• 06/04/2009 02:00

Nadie mata al Torrijismo

“Estaban conmigo en Farallón Carlos Andrés Pérez, Felipe González y José Francisco Peña Gómez, el gran líder dominicano; la secretaria m...

“Estaban conmigo en Farallón Carlos Andrés Pérez, Felipe González y José Francisco Peña Gómez, el gran líder dominicano; la secretaria me dice en voz alta: —Mi general, lo llama el presidente Carter desde Washington—. Salté de la hamaca y con aire de superioridad dejé a todos sentados y fui al teléfono. Terminé de hablar con el presidente Carter, y retorné sintiéndome el hijo de Napoleón con Josefina. Mientras caminaba a la terraza, de pronto me acordé de dónde había salido, quiénes me criaron, y sobre todo, ¿quiénes me daban la fuerza que yo tenía?..., el pueblo, los pobres. Y así, de repente, me dije, “Omar, hijo de Joaquina, pon los pies en la tierra”..

Esas frases fueron repetidas con intensa emoción en la plaza 5 de mayo en el entierro del gran líder por el sacerdote Carlos Villalobos. Hoy, apenas una minoría pequeñísima lo conoció personalmente. Muchos saben de él por otros, admiradores o enemigos. Algunos lo odian sin saber realmente de él, por oídas. Ese hombre, pecador, pero lleno de amor por los pobres, su estilo, sus fines, constituyen el real Torrijismo. Luego de la firma de los tratados del Canal en septiembre de 1977, más de doscientas mil personas, en presencia de mandatarios latinoamericanos coreaban impacientes por más de media hora: “Omar, Omar, Omar...”.

Viendo que el general no llegaba, me correspondió, como su secretario, llamar a varios lugares, al final constaté que estaba en Coclesito. No me quiso contestar. Chuchú Martínez me dijo (en secreto): “Mi coronel, mi general está encerrado en su cuarto, y no diga nada, pero está llorando al oír corear al pueblo su nombre; dio la orden de que no vamos para Albrook, dice que sigan con el acto sin él”. En la tarima principal, el presidente mexicano López Portillo, gritó al micrófono: “Omar Torrijos Herrera, ven hacia acá, a ti es a quien llaman. Llamemos al hombre por su nombre, Omar Torrijos Herrera, eres tú al que el pueblo quiere ver”.

Pero Omar no llegó nunca, pese a los aplausos. Esas muestras de sencillez, humildad, servicio, para tantos miles, eso, constituye el Torrijismo. No lo podrán borrar ni adversarios panameños ni ningún argentino; uno de ellos que anda por Panamá me confesó en privado que lo admira, aunque por su trabajo deba atacarlo. El sabrá sus razones.

Torrijismo no es buscar el poder por el poder, no es gastar muchos millones para tomar el poder y hacer más empresas especulativas, aunque prometa lo contrario. Omar gobernó 13 años, logró soberanía y Canal, orgullo internacional, defendió con pasión a los del campo, promovió reformas agrarias, legó un gran Código de Trabajo, la clase media conoció llegar a ministros, multiplicó las becas y escuelas por doquier, reconoció el golpe militar como un pecado original, comprendiendo el rencor arnulfista, sin revanchas.

No buscaba ensalzarse ni enriquecerse. Y ni el más grande enemigo, rastreando todo, le encontró ni un cuarto de milloncito en ningún banco. Nada menos que monseñor Marcos Gregorio McGrath, no su amigo, le reconoció: “Omar tuvo el espíritu de misericordia del Señor, amó a los pobres no sólo de Panamá, sino del tercer mundo”. Así, aunque no lo expresara, definía el Torrijismo. Un estilo humilde, una finalidad superior. Eso está en juego este próximo 3 de mayo. Sólo un partido lo representa.

-El autor es embajador de Panamá en Perú.homiliadiaz@gmail.com

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