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- 17/02/2019 01:00
Dorian Gray y nuestros mandatarios
En días pasados, con un buen amigo, mientras nos tomábamos un ‘highball', este me preguntó si yo había leído la novela de Oscar Wilde, ‘El retrato de Dorian Gray'. Le contesté que sí lo había leído hace muchos años y que también había visto una película de las más de 15 que se habían hecho del libro del famoso escritor irlandés. Oscar Wilde era un homosexual, reconocido por él mismo. En esa época del Siglo XVIII y principios del XIX la homosexualidad era castigada con cárcel. El juicio de Oscar Wilde fue muy controversial, en el cual fue condenado a dos años de prisión. Cumplida la sentencia emigró a París, donde murió a los 46 años.
Su libro ‘El retrato de Dorian Gray' fue considerado en la época victoriana un clásico. En ‘El retrato de Dorian Gray' este creía que su juventud era eterna y pensaba que un cuadro de él que le habían hecho envejecería y no él. Alrededor de eso trata toda la trama del libro.
Al darse cuenta mi amigo de que sí había leído el libro en cuestión y que también tenía conocimiento de su autor, me hizo otra pregunta que me tomó por sorpresa. ‘¿Hay algún parecido entre Dorian Gray y alguno de nuestros hombres públicos?'. Le contesté: ‘Si se deja de lado las depravaciones sexuales en las que cayó Dorian Gray y solo tomamos en cuenta su ilusión de que la ‘juventud era eterna', sí hay gran similitud con algunos de nuestros mandatarios que muchos han creído que el poder no se pierde. Esas personas piensan que nunca llegará el día en que serán unos ciudadanos comunes, sin otra credencial que su actuar y que la historia los juzgará por ello'.
En el curso de la conversación le contaba a mi amigo que en mi larga vida o había estado en varias ocasiones muy cerca de los gobernantes y en otras en abierta oposición, pero que podía asegurarle que me había dado cuenta de que el poder embriaga a las personas y desconocen la realidad en que viven. No vi, recuerdo, a ningún mandatario que pensaba que al culminar su período perdería todo poder e influencia. Terminé diciéndole a mi amigo que definitivamente sé hay una gran similitud entre Dorian Gray y su retrato, en el cual creía en la ‘eterna juventud' y varios de nuestros presidentes que piensan y actúan con el concepto de la perpetuidad del poder que ejercen.
Faltándole escasas semanas a dejar su mandato, el presidente Varela, como el expresidente Martinelli, dio claras muestras de que piensa que el ‘poder es eterno'. Es decir, en cierto sentido, dio vigencia al síndrome ‘Gray'. Dando muestra de ello (de que tiene aún gran poder) acaba de nombrar a tres personas para la ACP, todas subalternas suyas y políticamente muy allegadas. Sin entrar a considerar a las personas, la inmensa mayoría de los panameños rechaza los nombramientos.
El presidente Varela debe aceptar con humildad (que mucha falta le hace), la realidad en que vive y olvidarse de que seguirá ejerciendo un liderazgo en el país que le permite hacer lo que le plazca y mucho menos fuera de sus fronteras, donde se comenta que él se siente el gran componedor.
Mi amigo se despidió de mí con un fuerte abrazo, exteriorizándome su agradecimiento por la conversación que tuvo por origen ‘El retrato de Dorian Gray'.
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