• 08/06/2020 00:00

Evitar el contagio y vivir contagiado

La manera como se está revirtiendo el proceso de cuarentena, me parece correcta para evitar reversos masivos. Hay simetría; es decir, así como se puso (gradualmente), así se está levantando.

La manera como se está revirtiendo el proceso de cuarentena, me parece correcta para evitar reversos masivos. Hay simetría; es decir, así como se puso (gradualmente), así se está levantando. Entiendo que, según la estadística y los expertos, tampoco se está procediendo prematuramente. Sin embargo, yo sigo manteniendo mis reservas al respecto; como, por ejemplo: ¿a dónde quedó el pico y la curva de la que nos hablaban al inicio? Tanta gráfica y estadística me parece un poco redundante; y mi instinto sugiere prudencia. De cualquier forma, el país no se puede mantener en latencia un par de meses más; ni, aunque tuviéramos dos canales interoceánicos, ¿O me equivoco?...

Pero nos mandan a la próxima normalidad con un ojo abierto y otro cerrado. Al parecer, están considerando muy bien las medidas de distanciamiento y protocolos de salubridad; pero, ¿y si uno se contagia?... Aquí hay dos factores generadores de ansiedad a gran escala: cómo evitar y cómo tratar al virus. Si bien es cierto que el COVID-19 llegó para quedarse, ¿por qué solo nos preparan para evitarlo? Enfatizan mucho la metodología de detección, pero poco se habla de lo que es vivir con COVID. Si este tema se tratara abierta y responsablemente, el nivel de ansiedad podría bajar. Es decir, sin esperar a que el paciente se agrave para pasarlo como una cifra en tránsito (de una estadística a otra) y entonces empezar a tratarlo desde una condición médica/humana integral.

Entiendo que este es un tema muy difícil de tratar. Entiendo también, que el miedo constituye una forma legítima de protección; aun así, mal manejado (o ignorado) podría resultar contraproducente. Hacer que las personas estructuren mentalmente la idea de verse afectadas por este virus es algo temerario. Nos surge entonces la duda de cómo manejar la ansiedad que se produzca al respecto. Obviamente, guiando a la persona, dándole seguridad, inclusive antes del contagio. Pero para eso necesitamos líderes de vocación, con autoridad y credibilidad; léase, tres de nuestras más altas carencias políticas actuales.

Deben promocionar con mayor intensidad los mecanismos de detección y todos los factores que se afectan en la vida del contagiado. Es decir, cómo saber si se tiene el virus (los procedimientos conocidos y alternos), cómo manejarse según la edad, cómo manejarse en el entorno familiar, cómo manejarse en el entorno laboral (y qué esperar en cada caso), cómo llevar la evolución médica para evitar complicaciones (niveles de alerta, qué hacer en cada fase y a dónde buscar atención), provisión medicamentosa, tramitación de documentos legales etc. Implementando “call centers”, información en redes y medios, oficina de apoyo, trabajadores sociales y demás ítems. La normalización del contagiado debe ser uno de los pilares de la próxima normalidad. Y todos los ciudadanos deberíamos conocer y manejar dicho protocolo.

Si insisten en reabrir el país manteniendo el equilibrio social, deben contemplar ambos lados de la ecuación: Evitar el contagio, y vivir contagiado. Si no, mejor enfoquemos esfuerzos en la “telenormalidad”.

Ingeniero en Sistemas.
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