• 02/01/2019 01:00

‘Cómo da vueltas el mundo...'

No prefabricadas y por la búsqueda de la verdad

Así dice una canción, y es común en el ser humano actuar, juzgar, opinar al calor de lo que vemos en la superficie, a lo que escuchamos al vecino, a lo que leemos en los periódicos y ahora en esta modernidad, a lo que llamamos redes sociales. Algunos profundizan en mayor o menor grado antes de emitir su opinión, otros actúan con pleno apego a sus convicciones, equivocadas o no; algunos otros actúan en apego sistemático a sus odios y rencores o a sus percepciones. También podemos actuar en base a simpatías, en virtud de la confianza que concedemos a admirados humanos, a quienes profesamos respeto y ciega confianza. En otros casos, muy desafortunados por cierto, actuamos por algún interés personal, por beneficios, por protección, por sectarismo fanático o simplemente por política partidista que no siempre, diría yo nunca, guarda relación con los intereses sagrados de la nación. Es de obligada justicia conceder méritos a la porción de ciudadanos que opinan y contribuyen venciendo sus propias tendencias, realizando un esfuerzo por elevarse sobre sus rencores, perdiendo el temor por no gustar a sus más íntimos y apreciados allegados y bajo un criterio objetivo emiten un concepto centrado, lógico y con cuasi rigor científico.

Todo esto me viene a la mente con una divertida frase muy panameña: ‘¡Se está volteando la tortilla!'. Y sin interesarme por nombres o figuras, parece ser cierto que los vientos están cambiando y no solo por la época decembrina, en la que abrimos las ventanas para dar paso a los agradables alisios, sino porque cada día más se suman voces disidentes en contra del Gobierno de la ‘santa inquisición'. No me atrevería a plantear una proporcionalidad, pero sí aventuraría una creciente asimilación a la ideita de que nos estaban agarrando de tontos con presentarnos un castillo de la justicia falso. En las almenas del desafortunado fortín todavía se ven sus arqueras lanzando flechas incendiarias, al frente de ellas una falsa Juana de Arco con un carcaj lleno de saetas torcidas que un falso armero le fabricó.

Así son las cosas, como dice la canción salsera de Hansel y Raúl, ‘Cómo da vueltas el mundo, cómo pasan los segundos, cómo la gente cambió [...]', por eso es prudente desconfiar de lo que nos presentan, no todo lo que reluce es oro y no todo lo que es ocre es malo. Ya mencioné aquí que no me impulsa la defensa, inocua de mi parte por cierto, de personaje alguno; más bien propugno por la serena observación de pruebas contundentes. Reales. No prefabricadas y por la búsqueda de la verdad.

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