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- 19/11/2014 01:00
Prebendalismo mediático
El papa Francisco ha puesto los puntos sobre las íes. En nombre de la Iglesia Católica e interpretando al mundo cristiano, ha venido denunciando a ese flagelo de la corrupción, que anula el Estado de derecho; mediatiza todo sus haberes institucionales y representa una abominable práctica, al punto que su santidad, desde Roma, categóricamente ha dicho que la corrupción es un pecado a los ojos de Dios. En efecto es así; desviar sumas millonarias del erario, es decir, de todo el pueblo, hacia provecho individual constituye una perversidad y es antiético.
La corrupción adquiere muchas modalidades; entre ellas, el tráfico de influencias mediando dinero para un fin; nula transparencia en los actos públicos para favorecer intereses en las licitaciones públicas; lavado y blanqueo de capital, etc.
El maestro, abogado y politólogo René Zavaleta Mercado, señala que históricamente ha existido la corrupción, pero que ese no es el problema, sino que los mecanismos de autocontrol del Estado, funcionen y la mantengan a raya. Cuando esos mecanismos de control y fiscalización han sido rebasados por estas diferentes modalidades de la corrupción, que Dios nos agarre confesados. El Estado de derecho, la democracia, pierden sustancia y se desnaturaliza. Esto es peligroso, porque es el escenario donde la corrupción se vuelve violenta y si no lo creen, mirémonos en el espejo mejicano, la vorágine de la corrupción llegó al extremo del asesinato de un líder político candidato a la Presidencia. Las adalides de la lucha contra la corrupción, comienzan a ser objeto de amenazas y chantajes.
Este flagelo de la corrupción, según algunos economistas, puede cuantificarse en dinero; por ejemplo, se señala que los abultamientos o sobreprecios, muy de moda en un Estado afectado por la corrupción, se aproximan a sumas millonarias. Se calcula que las mordidas oscilan entre un 25 al 30 % de esas inversiones públicas, lo que nos lleva a conjeturar que la corrupción se ha apropiado de sumas que pueden llegar a los mil millones de dólares. Lo anterior no incluye la afectación, en derechos humanos, ambiental que habrán de cargar las próximas generaciones.
La situación en nuestro país, es grave; lo que demandará de un esfuerzo nacional, para enfrentar la corrupción. En ese sentido, lo anterior pasa, caminar hacia una gran red cívico-democrática, para evitar que se imponga la impunidad y la justicia siga empantanándose. No sublevemos a los corruptos; alrededor de ellos, se articulan intereses poderosos y de seguro que contraatacarán; manejan y controlan muchos recursos.
Caminemos, entonces, hacia un gran movimiento nacional, para restaurar la mediatizada institucionalidad que hoy está bajo la tormenta de la crítica y el cuestionamiento cotidiano.
ABOGADO