• 11/11/2025 00:00

¿Deberíamos celebrar el 3 de noviembre con tanta fanfarria?

La historia patria que nos enseñan en la escuela refleja información muy distante de la realidad de los verdaderos hechos ocurridos con motivo de nuestra separación a Colombia el 3 de noviembre de 1903. Patriotas, como el caudillo liberal Belisario Porras, se opusieron a ese movimiento y lo que conllevaba el embargar nuestro nacimiento como República independiente a una fuerza extrajera: los Estados Unidos. Porras no se oponía a que fuéramos independientes o que en Panamá se construyera un canal, sino a la enorme hipoteca que tal hecho generaría con esa emergente potencia mundial y que tuvimos que soportar hasta 1977, tras la firma de los tratados Torrijos Carter.

Autores panameños como Ovidio Díaz Espino (El país creado por Wall Street, 2001) y Olmedo Beluche (El Mito de los Próceres, 2021), señalan que dicha separación tuvo más motivaciones económicas de las clases dominantes, que las nacionalistas y patrióticas argumentadas para justificar la histórica gesta. Siempre que pudieran satisfacer sus propósitos mercantiles poco les importaba si seguíamos formando parte de Colombia, sobre todo después de que el Congreso de ese país se negó a aprobar el tratado del Canal con los Estados Unidos.

El poder económico y político que acumularon los próceres fue inmenso. El primer presidente, Manuel Amador Guerrero, de acuerdo a lo investigado en archivos estadounidenses por Díaz Espino, recibió como compensación de los dineros recibidos de los Estados Unidos, 100 mil dólares, (hoy a más de 3 millones de dólares). El general Esteban Huertas, a cargo de las tropas colombianas en Panamá, que apoyó la “rebelión” habría recibido muchos miles, al igual que los otros militares que traicionaron a su Patria por apoyar la separación panameña. La lista de los demás beneficiados por su “patriótico sacrificio” inexplicablemente se perdió y Amador Guerrero hizo lo posible para que no se conociera. Amador, sin mayores recursos como médico, pudo disfrutar sus últimos días con los recursos que nunca antes había tenido.

Los intereses comerciales y conexiones con los estadounidenses que tenían los ilustres próceres eran más importantes que el nacimiento de una nueva República. Cuenta el afamado urbanista arquitecto Álvaro Uribe, en una conferencia que dio recientemente y de la cual se espera que vendrá un nuevo libro suyo, que fue notoria la especulación de los que detentaban el poder por apoderarse de las tierras más valiosas alrededor de las estaciones del ferrocarril y de aquellas a utilizar en la futura construcción del canal por los Estados Unidos. Tales negocios eran enormes y ese selecto grupo, con todo el poder en sus manos, no los podían desaprovechar.

Si es cierto que nacimos como “nación independiente” ese 3 de noviembre, simultáneamente lo hicimos como un protectorado de la codicia de los Estados Unidos, permitiéndoles intervenir cuando quisieran en Panamá, poseer las muchas tierras cedidas para el canal, como si fueran soberanos y, a perpetuidad.

La relación de algunos próceres con las empresas gringas que operaban en Panamá., como el ferrocarril donde el doctor Amador ejercía como médico, y donde el cerebro político de la gesta, José Agustín Arango, era su abogado, facilitaron el entendimiento con las autoridades estadounidenses que lograron que barcos de guerra de ese país, en ambos océanos, incumpliendo tratados vigentes con Colombia, impidieran a su ejército lograr poner orden en la provincia rebelde.

¿Muchos se preguntarán el por qué tenemos que traer al tapete esos episodios oscuros de nuestra historia, ocultados a los panameños, y que desdibujan la imagen prístina e inmaculada que se ha tejido alrededor de los próceres del 3 de noviembre de 1903, fecha que inclusive fue escogida por el francés Philippe Bunau Varilla?

Hay episodios de nuestra historia patria que también se han desdibujado como lo ocurrido en 1903. Las figuras de Arnulfo Arias Madrid y de Omar Torrijos Herrera son recordadas en forma muy distante de lo que fueron. Más que los grandes liberadores de Panamá y los nacionalistas por excelencia, imposible olvidar el autoritarismo y las prácticas fascistas de uno, y del militar, la dictadura implantada por 21 años, concluida con el monstruo de Noriega, impulsado y creado por el mismo Torrijos.

Urge aunar esfuerzos para que nuestra historia sea contada apegada a los hechos. “Quien no conoce de su historia está llamado a repetirla”. ¿O es que no nos damos cuenta que la corrupción que hoy nos consume existe desde 1903? Y, ¿qué esa corrupción ha sido históricamente alentada por los gobernantes y los detentadores del poder?.

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