes, favelas.) 4. País de los excluidos. (Áreas comarcales de todas las etnias). ¿La nueva normalidad cambiará esa realidad? Si no lo hace todo será un fiasco mucho peor.
Panamá está hipertrofiada por el país transitista analizado, escudriñado y desmenuzado por más de un economista y otros profesionales. Gobierno y empresarios coinciden que será imposible volver al nivel de empleos de la vieja normalidad y crear nuevos ahora. El país transitista se encogerá y suficiente hará con mantenerse a flote. ¿Dónde hallarán trabajo miles de desempleados?
A manera de ejemplo. En 1950 San Miguelito tenía cerca de 1,000 pobladores. A finales de 1969 la población se disparó a 68,000. Según el Censo de 2000 eran 293,745. Hoy superan los 300,000. En junio de 1965 ya existían 13 barriadas de emergencia de la ciudad de Panamá. El Plan Metropolitano de 1997 tuvo el objetivo de la desaparición gradual de asentamientos espontáneos para este año 2020. Pero el éxodo de provincianos, sobre todo de las provincias centrales en busca de mejores días en la capital y ciudades del interior ha continuado.
¿Qué hacer? Los hechos son implacables. Hacer frente a la crisis económica con su virus del desempleo es la tarea inmediata post pandemia. Superar el sistema mundo del capitalismo neoliberal la tarea siguiente. Así que en los terribles momentos que vivimos el campo nos podría salvar. Hay gente para hacerlo.
La coyuntura social demanda que el Gobierno se lance a fondo a revivir el campo como fuente de trabajo para miles de panameños, con un gran proyecto de reactivación de la producción agropecuaria organizada y coordinada por el Ministerio de Desarrollo Agropecuario. Hacer lo que una vez me dijo Chuchú Martínez que quiso el general Omar Torrijos para la provincia de Colón: “Cinturones de desarrollo agropecuario fuera de la ciudad de Colón para generar empleo.” La muerte se lo llevó.
El Gobierno Nacional puede ofrecer trabajar el campo a jóvenes agrónomos y veterinarios emprendedores junto a miles de panameños y panameñas dándoles tierras para hacerlo, financiamiento, apoyo técnico e infraestructura de salud y educación que los convierta en panameños productivos. La nueva normalidad debe consistir en el combate a la pobreza; su meta poner fin al país de los marginados y de los excluidos. Entonces tendrá sentido. Sea.