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La Guerra entre la República de China y el Imperio de Japón (1931-1945) marcó el inicio de la Segunda Guerra Mundial, pero es un capítulo mal comprendido de la Historia.
Dicha guerra fue la segunda, ya que la primera tuvo lugar en 1894-1895. La última comenzó cuando el ejército japonés ya había invadido Corea y Manchuria desde 1931 e iniciado la invasión del norte y el este de China. La invasión japonesa tenía como objetivo la conquista de la capital china, Nankín. Como la conquista de la capital no bastaba, la guerra prosiguió en torno a Wuhan, en los enclaves costeros y en algunas regiones, donde habían aparecido las guerrillas.
El ataque japonés a Pearl Harbor en 1941, que marcó la entrada de EE.UU. al conflicto, fue un hecho decisivo de la Guerra del Pacífico, pero la Guerra entre China y Japón fue el verdadero comienzo de la Segunda Guerra Mundial en Asia, conocida como la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa, que se inició diez años antes de Pearl Harbor.
Para Occidente, no obstante, la Segunda Guerra Mundial empezó en 1941 y no en 1931.
La Guerra Sino-Japonesa ocasionó más del 90 % de las víctimas de la Guerra del Pacífico, por lo que la misma ha sido descrita en China como “El Holocausto Asiático,” en referencia a la magnitud de los crímenes de guerra japoneses efectuados contra civiles chinos.
¿Qué ocurrió en Nankín?
“Eso fue lo que ocurrió el 13 de diciembre de 1937 cuando, al abandonar Chiang Kai-shek la ciudad y dejarla desprotegida, el Ejército Imperial Japonés entró para arrasar y avasallar al pueblo chino, que quedó a merced de los nuevos bárbaros, que no dejaron piedra sobre piedra”.
“El 5 de agosto de 1937, el emperador Hirohito había ratificado la propuesta de su ejército de eliminar las restricciones de las leyes internacionales para el trato de prisioneros chinos. En consecuencia, también se borró del vocabulario el término ´prisionero de guerra´, con lo cual todo ciudadano chino quedó desprotegido. Japón se excluyó de sus obligaciones según la Convención de Ginebra”.
“Solo en las primeras seis semanas en Nankín, los crímenes de guerra cometidos incluyeron el pillaje, la violación masiva de mujeres, hombres, ancianos y niños, la matanza a sangre fría y la quema en carne viva de civiles y prisioneros de guerra. Se estima que murieron más de 300.000 chinos”.
“Sin embargo, según documentos de guerra desclasificados en diciembre de 2007 y recién publicados, que hasta entonces habían sido un secreto de Estado, EE.UU. consideró el número total de muertos en Nankín, en 500.000, o sea, medio millón de muertos”, (Julio Yao, Holocausto, masacre o violación de Nankín (1937-1939), La Estrella de Panamá, 18 de enero de 2023).
Para comprender el significado de la Guerra Sino-Japonesa, citemos los muertos de Occidente y la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.
Unión Soviética, 8.6 millones.
Alemania, 2 millones.
Japón, 1.5 millones.
China, 1.3 millones, sin incluir la Segunda Guerra Sino-Japonesa...
EE.UU., 292,129 muertos; o sea, menos del 1/3 de un millón.
Según Wikipedia, “se calcula que unas veinte millones de personas, la inmensa mayoría civiles (chinos), perdieron la vida en ella” (1931-1945).
En pocas palabras, si añadimos los 20 millones de chinos que murieron durante la Segunda Guerra Sino-Japonesa a los 1.3 millones de Wikipedia, encontramos que China, tuvo 21.3 millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial, cifra muy superior al resto del mundo (URSS, Alemania, Japón y EE.UU.), que sufrieron un total de 12.4 millones.
O sea, que China sufrió 8.9 millones de muertos más que el resto de los contendientes. Pero esa no es la realidad que nos ha hecho creer EE.UU. desde el principio.
La verdad, cruda y desnuda, nos golpea en la cara: ¿Cómo se comparan los 292,129 muertos de EE.UU. con los 21.3 millones de chinos muertos durante la Segunda Guerra Mundial que se inició en 1931?
Respuesta: Si bien EE.UU. puso fin a la Guerra, fue China la que la ganó al precio del genocidio más grande que conoce la Historia, en un triunfo de la ética sobre el imperialismo.
Este hecho desenmascara la siniestra manipulación de la historia de entonces y de hoy contra China. Manipulación no exenta de discriminación y racismo, tan características del fascismo contemporáneo.
Afortunadamente, el rol de la República Popular China junto a los BRICS, constituye un promisorio reemplazo de la ONU, que ha sido paralizada y semidestruida por las potencias occidentales que han abusado del veto para perseguir sus objetivos políticos.
En conclusión: Si bien EE.UU. puso fin a la Guerra, fue China la que la ganó éticamente, aunque al precio del genocidio más grande de la Historia.
¡Honor y Gloria a la República Popular China!