• 09/04/2024 23:00

La investigación, una herramienta de desarrollo

Un grupo de investigadores del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá (Indicasat) desarrolla un proyecto para combatir la roya del café mediante la utilización de un hongo extraído de la propia planta. En la facultad de Medicina de la Universidad de Panamá se ha recopilado la mayor colección de especies de escorpiones y se trabaja en producir sueros contra los venenos que tienen estos artrópodos arácnidos.

Expertos biólogos y otros científicos del Instituto Conmemorativo Gorgas han identificado las diferentes familias de organismos microscópicos en aguas residuales. Además, en este centro, se produjeron las principales fuentes referenciales de información del covid-19 durante el período de la pandemia, que se vivió tanto en Panamá, como en el resto del planeta.

La Secretaría Nacional de Ciencias, Tecnología e Innovación (Senacyt) ha convocado a participar en el Programa de Fomento a la Investigación y Desarrollo el que procura convertirse en una de las principales herramientas para estimular la ciencia y la tecnología, y así enfrentar grandes retos de crecimiento para el país.

Estas iniciativas institucionales constituyen ingredientes que dan sentido a un clima, contexto de la propuesta para una legislación que fomente la investigación como una política nacional donde participen diversos centros que ya se han encauzado tanto en esta dirección como otros en diferentes campos. Un ejemplo ilustrativo es el avance histórico del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (IDIAP) con el arroz y el maíz.

Mario Bunge, el estudioso de la ciencia, ha considerado que “la investigación científica empieza en el mismo lugar en que la experiencia y el conocimiento ordinario dejan de resolver problemas...” y que, por esta razón “... la ciencia en resolución, crece a partir del conocimiento común y lo rebasa en su crecimiento...”. Igual considera Eli de Gortari al plantear que es “una actividad humana de carácter social...” que se logra colectivamente.

El país es un campo propicio para la producción de conocimiento; esta resuelve las interrogantes que surgen en el desarrollo de diferentes procesos y sus respuestas explican las estrategias y son la base sobre la cual podrían darse saltos cualitativos y alcanzar así un nivel cónsono con metrópolis más avanzadas. La dimensión geográfica no constituye un factor que desaliente la investigación como opción nacional.

Es preciso asumir este proyecto de manera racional. En primer lugar, definir los espacios prioritarios. Panamá tiene dos masas de agua frente a sus límites y no cuenta con suficientes oceanógrafos, ni una generación de hidrólogos, que ayuden a orientar un mejor conocimiento de la administración de esas fuentes hídricas. Igual sucede en el campo de la agricultura; donde aún se cosecha mediante prácticas rudimentarias. Hay que aplicar drones y robótica.

Luego hay que establecer un amplio programa de formación de científicos. En la Universidad de Panamá, las carreras de física y química están a punto de desaparecer, porque las matrículas son muy bajas a pesar de que no se llenan las cuotas de los profesionales requeridos en esas disciplinas. ¿Cuántos botánicos, ingenieros de alimentos, limnólogos, veterinarios especializados en fauna silvestres y epidemiólogos se necesitan actualmente?

Y si vamos a otros campos como la psicología, ¿qué cantidad de psicólogos del deporte o de la publicidad y mercadeo van a garantizar el desarrollo de esas actividades e impedirán la importación de técnicos foráneos? Mucha gente que llega al país tarda poco tiempo en conocer que existen serios ‘huecos’ en recursos humanos y las empresas están plagadas de gerentes extranjeros.

¿Es posible que se vendan en supermercados locales latas de leche de coco importadas del sur de Asia y no se tenga una empresa que industrialice las ‘pipas’ de tantas palmeras en las costas panameñas? El camino para el desarrollo de la ciencia está por delante y una eficiente política estatal debe estimular que nos orientemos para conquistar sosteniblemente el futuro.

El autor es periodista
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