• 02/04/2016 02:00

El juicio a Jesús y su defensa

Partiendo pues del punto de que el juicio procesalmente fue correcto, si en ello creyéramos no había una defensa plausible

A nosotros llegó una enjundiosa monografía sobre el juicio a Jesús, el cual culminó con la oprobiosa crucifixión que en aquellos tiempos era la condena humillante para los no romanos, y que incluía un castigo psicológico, porque los inventores de tal suplicio pretendían que el reo se sintiera ofendido y humillado y además muriera atosigado y lentamente; el referido documento es del intelectual colonense, doctor en leyes, ALDO R. SAENZ, el cual nos obsequió una monografía de su autoría titulada RESENCIÓN DEL PROCESO CONTRA JESÚS.

Pareciera que el juicio a JESÚS tiene los visos de un proceso legal para el sistema jurídico que existía en la época, pues el SANEDRÍN tenía competencia para dirimir las afrentas de índole teológica, como el caso de todas las aseveraciones que hacía Jesús de sí mismo, de los patriarcas, en fin, de toda su doctrina, revolucionaria para la época. En especial se consideraba blasfemia, por tanto, era reo de morir a pedradas. Jesús se autoproclamaba Hijo de Dios. En el derecho de los judíos de la época, lo que JESÚS decía constituía delito de blasfemia.

Es curioso que JESÚS SE ADELANTÓ a su época, en materia de Derecho Procesal, cuando establecía en sus dichos que el fondo debe predominar sobre la forma, cuando aseveró que el sábado debe servir al hombre y no al revés, era pues enemigo de la solemnidad, criterio que recoge el Derecho Internacional en materia de Derechos Humanos. JESÚS creía como buen procesalista, que la verdad es lo que impera, por tanto, el Derecho Procesal es meramente instrumental.

Partiendo pues del punto de que el juicio procesalmente fue correcto, si en ello creyéramos no había una defensa plausible. Pero creemos que sí hubo vicios en el proceso y desde este momento nos constituimos en su defensa. Veamos.

Se puede cuestionar la legalidad del juicio que hizo CAIFÁS, porque la ley judía que acusó no ejecutó la condena, pues Roma no lo acusó ni le interesaba dirimir conflictos en temas religiosos de un país conquistado por el IMPERIO; sin embargo, Roma, a través de PILATO, ponderó los cargos y ordenó la ejecución. Así ocurrió, a pesar de que fue el sanedrín el que arrestó y procesó a JESÚS. Porque el Imperio tenía la potestad de la pena de muerte en los territorios dominados. Si el que acusa, castiga, ¿por qué se le permitió a otro país ejecutar la condena? Es obvio que el sanedrín quería ejecutar a Jesús, pero no quería entrar en conflicto con Roma, opinamos que el sanedrín al ejecutar a JESÚS, Roma no le hubiera interesado, pues en asuntos de religión de un pueblo conquistado, el Imperio no se adjudicaba competencia.

Hoy día se hubiera aplicado el criterio de nulidad de competencia, porque se violentó el debido proceso, Roma no debía juzgar delitos religiosos como blasfemia; también existía el vicio del debido proceso, porque Jesús no recibió asistencia de un abogado defensor, y ello contraviene el derecho humano del derecho de defensa.

Incluso en la época que Jesús fue procesado por el sanedrín, la confesión que sirvió de plena prueba, por lo menos moralmente, estaba viciada, porque podría considerarse que estaba inducida por la violencia física, porque el procesado fue golpeado salvajemente desde su captura en el HUERTO DE GETSEMANÍ, y en el interrogatorio del sumo sacerdote, el aristócrata Caifás, donde no faltaron severas bofetadas, pescozones, puñetazos, escupitajos, y hasta cadenazos. ¿Nada más recordar la bofetada de diligente oficioso, un sirviente de nombre MALCO, y que Cristo le ripostó con palabras y tal vez con mansedumbre, cuando dijo, ‘si no estás de acuerdo con mis palabras, dilo, ¿pero por qué me golpeas? '.

Hoy día todos los sistemas legales están de acuerdo en que la confesión bajo intimidación carece de valor, es reprochable jurídica y moralmente.

Mi última reflexión: 1. en aquella época no hubiera podido defender exitosamente a Jesús, pues él quería morir para que se cumpliera la profecía, 2. y hoy consideramos baladí que te crucifiquen y te torturen en forma tan abominable, por decir cosas como declararse Hijo de Dios, en tales tiempos, de yo existir, pensaría como ahora, que soy del pueblo escogido por Dios, además soy hijo de JEHOVÁ, NO PREDILECTO NI TAN VIRTUOSO, pero hijo al fin. ¿Vendrán mis hermanos de Israel para arrestarme y CRUCIFICARME por blasfemo o caeré en manos de los fanáticos del Islam y seré asesinado con vilezas, con una bomba de neutrón puesta en la silla donde a diario medito?

ESCRITOR

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