• 01/10/2018 02:00

Discriminación y homofobia

Como activista de derechos humanos y civiles (DDHH) LGBTI, me quiero referir ante los medios al gran flagelo de la homofobia y discriminación

Como activista de derechos humanos y civiles (DDHH) LGBTI, me quiero referir ante los medios al gran flagelo de la homofobia y discriminación que afecta no solo a la población LGTBI sino también a otros grupos vulnerables como mujeres, afrodescendientes, personas con discapacidades especiales y con otros con enfermedades de transmisión sexual. Les hago un llamado a las autoridades a que, mediante leyes, ayuden a la protección óptima al fortalecimiento de los derechos de esas agrupaciones.

Si bien es cierto que nuestro país es una sociedad utópicamente machista, gracias a los varones heterosexuales que con sus actitudes y conductas hostiles ayudan con su malsano ‘bullying' callejero reprobable, es sumamente irónico que estos varones a la hora de ejercer su supuesta ‘masculinidad' hacia sus parejas y familias dejan mucho que pensar y será objeto de reflexión.

Quiero exhortarles a que se den cuenta de que con su lamentable doble moral están incurriendo en errores garrafales y que a la larga se podrían lamentar. El solo hecho de tener a su lado a una mujer, eso no significa que es ser hombre. Hay que enmendar errores en su vida cotidiana, tanto con su pareja como con sus hijos.

Vivimos en una sociedad con muchísimos prejuicios causados por lo antes mencionado, el machismo utópico que francamente a lo largo de estas últimas décadas ha avanzado de manera progresiva. Vuelvo y reitero, exhortamos a las familias panameñas y a nuestra sociedad a contrarrestar este flagelo.

La homofobia y el sexismo han marcado en nuestra sociedad una situación sumamente desagradable, como por ejemplo: la expulsión de compañeros LGTBI por sus propias familias, sus padres y hermanos, de sus hogares; rechazo de amistades; trato hostil de parte de funcionarios de nuestro sistema de salud pública, hasta el rechazo también de compañeros LGTBI que ejercen como servidores públicos. Cuando se descubre que la persona es de una orientación sexual distinta a la de ellos, es imposible el hostigamiento.

Hay que tener presente que nosotros somos personas que hemos sufrido y luchado por décadas por nuestros derechos y porque se nos reconozca que somos seres humanos igual que todos los seres humanos que habitamos en este planeta.

Esas persecuciones y estigmatizaciones de una sociedad tan injusta, producto de duros prejuicios, causa depresiones progresivas en que los compañeros LGTBI deciden de manera extrema y negativa quitarse la vida. Con esto no trato de victimizar a los que pertenecen al movimiento, sino es procurar hacer un llamado de conciencia a nuestra sociedad que el ser humano, indistintamente de su condición racial, creencias, posición política, económica merecemos respeto. Vivimos en un Estado de derecho. Al ser humano desde temprana edad se le debe inculcar el respeto a los derechos de los demás. De ninguna manera se les debe fomentar prejuicios o estigmas.

Tratemos de convivir en un país donde impere la paz y la tranquilidad.

EL AUTOR ES COMUNICADOR SOCIAL (LOCUTOR), SERVIDOR PÚBLICO Y ACTIVISTA LGBTI-DDHH.

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