• 28/05/2025 00:00

La necesaria tolerancia

Hay diferentes niveles de tolerancia. No es igual para la persona que tiene un futuro incierto que para la que tiene empleo y una economía estable... Panamá necesita un debate de altura, más ideales, más escucha. No más gritos ni descalificaciones

La tolerancia y el respeto son dos requisitos indispensables para cualquier ciudadano o político en un régimen democrático. Hago la salvedad de que en democracia son fundamentales estos valores, a diferencia de los regímenes autoritarios, donde la concentración de poder de unos pocos está por encima de cualquier pretensión, pensamiento, acción o intención de otros.

Hay diferentes niveles de tolerancia. No es igual para la persona que tiene un futuro incierto que para el que tiene empleo y una economía estable. Tenemos un porcentaje de la población que desea manipular a la mayoría, creando mentiras y medias verdades, mal informando; donde la gente por la falta de lectura y en la búsqueda de conocimiento y verdad sigue a falsos líderes, vendedores de ilusión, cuando nuestras realidades son otras. Tenemos un pueblo con ansias de justicia, dignidad y trabajo.

En Panamá, ante la actualidad política, muchos actores inician la descalificación de las personas antes que de las ideas. El pensamiento único, en ocasiones, parece ser considerado como la principal vía posible de entendimiento. Inclusive dentro de la Asamblea Nacional es una actitud frecuente, cuando dentro del debate agotan sus planteamientos y pretenden que la descalificación sea el argumento válido para tratar de imponer sus ideas

Ahora bien, y en esto quiero insistir: lo que se debe descalificar, en caso tal, son las ideas y no las personas que las plantean. Muchos de los adversarios que tanto critican la Ley 462, fueron ellos los que permitieron su descalabro y ahora resultan ser los que tienen la solución.

El debate democrático no es una guerra donde hay enemigos a destruir. Es un espacio de encuentro, de intercambio, donde distintas visiones sobre cómo resolver los problemas del país se enfrentan, pero con argumentos, con datos, con propuestas, con visiones para generar el bien común. El adversario político no es un enemigo. Pensar distinto no convierte a nadie en una amenaza a erradicar. Todo lo contrario: el disenso es la acción que nutre la democracia, que permite corregir errores, encontrar equilibrios e inclusive generar consensos. Cuando se pierde la capacidad de tolerar lo diferente se abre la puerta al autoritarismo. La tolerancia también implica recuperar la ética de lo que es lícito e ilícito. Tiene principios y límites básicos.

La historia del mundo está llena de ejemplos donde, una vez eliminada la posibilidad de debatir libremente, lo que sigue es la imposición. Es un proceso lento, casi imperceptible al principio, donde se normaliza la falta de respeto, se justifica la ofensa y se toman sin un sentido crítico las posiciones contrarias

Por ello, defender la democracia no es solo ir a votar y aprender a votar correctamente. Es también, y sobre todo, una actitud cotidiana de respeto por las reglas, por las instituciones, pero principalmente por el otro. Por el que no piensa como yo. Por el que cuestiona mis verdades. Por el que me obliga a pensar dos veces y a argumentar mejor. Porque sin esa persona, sin esa diferencia, sin ese otro, la democracia pierde su razón de ser. Nuestra democracia no es perfecta, pero todavía podemos disfrutar de nuestro país y es mucho mejor que el autoritarismo.

Es urgente que todos entendamos que sin tolerancia no hay democracia posible y que el respeto a las ideas es la mejor garantía de que no terminaremos viviendo bajo el silencio obligatorio de un pensamiento único o el chantaje de alguna acción que nos afecte a todos.

Panamá necesita un debate de altura, más ideales, más escucha. No más gritos ni descalificaciones. Empecemos a leer, a conocer nuestra historia, porque quien no la conoce está condenado a repetirla.

Debemos aprender a convivir con nuestras diferencias, el país nos necesita a todos y con la ayuda de cada uno podremos construir la patria que todos esperamos.

*La autora es ciudadana panameña
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