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- 09/04/2024 23:00
Feminismo, machismo y las Sagradas Escrituras (2)
Sin duda alguna, la nación estadounidense se ha establecido como la cuna de un feminismo radical, pernicioso y destructivo, de hombres sensibles y feminizados y de una ciudadanía manipulada e intimidada que ha perdido el coraje de sus convicciones y el valor de hablar y defender la verdad bajo presión de ideólogos de izquierda enfocados en el control de nuestras sociedades.
Lo lamentable es que esa misma presión, intimidación, y políticas intervencionistas se esté imponiendo a otros países pequeños a través de diversas agencias financieras y organismos internacionales como la ONU, la PNUD, etc.
En la Biblia encontramos varios versículos que nos recuerdan que los verdaderos hombres no comprometen sus principios y convicciones, no ceden a la intimidación ni presión y tienen el coraje de enfrentar cualquier desafío a sus convicciones.
Ese es el tipo de hombres ausentes en nuestras sociedades de hoy. El tipo de hombres que anhelamos ver gobernando nuestros países. Hombres que tengan principios y convicciones sobre lo que es verdadero, y la fuerza, el carácter y el valor para ser firmes e inquebrantables en esas convicciones aunque les cueste, y no aquellos que abdican y capitulan. Tus principios y convicciones solo son reales si se mantienen bajo presiones e intimidaciones intensas.
Los grupos feministas y la izquierda marxista han difundido la odiosa mentira durante décadas de que el patriarcado es tóxico, perjudicial y tiránico y debe ser destruido, y durante décadas han estado tratando de hacer exactamente eso.
La minimización y destrucción de la masculinidad y del fuerte liderazgo y carácter masculino en nuestras sociedades han llevado al caos y desastre de género que presenciamos.
Hombres débiles, afeminados e irresponsables nos han dejado ese legado. Estamos rodeados de hombres débiles que continuamente son presionados a entrar en contacto con su lado femenino. Los hombres débiles producen la muerte de nuestras sociedades.
Lo que estamos viviendo hoy en nuestras sociedades es una guerra cultural entre los sexos estimulada estratégicamente por la izquierda marxista, los modernistas y el Partido Demócrata de EE.UU.
En las últimas décadas, las mujeres se han vuelto más masculinas y los hombres más femeninos, y estamos en el pico de ese experimento social donde los grupos feministas ahora les gusta la idea del poder y de liderar, y encantadas de tener mando y control sobre los hombres, aun cuando no es su naturaleza.
Cuando la izquierda demócrata y los modernistas crearon esa relación inversa entre los géneros, crearon deliberada y maliciosamente un cisma entre ellos.
Los grupos feministas ahora ven la relación entre hombres y mujeres como un patriarcado opresivo, abusivo y controlador, y no como el orden divino creado por Dios para ordenar la humanidad. Para ellas el rol bíblico de hombres y mujeres está pasado de moda, es un patriarcado aberrante, y los hombres solo quieren estar en el poder y en control; es allí donde radica su resentimiento, intolerancia y rabia contra Dios y el hombre, y en última instancia, contra su descendencia por nacer. La montaña de cadáveres de bebes exterminados en aborto atestiguan ese hecho.
De lo que se trata es crear conflictos y discordias sobre el liderazgo masculino, mientras buscan intervención gubernamental y de agencias internacionales para remediar la supuesta ‘injusticia de género’.
Pero ahora enfrentamos una grave situación cultural en nuestras sociedades, porque hay hombres que ya no quieren ser hombres, y mujeres que no quieren ser mujeres.
Todo el mensaje que reciben los hombres cotidianamente de los medios de comunicación, es sobre masculinidad tóxica. Quieren hacerlos creer que no hay lugar para su masculinidad en nuestras sociedades modernas, propagando la meta perversa y diabólica de hombres afeminados y débiles y mujeres más responsables. Sin embargo, ninguna sociedad puede sobrevivir sin hombres fuertes y firmes.
En la naturaleza, mostrar debilidad y cobardía siempre produce más agresión, y cuando los hombres deciden claudicar y hacerse a un lado y dar el control y liderazgo a las mujeres, deben reflexionar que esa debilidad provocará más irrespeto, más agresividad y más demandas feministas.
Por otro lado, uno de los últimos bastiones en caer víctima de la rebelión feminista contra Dios y la Biblia, son las Iglesias anglicanas y evangélicas, cuyos ministros, usurpando autoridad de la Biblia, han ordenado a mujeres como pastoras en completo desafío a las palabras de Dios.
En el versículo bíblico, “1 Timoteo 2:12”, el apóstol Pablo recalca la prohibición hecha por Dios de mujeres como pastoras.
La respuesta a la pregunta, ¿por qué no se permite predicar a las mujeres? Simplemente, ‘porque Dios así lo estableció’. No importa si una mujer dice sentir un llamado o dotada para ello. Se trata de nuestra clara comprensión y obediencia a la palabra de Dios plasmada en la Biblia. No se trata de nuestra creencia sobre las capacidades, deseos y pasiones de las mujeres. La pasión, el don o la opinión popular no invalidan las Sagradas Escrituras. No podemos interpretar la Biblia como deseamos para llegar al fin deseado.
Sin embargo, hoy día hay muchas mujeres pastoras en muchas Iglesias, violando la prohibición hecha por Dios.