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- 08/11/2018 01:02
Mejorar la nutrición, cambiar la sociedad
Cuando hablamos de nutrición, tendemos a pensar en cómo deshacerse de unos kilos de más o cómo huir de un excesivo consumo de grasas para evitar problemas cardíacos y respiratorios. Sin embargo, la importancia del tema va mucho más allá.
La nutrición es un elemento clave para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que la comunidad internacional se ha fijado para 2030. No solo porque acabar con el hambre sea uno de los fines principales de esta hoja de ruta hacia una sociedad que no deje a nadie atrás, sino porque una mala nutrición merma las capacidades intelectuales y físicas de las personas que, en esas condiciones, no pueden alcanzar su pleno desarrollo económico y social.
Los problemas de nutrición son síntomas de problemas sociales de gran magnitud, como la falta de atención de las autoridades de muchos países hacia las áreas rurales o grupos tradicionalmente desfavorecidos como las mujeres, los jóvenes o los pueblos indígenas.
Sin embargo, la nutrición es también una herramienta para el cambio social. Si mejoramos la nutrición de los grupos más desfavorecidos, lograremos sociedades con más igualdad. Países y regiones en donde, por ejemplo, no haya madres adolescentes subalimentadas dando a luz a bebés desnutridos y perpetuando así el ciclo de la desnutrición.
América Latina y el Caribe enfrentan un doble desafío en el campo de la nutrición: desnutrición y hambre, por un lado; sobrepeso y obesidad por otro. Mientras que 5,1 millones de niños menores de cinco años siguen sufriendo desnutrición crónica, el sobrepeso afecta al 58 % de la población (360 millones de personas) y la obesidad al 23 % de la población (140 millones de personas).
Para afrontar este tipo de problemas, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), la institución financiera internacional y agencia de Naciones Unidas especializada en desarrollo rural, está haciendo de la nutrición una prioridad global y un eje de actuación principal en los proyectos que financia en América Latina y el Caribe.
Lo hace convencido de que las inversiones en los sistemas agrícolas y alimentarios pueden mejorar la nutrición y asegurar que alimentos diversos y nutritivos están disponibles a precio asequible para toda la población.
Traducido al lenguaje de la calle, esto quiere decir que, si se diseña una estrategia de desarrollo para un municipio, una región o un país, teniendo en cuenta las cuestiones relacionadas con la nutrición, se pueden identificar actuaciones que resultarán no solo en un mejor desempeño económico de los pequeños agricultores, sino en una mejor nutrición del conjunto de la población. Y una población mejor nutrida es, a su vez, una población con más capacidad de ser protagonista de su desarrollo económico y social, lo que crea un círculo virtuoso.
¿De qué tipo de actuaciones estamos hablando? De algo tan sencillo como ver las carencias nutricionales que existen en una zona, considerar qué alimentos que se pueden cultivar de forma sostenible en esa área suplen esas carencias y promocionar tanto su producción como consumo.
El perfecto ejemplo de esto es lo que pasó en la región andina con la quinua, un alimento, de gran calidad nutritiva, desconocido para el gran público hace unos años. Su promoción ha redundado en una mejor nutrición para miles de personas en todo el planeta, y en millones de ingresos para los productores del cereal.
El fenómeno puede repetirse con otros alimentos como el umbú, una fruta brasileña o el amaranto, que crece en casi toda América Latina. Eso sí, hay que hacer las cosas con cuidado para que los pequeños agricultores, quienes verdaderamente sostienen los sistemas agrícolas y alimenticios de nuestros países latinoamericanos y caribeños, sean tanto los protagonistas como los beneficiarios del boom .
El FIDA, que acaba de abrir en Panamá su oficina subregional para Mesoamérica y el Caribe, pone a disposición, de todos aquellos que en el país y la región estén interesados en promover la perspectiva de nutrición en el diseño de proyectos de desarrollo, sus más de 40 años de experiencia en el campo del desarrollo rural.
DIRECTOR SUB-REGIONAL DEL FIDA PARA MESOAMÉRICA Y EL CARIBE.