• 21/02/2024 00:00

El liderazgo no es transferible.

Si se observa una manada de animales con cierta facilidad puede observarse la existencia de líderes y seguidores; y ocasionalmente se verá de qué forma algunos miembros de la manada intenta disputar el liderazgo en ciertas situaciones.

Los humanos somos una gran manada y hay la tendencia a seguir al líder, y al igual que los animales, la disputa del liderazgo puede venir por observar debilidad en el líder o por ambición propia de quien disputa el liderazgo.

Hay quienes dirán que esto no es así, pues, por el hecho de que el ser humano sea racional, tenga la capacidad de discernir, de pensar, lo hace muy distinto a los animales, además de que nuestra vida social es más compleja y elaborada.

Sin embargo, es claro que algunos humanos pareciera que tienen algunos comportamientos de manada, bien irracionales y colectivos.

Por ejemplo, el expresidente norteamericano Donald Trump, con 92 juicios a cuestas, en el que ya fue condenado en algunos, y la semana pasada un juez lo condenó a pagar más de trescientos cincuenta millones de dólares por repetidos fraudes financieros a través de su empresa familiar, sin embargo, al día siguiente en una gira política presenta unas zapatillas con su marca e imagen, y uno de los modelos se agota en un día, es claro que hay un comportamiento de manda.

Él ha sido extremadamente hábil en construir a su alrededor una legión de fanáticos que literalmente le siguen a ciegas si fuera necesaria. Es tan fuerte que al día de hoy el 36% de los norteamericanos considera que hubo fraude en la elección de 2020 según una nueva encuesta del Washington Post y la Universidad de Maryland, presentada recientemente.

Es claro entonces que el expresidente Trump ha logrado construir esa legión de fanáticos, que sin importar que sea condenado por diversos delitos, le siguen respaldando.

La pregunta que asalta (sin alusiones al asalto al Capitolio estadounidense) es: ¿Si el expresidente, no pudiera competir, pudiera designar un sucesor, un heredero de esa legión de fanáticos?

Difícilmente el liderazgo es transferible, pues ese tipo de liderazgos basado en la personalidad fuerte, magnética y hechizante, justamente logran sus objetivos por esas características únicas y que no son transferibles, por lo cual el sucesor y heredero, difícilmente pueda suplir tales características, con lo cual la manada difícilmente le seguirá.

En el caso de la política, el liderazgo es una transferencia de entusiasmo muy peculiar, pues se basa en una ilusión, en un sueño que persigue el ciudadano sobre un rumbo, un camino, una idea, un proyecto para esa sociedad, y que el líder les transmite con fuerza, les inyecta esa dosis de emocionalidad que lleva a ciertos grupos de la sociedad a creerle y a seguir a ese líder.

Sin embargo, como ya se dijo, el sucesor o heredero, difícilmente podrá capitalizar y recoger los frutos del líder y tendrá que construir su propia ruta para liderizar a su propia legión, con lo cual, si el expresidente Trump, llegará a ser inhabilitado, (recuérdese que hay varios juicios federales en curso), difícilmente su sucesor, pudiera capitalizar el respaldo que hoy tiene Trump.

Aterrizando en Panamá, hay una situación muy parecida (zapatillas incluidas) en la cual el expresidente Ricardo Martinelli, ha sido sentenciado por un caso de corrupción, lo cual lo deja fuera de la carrera presidencial.

Hay paralelismos entre ambos expresidentes, pues el expresidente Martinelli, a pesar de haber estado detenido tanto en Estados Unidos como en Panamá, a pesar de tener varios juicios que se le siguen, sin dudas, tenía las preferencias de un segmento importante del electorado.

Ahora, ante la imposibilidad ede estar en la carrera presidencial y desde el refugio que le concede la embajada de Nicaragua, nombra a un sucesor o heredero, sin embargo, las encuestas recientes, dan cuenta de que el favoritismo del exministro José Raúl Molino, está muy lejos de los números que poseía el expresidente Martinelli.

Nuevamente, vuelve a comprobarse que el liderazgo político individual no es transferible, que cuando ese liderazgo está construido sobre características muy intrínsecas del líder, (magnetismo personal, fuerte personalidad, impositivo, egocéntrico, victimización constante, retorica sobre conspiración y enemigos), pues con esas características, se construye legión de fanáticos, manadas y no seguidores de una causa.

El liderazgo de estos tiempos debe ser un liderazgo integral, que crea y practique la cooperación, la integración, la empatía, el poder comunicar de manera clara, sencilla y emotiva, pero que sobre todo sea capaz de inspirar a quienes le siguen a superarse y a superar el líder.

El autor es consultor político
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