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- 30/03/2021 00:00
Tan lejos de Marruecos
En la actualidad, cuando las distancias se acortan por la tecnología y las redes sociales, sin razón en la política exterior panameña se hacen esfuerzos para alejarnos de nuestros posibles socios y, al mismo tiempo, acercarnos a quienes nos distancian de nuestros verdaderos aliados estratégicos. Ese es el caso de las relaciones diplomáticas de Panamá con el Reino de Marruecos.
Después de que Panamá decidió en noviembre del 2013 desconocer al movimiento guerrillero Frente Polisario, el Gobierno de Varela restableció las relaciones con ese grupo separatista aliado de Irán y de la milicia terrorista libanesa Hezbolá, la misma que estuvo detrás del atentado del avión de Alas Chiricanas en 1994, en el que murió una decena de ciudadanos israelíes-panameños.
El Polisario, es una hechura de Argelia en el marco de la Guerra Fría. Ahora la cúpula militar argelina, que desde hace cinco años arrastra una crisis política y social, está viendo que su criatura está convirtiéndose en un invitado incómodo. Con el respaldo de Moscú y Argel, el Polisario sumó inicialmente apoyos internacionales, acompañado por la propaganda de un relato anticolonialista para arrebatarle las provincias del sur a Marruecos. Hoy, solo una veintena de países respalda ese movimiento separatista, cuyo centro de operaciones está en los campamentos de refugiados en Tinduf, en el sur de Argelia, bajo control del ejército de ese país.
Después de medio siglo, el movimiento separatista no ha podido convertirse en un Estado con un territorio, fronteras definidas, independencia política, Gobierno y derechos civiles. No poseen un pasaporte válido para viajar; lo hacen con el argelino. En el caso contrario, los saharauis prosperan en las provincias del sur de Marruecos, bajo el estatuto de amplia autonomía para el Sahara, una iniciativa que gana cada vez mayores reconocimientos.
Antes de dejar la Casa Blanca, Trump reconoció la soberanía marroquí sobre el Sáhara y consideró que su propuesta de autonomía en su territorio es “la única opción viable y realista”. Biden mantendrá esa decisión por la estrecha relación de Estados Unidos con la monarquía marroquí y es un compromiso de Estado.
En mayo del 2013, el Gobierno panameño se pronunció en favor de la autonomía para el Sahara como una propuesta que “merece ser abordada con apertura, pragmatismo y realismo en la mesa de negociación, para sacar ese diferendo de su estatus actual”. Posteriormente, la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Nacional consensuó, en octubre del 2018, una resolución en la que acordaba respaldar la autonomía para el Sahara, “como un punto de partida que abre el compás para un diálogo entre todas las partes involucradas”.
Ese es un tema al que nuestra Cancillería debería dar prioridad en su agenda. Hace un par de semanas, preocupado por la deriva en que se encuentra nuestra política internacional, envié a la ministra de Relaciones Exteriores, Erika Mouynes, nota en la que le pedía “en atención a los mejores intereses nacionales, afianzar los productivos lazos diplomáticos de Panamá con el Reino de Marruecos, respaldando la propuesta de autonomía para las provincias del Sahara”. “Esa sería una buena señal del interés de Panamá de reencauzar las relaciones con Marruecos, actualmente en entredicho, por el reconocimiento de nuestro país a un movimiento guerrillero que en nada contribuye al interés nacional ni a destacar la imagen internacional del país”, concluía esa comunicación.
La política exterior panameña ha sido de abierta hostilidad hacia Marruecos. A Varela se le ocurrió la estupidez de proponer a Marruecos la firma de un convenio de intercambio de información sensitiva. ¿Creen que Marruecos compartiría algo importante con un país que, como Panamá, sigue apoyando a un grupo guerrillero que constantemente atenta contra su integridad territorial?
Los beneficios de una fuerte relación con Marruecos son inimaginables. Ambas economías se complementan y pueden convertirse en la puerta de entrada a cada una de las regiones estratégicas en las que están posesionadas. Marruecos es un país eminentemente marítimo, como el nuestro, y puede contribuir a que la actividad portuaria y logística de Panamá aumente considerablemente, logrando enormes beneficios para la vía interoceánica.
Marruecos le da acceso a Panamá al vasto continente africano. Su desarrollo agrícola exportador de primer mundo representa una importante palanca a nuestro sector agrícola. El turismo, las energías renovables, educación, ciencia y tecnología, finanzas, migraciones y seguridad son algunas de las áreas por explorar.
Por el momento, el inexplicable freno puesto por algunos en la Cancillería y su empecinamiento por mantener relaciones diplomáticas con el Frente Polisario, está comprometiendo el interés nacional y limitando las posibilidades de avanzar en una verdadera alianza con un genuino socio estratégico como Marruecos.