El nuevo presidente de la Asociación de Armadores Panameños reflexiona sobre las oportunidades y retos del sector marítimo

- 07/09/2025 00:00
Durante su viaje a Japón, escuchamos varias veces al presidente Mulino hablar de la apertura de un vuelo directo entre Japón y Panamá, lo cual, para el mundo turístico, es una excelente noticia, pues el turista japonés es uno de los que más viaja y gasta cuando sale de su país.
Panamá tiene una relación de negocios desde hace mucho tiempo con el Imperio del Sol Naciente, dado los negocios que tienen varias empresas niponas con la Zona Libre de Colón y otras áreas económicas en el país. Así, los panameños nos acostumbramos a reconocer la calidad de los productos electrónicos y vehículos japoneses que se venden en el país.
Esto pareciera implicar que una nueva oleada de turistas japoneses podrá, dentro de muy poco, ser vistos en el Casco Antiguo. Esto traerá prosperidad, pues el nipón sabe perfectamente lo que quiere y esta dispuesto a pagar por la excelencia y el buen servicio.
Ups, pero es aquí donde la puerca tuerce el rabo. En este pedacito de tierra tenemos un serio problema con el servicio al cliente. Y créanme que un turista que regresa a su país con una mala opinión es peor a no hacer publicidad para promover al centro del mundo y corazón del universo.
Los empresarios vinculados al comercio y al turismo deben capacitar a todos sus colaboradores, para que aprendan a saludar con un amable buenos Días o buenas tardes o simplemente iniciar con un “Konichiwa” de manera que este saludo sirva para romper el hielo y las barreras que los idiomas producen.
Inclusive podrían producir un breve “diccionario” donde sobresalgan las palabras “Ogenki desuka” (¿Cómo estás?) o O-tetsudai shimasu ka (puedo servirle). De ahí en adelante lo ideal sería que puedan cambiar al inglés que es un idioma ampliamente hablado en el japón.Lo malo de todo esto no radica en lo que deberían decir, sino como lo dicen. Ustedes se imaginan, ¿que el “panameñito vida mía” “rofée” a los nuevos turistas, así como nos “rofean” a los nacionales que debemos caer en sus manos?
La verdad es que los panameños estamos en la obligación de dejar de hablar tan golpeado como lo hacemos. Aquí no nos hemos acostumbrado a solicitar las cosas de manera cortés, si no que estamos convencidos que con un “que van a comer o a pedir” es suficiente para que los comensales de un restaurante.
Cuando, como turistas vamos a países vecinos como Colombia, por ejemplo, hasta nos llama la atención la amabilidad con la se nos trata y la forma de preguntarnos que es lo que nos gustaría comer en el restaurante de nuestra preferencia. Y no me digan que no nos gustaría que en nuestro propio país nos trataran de igual manera.
Sincera e ingenuamente fuimos de los que creyeron por un tiempo que, con la llegada de las olas de colombianos y venezolanos al país, contratados por los restaurantes, y que los clientes preferían que se les tratara de esa forma amable, los panameños aprenderíamos y copiaríamos las buenas costumbres; pero no duró mucho tiempo, tan pronto los extranjeros se fueron del país, regresaron los tratos mediocres y “por obligación”.
A uno no le duele dejar una buena propina cuando es bien atendido en cualquier restaurante y cuando no lo tratan como uno se merece, ¿a quién le provoca dejar una buena propina? Esa es la parte que seguimos sin entender. Ojalá todos los días nos comportáramos como cuando fue la JMJ, donde la amabilidad, cortesía y servicio natural de los panameños, floreció tal cerezo japonés. No duró mucho tampoco.
¿Ustedes se imaginan a los turistas japoneses tratando de hablar con alguien en las compañías que operan la telefonía celular, tratando de resolver algún problema con su servicio de “roaming” o, algún problema con su tarjeta de crédito y traten de hablar con un banco en Panamá y que les conteste los famosos “bots” que no resuelven nada?
¿Cuándo empezaremos a cuidar este tesoro que tenemos? ¿Cuándo entenderán las grandes empresas entenderán que sin clientes no funcionan? Por ahora podemos iniciar empezando a tratar bien a quienes queremos disfrutar una buena comida o recibir un buen servicio.