• 27/02/2016 01:00

La comunicación pública y la crisis del medio

Es importante señalar la disputa de intereses que se generan entre la figura política, como ancla de la gestión 

Para explicar la importancia de la comunicación pública, es importante señalar la disputa de intereses que se generan entre la figura política, como ancla de la gestión, y el uso de las herramientas informativas como instrumento organizativo al servicio de la comunidad y no para disfrute personal de la autoridad o jefe.

Con este argumento, el comunicador público establece sus procedimientos para informar al ciudadano sobre lo que realmente está haciendo la institución para con sus ciudadanos. Del mismo modo compartir su material divulgativo con los medios comerciales, quienes al final tienen su propia línea editorial que es elogiar o criticar la labor que realiza la figura política y poco la institución.

Ante ese panorama, la comunicación pública trabaja con la sinergia producida entre quienes requieren enviar mensajes y el público objetivo que los recibe, entendiendo que el escenario actual nos enfrenta a una actividad dinámica, donde cada vez es más necesaria la bidireccionalidad —propia del proceso comunicativo tecnológico—, y en que los agentes que participan son activos y reactivos. Caso específico de las redes sociales, en las que el ciudadano tiene un acceso directo para interactuar con la comunicación pública de la institución.

La comunicación pública es una de las funciones incorporadas y cuyo impacto ha calado con fuerza tras la necesidad de trabajar de manera eficiente, eficaz y con la clara convicción de que en el bombardeo informativo que experimentan los ciudadanos hay que buscar espacios para que estos accedan a lo que en verdad les afecta e importa.

El ciudadano es cada vez más exigente y, ante la explosión informativa y desinformativa, la comunicación pública entra a jugar un rol importante.

Los comunicadores públicos gestionan más que meros mensajes. En sus manos está el encargarse de percepciones, expectativas, conocimientos y sobre todo de las reputaciones de sus organismos. Todo un mundo de elementos intangibles que deben estar siempre referidos a unos valores y a una ética para saber los límites y la importancia de esta tarea.

Vivimos en un país democrático donde la libertad de expresión realmente se respeta, aunque haya sectores que opinen lo contrario. Y ante ese estado de democracia es deber de la comunicación pública informar lo que hace la institución u organismo para empoderar al ciudadano y no lo que hace su autoridad con el fin de ganar protagonismo.

La comunicación pública, según lo define Liliana Ladrón de Guevara, experta en temas de comunicación pública, es el conjunto de acciones y herramientas con que cuentan y de las que se valen las administraciones de carácter público para difundir el quehacer de sus gestiones y el liderazgo de la entidad como motor del territorio, del actuar ciudadano y del cumplimiento de las demandas de la gente.

Su importancia está en comunicar de manera adecuada temas contingentes y de agenda pública, pero también en detectar las necesidades que la población demanda en su entorno más cotidiano —tanto de acción como de información— y que no necesariamente son abordados por los medios de comunicación de masas al no contar con el interés general de la nación.

Para concluir, no hay que desmentir que la actividad política y los organismos públicos atraviesan una crisis de credibilidad que la ciudadanía ha vivido de manera presencial y que se ha expandido a través de la prensa y de los medios de comunicación de masas. Estos han descubierto y hecho público el mal uso de recursos, las irregularidades y el abuso de poder por parte de políticos y funcionarios que trabajan en la administración estatal o gubernamental. Pero esta realidad o percepción puede subsanarse, si nos enfocamos en realizar nuestro trabajo con honestidad, y direccionar nuestro trabajo a favor del ciudadano, quien al final es al que se debe la comunicación pública.

PERIODISTA Y MÁSTER EN RELACIONES INTERNACIONALES.

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