• 12/06/2023 10:25

Día de Rusia – 2023

Hace 33 años, en 1990, fue aprobada la Declaración de la Soberanía Estatal de la Federación de Rusia, una nueva etapa en la historia rusa

La fecha del 12 de junio, el Día de Rusia, tiene un valor especial para todos los ciudadanos de nuestro país como la fiesta nacional principal. Un día como hoy, pero en 1990, se aprobó la Declaración de la Soberanía Estatal de la Federación de Rusia, inaugurando así una nueva etapa en la historia de nuestra nación.

No es por casualidad que la mayoría absoluta de los Estados del mundo han designado aniversarios de eventos históricos relacionados con la lucha por su soberanía o independencia como sus fiestas nacionales. Es precisamente la soberanía, o la posibilidad de determinar libremente su destino sin ninguna injerencia extranjera, que permite a cada nación alcanzar el verdadero progreso económico, político y social. En el caso de Rusia, con la reafirmación de nuestra soberanía 33 años atrás, reivindicamos la conexión genuina con todas nuestras tradiciones milenarias, muchas de las cuales se habían perdido durante la turbulenta época de la Unión Soviética. En estas nuevas condiciones, el pueblo multinacional de Rusia tomó la decisión soberana de construir una sociedad basada en la democracia, el estado de derecho, la economía de mercado y las políticas sociales responsables.

El pleno gozo de la soberanía abrió ante nuestra nación amplias oportunidades de desarrollo socioeconómico. Tras la tumultuosa década de los 1990 marcada por una serie de crisis financieras y bajos niveles de vida, Rusia logró sostener el impresionante promedio de crecimiento económico anual de un 7% (en 1999-2008), convirtiéndose en uno de los líderes mundiales en varios sectores de la industria y agricultura. Actualmente, nuestro país es la sexta economía más grande del planeta, el segundo productor de petróleo y gas natural, el mayor exportador de fertilizantes y granos a nivel global. Las tecnologías rusas de exploración espacial y uso pacífico de energía nuclear gozan tradicionalmente de una gran demanda en docenas de países del mundo (sobre todo, en el Sur Global).

Gracias a la resiliencia y la solidez adquiridas por la economía rusa, los intentos de los EE.UU. y sus aliados de colapsar nuestro sistema económico estuvieron condenados al fracaso. Desde 2014, al cerrar gradualmente sus mercados para las mercancías rusas, socavar nuestras cadenas de suministro, bloquear varios caminos de transacciones financieras con Rusia, las potencias occidentales convirtieron a nuestro país en la economía más sancionada del mundo. Sin embargo, las medidas tomadas por nuestro gobierno garantizaron la estabilidad del rublo, así como el funcionamiento sostenible del sistema bancario y financiero interno. El PIB de Rusia, que según los pronósticos de los expertos internacionales estaba rumbo a perder un 20% de su valor en 2022, permaneció casi intacto. Para este año, se espera un crecimiento del 1.3%, y el 3% con miras a 2026. La tasa de inflación bajó a tan solo 5%, mientras que los niveles de desempleo están en su mínimo histórico. Además, Rusia sigue siendo uno de los países menos endeudados del planeta, con una tasa de deuda pública de menos de un 15% del PIB (en comparación, la deuda del gobierno central alcanza casi un 121% en los EE.UU. y un 91% en la zona del euro).

Los citados logros económicos de Rusia (adquiridos, en gran medida, gracias al apoyo sostenido del creciente número de países en desarrollo que están ampliando sus intercambios comerciales con Moscú) no habrían sido posibles si no fuera por el firme compromiso de Rusia con la igualdad soberana de las naciones y otros principios fundamentales del derecho internacional. En los años 1960, el apoyo de la URSS jugó el papel decisivo en el éxito de docenas de movimientos independentistas, iniciativas de descolonización y liberación nacional en los países de Asia, África y Latinoamérica. Hoy en día, seguimos respaldando las nobles aspiraciones de las naciones del Sur Global que están luchando por una verdadera soberanía en los asuntos mundiales para que cada país, aunque sea grande o pequeño, logre ser escuchado a nivel internacional.

Cabe subrayar que el derecho de todos los miembros de la comunidad global a soberanía verdadera nunca se materializará si no se establezca en el mundo un orden multipolar de carácter justo, democrático y verdaderamente equitativo, basado en los principios de confianza y seguridad indivisible. Estamos convencidos de que la formación de este sistema no solo es un objetivo indispensable, sino también un hecho real, dada la continua redistribución del poder económico global a favor de las potencias emergentes. La posibilidad de mantener el dominio global de un solo país o un “club” exclusivo de Estados ya es cosa del pasado. Actualmente, según los datos del FMI, a los integrantes del “Grupo de los Siete” les corresponde solamente un 30% del PIB (PPA) global, mientras que los BRICS ya acumulan un 31.5%.

No es de extrañar, entonces, que, frente a estos cambios drásticos, el “Occidente colectivo” liderado por Washington se empeña en preservar, cueste lo que cueste, su dominio en los asuntos internacionales. Bajo el disfraz de “un orden mundial basado en reglas” (que no tienen nada que ver con el derecho internacional), los EE.UU. y sus satélites pretenden imponer al mundo una serie de normas y requisitos estrictos (especialmente, en tales esferas como la prematura “transición verde” y la contradictoria “transparencia fiscal”) que están diseñados con el único fin de promover los intereses del llamado “mil millones de oro” de los residentes más ricos y prósperos de los países occidentales. Con el mismo propósito, el Occidente emplea un vasto abanico de mecanismos de la globalización, incluidos los instrumentos monetarios, financieros y comerciales. Al mismo tiempo, las élites occidentales ni siguiera esconden sus ilusiones neocoloniales y hablan abiertamente de sus planes de apropiarse de los recursos soberanos que pertenecen a los países de Asia, África y América Latina.

El mismo enfoque imperialista se aplica a la situación en torno a Ucrania. No cabe duda que el objetivo principal de la guerra híbrida “hasta el último ucraniano” que Washington y sus seguidores están librando contra Rusia consiste en sofocar nuestras justas aspiraciones a una política exterior independiente para intimidar a otras naciones que no están de acuerdo con el dictado del Occidente en los asuntos mundiales. Por medio de la operación militar (que tuvimos que iniciar sólo cuando el Occidente había rechazado todas nuestras propuestas de diálogo), Rusia defiende su seguridad nacional frente a la ampliación desenfrenada e injustificada de las instalaciones militares de la OTAN hacia el Este. Las Fuerzas Armadas de Rusia también defienden a nuestros compatriotas rusohablantes que llevan más de 9 años sufriendo discriminación, atrocidades y genocidio abierto por parte de los nacionalistas ucranianos. Defendemos el derecho legítimo e inalienable de estas personas a autodeterminación, estipulado por todos los mayores instrumentos jurídicos internacionales y manifestado en su voluntad expresa de adherirse a la Federación de Rusia a raíz de los referéndums celebrados en septiembre pasado.

Pese a toda la presión que Washington ejerce sobre nosotros, nunca ha dejado de aumentarse el número de países que buscan profundizar lazos políticos, económicos y culturales con Rusia. Saludamos y valoramos el creciente interés en desarrollar cooperación multifacética con nosotros por parte de muchas naciones latinoamericanas y caribeñas que comparten nuestra visión de la multipolaridad. Consideramos que a los países de América Latina y el Caribe les corresponde un rol importante en el sistema planetario que se está formando.

Las relaciones bilaterales entre Rusia y Panamá, que cuentan con más de 30 años de historia y una amplia base jurídica, se desarrollan de forma sostenible sobre los firmes cimientos de igualdad y respeto mutuo. De manera sistemática, intercambiamos opiniones sobre la agenda bilateral y multilateral a diferentes niveles de comunicación diplomática, incluidos los principales foros internacionales. En septiembre de 2022, los cancilleres de ambos países volvieron a reunirse en el marco de la semana de alto nivel de la 77ª Asamblea General de la ONU.

El alcance de la interacción comercial ruso-panameña, aunque se mantiene estable a nivel de 40-60 millones de dólares de comercio bilateral anuales, todavía está modesto y no corresponde a las necesidades y capacidades de nuestros pueblos. No obstante, en algunos sectores de la actividad económica sí hemos podido cooperar con mucho éxito a pesar de más de 10,000 kilómetros de distancia que nos separan (por ejemplo, Rusia es el mayor importador de abonos minerales a Panamá). Por lo tanto, consideramos muy oportuno y relevante que activemos nuevas vías de intercambio, aprovechando las oportunidades que nos brindan, entre otras opciones, la sólida industria farmacéutica rusa y el vibrante sector turístico panameño.

La esfera más dinámica de nuestra cooperación bilateral es la educación. Todos los años ofrecemos decenas de becas universitarias a los jóvenes panameños para que puedan obtener acceso al vasto conocimiento de la ciencia rusa con el propósito de aplicar este conocimiento al desarrollo socioeconómico de su propio país. Estamos orgullosos de las historias de éxito de miles de egresados panameños de las universidades rusas y soviéticas que todos los días contribuyen a la prosperidad de su Patria istmeña en diversos ámbitos, incluida la salud pública, la agricultura, la educación y muchos más.

La formación de un mundo multipolar ofrece a Rusia, Panamá y el resto del planeta Tierra cada vez más oportunidades para desarrollar cooperación equitativa y mutuamente provechosa. En el Día de Rusia, la fecha que nos recuerda sobre la importancia de la soberanía nacional, volvemos a comprometernos a un sistema global que permita a todos los países gozar plenamente de su derecho fundamental al desarrollo justo y equitativo.

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