• 19/08/2023 00:00

Decodificando valores: Cooperación

“Nuestro mayor problema es que no entendemos que la cooperación es la única forma de sobrevivencia, la guerra solo aplaza una situación hacia otra guerra más”

En una pequeña y aislada isla viven cómodamente diez familias consumiendo sus limitados recursos. Un día ellas entienden que los recursos no van a satisfacer todas sus necesidades y que, de continuar sin hacer cambios, en unos años todas van a morir. Las diez familias tienen dos opciones: limitar su estilo de vida y trabajar juntas para que los recursos sean suficientes o diluir la población, ya sea obligándolas a navegar o matándolas, así el resto podrá seguir abusando de los recursos de la isla. ¿Qué ellas deciden?

Muchas de nuestras decisiones se toman según una evaluación de riesgo vs. beneficio. Para calcular la guerra, las familias deben evaluar su fuerza y determinación como las de las otras familias “rivales”, como en la teoría de juegos. Si todas las familias son fuertes por igual, se evaluarían coaliciones. ¿Con quién me llevo mejor? ¿Quién no me traicionaría? Si una familia es más fuerte que las otras por separado, puede arriesgarse a derrotarlas. Pero si las familias más débiles se unen, derrotarían a esa familia más fuerte. Si el cálculo bélico es tan complicado, ¿cómo tantas sociedades de hoy lo prefieren?

Una de las razones es que la cooperación es todavía más difícil. Para cooperar son necesarias herramientas más complicadas que las armas, que para conseguirlas basta contar con recursos naturales, como el petróleo, minerales o de una fuerza de labor amansada, bruta y barata. Para cooperar son necesarios recursos humanos como la confianza, el compromiso, valorar al prójimo y una visión a largo plazo.

La confianza es un tema controversial desde que existe la humanidad. Líderes políticos y religiosos exigen se confíe en ellos, a pesar de no cumplir con sus promesas. Actualmente, debemos confiar en jueces y científicos también, algo que en el pasado era más obvio. Pero con el avance del conocimiento humano y su distribución, muchos pretenden saber más, aunque así no lo sea. El otro problema es que el mundo se ha complicado y no existe nadie que lo entienda todo. Inclusive los diseñadores de la inteligencia artificial admiten no entender su misma invención. La confianza es difícil de obtener y fácil de perder, es más resbaladiza que el gel e invisible como el aire. Para confiar se necesitan la fe y el valor para tomarse un riesgo que puede ser valioso como fatal.

El compromiso requiere de autoaflicción, humildad y de una genuina convicción que mientras más somos, mejores estaremos. Es fácil, como ya sucede hoy en Japón y otros lugares, desacelerar el crecimiento, desalentar la reproducción bajo la excusa de que somos demasiados. Es una realidad que la procreación debe ser responsable, pero esto se consigue con educación y menos con política. Definir un mínimo estándar de vida y leyes que le permitan tributar más a los más ricos, debería ser una prioridad para mantener el balance económico mundial.

“¿Por qué debería preocuparme por los demás?, ¿qué gano yo con eso?”, son preguntas comunes en sociedades tercermundistas que no entienden que el bienestar de los más débiles, de los más infortunados, nos beneficia a todos. Muchos pensarán que no es su “obligación” o que ellos son un problema del Estado o de las autoridades. Pero sin la cooperación de todos, es imposible pugnar por una sociedad mejor, para todos.

Sin una visión a largo plazo tampoco se puede sobrevivir. En caso de una guerra en la isla, las pocas familias triunfantes eventualmente crecerán y se verán en la misma situación que antes, peleándose nuevamente por los pocos recursos de la pequeña isla y entonces, ¿se matarán los hermanos los unos a los otros? Nuestro mayor problema es que no entendemos que la cooperación es la única forma de sobrevivencia, la guerra solo aplaza una situación hacia otra guerra más.

Mientras no entendamos que el planeta es esta isla y que las diez familias somos en realidad una sola, la humanidad, no podremos vivir en prosperidad optando por la guerra. Como escribió el filósofo británico Bertrand Russell: “Lo único que redimirá a la humanidad es la cooperación”.

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