• 10/04/2023 00:00

Educación panameña, retos en la era digital

“Los avances de la ciencia [...] se basan en un uso intensivo de herramientas tecnológicas, por lo que la formación en competencias digitales deviene en una estrategia de país que Panamá debe afrontar [...]”

La educación es un derecho, necesidad y aspiración de todo ser humano. Es, también, una palanca de progreso social y de calidad de vida y, por ello, esencial y consustancial a nuestra existencia. Esta, en sus diferentes etapas, se extiende durante una extensa parte del ciclo vital, concentrando su esfuerzo en la juventud y ampliándose, cada vez más, con el posgrado, así como con el llamado aprendizaje continuado durante el ciclo vital. Solo los años colegiales y la etapa universitaria suponen vincularse al pupitre más de la cuarta parte de la esperanza de vida en los países desarrollados. La suma de horas de clase, junto con las dedicadas al estudio personal, bien podrían suponer más de 30 000 horas dedicadas durante la vida a la educación/formación.

Teniendo tanto peso específico en la vida de las personas, la educación, como actividad prioritaria, debería optimizarse para ser eficaz y eficiente, de tal suerte que estuviese muy claro qué se debe aprender, cómo y cuándo corresponde cada materia y, también, cómo deben evolucionar los contenidos y las competencias que se enseñan y ejercitan, así como las herramientas pedagógicas y las metodologías de aprendizaje; pues el mundo evoluciona y obliga a incorporar nuevos conocimientos y aptitudes.

Nuestros ancestros también se formaban hace miles de años en competencias y destrezas fundamentales para el entendimiento del mundo que habitaban y para su propia supervivencia. Ahora, en el siglo XXI, el gran libro del conocimiento avanza mucho más rápido, añadiendo capítulos y extensiones a diario. Por ello, la educación debe ser sensible a ello, actuar rápido e incorporar los conocimientos que el mundo actual y venidero precisan, manteniendo todo aquello que es esencia, fundamento y concepto inmutable; pero replanteando cómo añadir contenidos actuales y nuevas competencias sin mutilar elementos esenciales del conocimiento que arrastramos generación a generación y que debemos preservar.

La programación y el entendimiento de las máquinas digitales son ya tan relevantes como explicar el funcionamiento de la máquina de vapor. Una base general de conocimientos para los estudiantes y la posibilidad de ampliarla y fomentar su aprendizaje sería garantía de un mejor entendimiento del mundo digital, así como de su mejor capacidad de adaptación a lo que será —y lo es ya— requerido por parte de empresas e instituciones. La programación, el lenguaje y lógica de los algoritmos, es la nueva sintaxis de las próximas décadas (hasta que las máquinas se programen a sí mismas).

Los avances de la ciencia en todas sus disciplinas se basan en un uso intensivo de herramientas tecnológicas, por lo que la formación en competencias digitales deviene en una estrategia de país que Panamá debe afrontar para poder jugar en el actual tablero mundial de la geotecnología y la tecnogeoeconomía, en el que nos jugamos nuestra calidad de vida y la existencia de verdaderas oportunidades profesionales dentro de nuestras fronteras para las nuevas generaciones.

La educación se debe fundamentar en la agregación de capas de progreso que dejan a la vista las más recientes, aunque no olvidan las precedentes. Los nuevos conocimientos y competencias deben imbricarse en todas las asignaturas en las que proceda, para no adicionar y recargar aún más las horas lectivas. Se clama por el cambio en el modelo educativo y en su adaptación, no solo a la evolución tecnológica exponencial, sino, también, al modelo de aprendizaje que demandan las nuevas generaciones de estudiantes, que precisan de guías y orientadores que les ayuden a seleccionar lo verdadero y lo importante entre el infinito océano de conocimientos y de información-desinformación.

Presidente de la Fundación Juventud Panamá Oeste.
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