• 18/06/2025 08:50

El puerco tuerce el rabo

Era tenso el ambiente aquella mañana en marzo de 2023. Alex Taylor, la subsecretaria de Comercio y Asuntos Agrícolas de Estados Unidos, estuvo sentada frente al presidente Cortizo. Le dijo: “No habrá renegociación del Tratado de Promoción Comercial (TPC), entre ustedes y nosotros”.

Sin embargo, hace un mes, el ministro de Comercio inició la conformación de mesas técnicas previas a la instalación de una Comisión de Revisión Agrícola, según contempla el propio tratado. Julio Moltó demuestra liderazgo y consideró que abre una puerta interesante que describiré en el presente artículo.

Mi argumento es sencillo: Ya demostramos buena voluntad geopolítica a Estados Unidos y ahora podremos pedir a ese país cooperación con el TPC. ¿Cómo? Protegiendo sectores vulnerables, como la producción porcina.

Repasemos los términos. El TPC incluyó una desgravación arancelaria para la carne de cerdo a 15 años: 6 de gracia y 9 de reducción progresiva. Significa que los aranceles comenzaron a bajar en 2018 y serán eliminados en 2026. Falta poquito...

Los representantes del gremio porcino aducen que el mercado panameño quedará “inundado” por la carne de cerdo estadounidense y denuncian que Estados Unidos ha incurrido en prácticas de competencia desleal para desplazarlos, al realizar dumping, vendiéndonos carne por debajo del costo real.

Antes de avanzar, como una referencia general, revisemos el desempeño reciente de nuestras exportaciones agrícolas totales a Estados Unidos. De octubre a diciembre de 2023 vendimos $32 millones. En el mismo período en 2024, fueron 43. Es un incremento del 34 %. De enero a marzo de 2024, vendimos $23 millones. En el mismo período en 2025, fueron 32. Es un salto del 39 %. Son cifras alentadoras.

Volvamos al caso del puerco. Según su gremio, generan 40.000 empleos directos y 120.000 indirectos y afirman que el TPC los pone en alto riesgo. Aunque lo que ya está dispuesto en los capítulos 3 y 19 del tratado permitiría reducir dicho riesgo, un análisis objetivo exige resaltar dos realidades importantes.

La primera es que Panamá tiene más consumidores que productores, y la existencia del tratado brinda a los primeros una libertad fundamental: elegir comprar o no los productos estadounidenses que importamos.

¡La segunda es que no hemos exportado ni una libra de carne de cerdo a los estadounidenses, porque no hemos alcanzado el estándar sanitario exigido! Es un reto para el MICI y el MIDA que amerita autocrítica.

Dicho esto, ¿qué oportunidad de maniobra tenemos? Sugiero, como ya dije en el tercer párrafo, que seamos astutos en el tablero geopolítico. Paso a explicar.

En septiembre de 2024, nuestro presidente fue recibido por Joe Biden, con mucha amabilidad, en la sede de la ONU. El expresidente describió a Mulino como un top partner (aliado principal). Pero luego, como ya sabemos, en un giro dramático, en enero de 2025, durante su toma de posesión, Trump fue agresivo al declarar su intención de “recuperar el Canal”. Su declaración está en línea con la estrategia de “contención contra China”, para “frenar la expansión global” del país asiático.

Ojo, paradójicamente, fueron los empresarios y funcionarios estadounidenses quienes entre 1999 y 2001 promovieron la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio para usarla como fábrica. Eso transformó la economía mundial pues, en 23 años, China pasó del 3 % al 36 % de la manufactura global. Además, hay otro dato objetivo y arrollador que explica el fenómeno: el costo por hora de la mano de obra industrial en Estados Unidos es cinco veces más alto que en China.

En fin, ante la tensión entre dos potencias, Panamá ya decidió no renovar su adhesión al proyecto chino llamado la “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (BRI), la nueva versión de la “Ruta de la Seda”. Es una estrategia lanzada hace once años para ejercer influencia, mediante la construcción de infraestructura global y la cooperación internacional.

Al no renovar la BRI, nos distanciamos de China y reforzamos nuestra postura como aliado estratégico de Estados Unidos. Dicha alineación, insisto, ahora puede significar dos beneficios concretos para nosotros.

Primero, que colaboren para que completemos los requisitos sanitarios exigidos y exportarles nuestra carne de cerdo. Segundo, que también cooperen para retrasar, tanto como se pueda, las importaciones de su carne de cerdo, porque la economía nacional ya anda bastante tropezada y sería terrible afectar a 160.000 personas vinculadas aquí a esa industria.

Tal como sabemos, en el refranero popular cuando una situación se vuelve muy difícil, decimos que “el puerco tuerce el rabo”. Nuestros técnicos y negociadores no deben resignarse y, con valentía, lograr que ahora el rabo apunte en una dirección conveniente al interés panameño.

*El autor es analista económico
Lo Nuevo