Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 27/02/2022 00:00
A mi manera: Para refrescar la memoria
¿Por qué ya no escribes artículos de opinión? Es pregunta de algunos de los amables lectores que me siguieron durante casi 20 años y cientos de escritos. ¿La razón por la que “guindé los guantes”? La columna de opinión puede servir para adular, descargar bilis, “sacarse un clavo”, callar a conveniencia, etc. Mis escritos no tomaron esos caminos; en ocasiones critiqué a funcionarios y empresarios; otras veces compartí reflexiones para despertar solidaridad; escribí sobre amistad, niños, libros, amor, corrupción, caricaturas, pobreza, prejuicios, maternidad, naturaleza, ancianidad, etc. No hubo tema al que “le sacara el cuerpo”. Me preguntaba mientras consideraba abandonar la columna de opinión, si escribía solo para “soltar carga” y si mis escritos tenían alguna trascendencia, algún efecto. Y sentí que no, que no haría diferencia dejar de escribir. Y empecé a teclear solo para mi Yo, hasta que hace un par de días sentí la necesidad de decir lo que están leyendo.
De 1990 a 2019 fueron nuestros presidentes Endara (q. e. p. d.), Pérez Balladares, Moscoso, Martinelli y Varela. Y de todos me ocupé. En mi columna “A mi manera” (La Estrella de Panamá 12/5/2019) dediqué el artículo “Mejor carta abierta que cerrada” a Laurentino Cortizo. Han pasado 2 años 8 meses desde aquel escrito. Frases de aquel artículo: “Pronto se va a dar cuenta de que algunos funcionarios, tal vez con buenas intenciones, pero otros con intenciones no tan santas, procurarán crear un cerco entre usted y nosotros los ciudadanos de a pie”. “Usted, futuro presidente no es bisoño en política”. “Esos funcionarios, créame, son como abejas al panal, tal como dice la canción de Juan Luis Guerra”. El que desee el texto completo solo debe “guglear” (palabra aún en observatorio de palabras de la RAE). Enlazo este escrito con el que titulé “Los niños N” (La Estrella de Panamá, 9/6/2019), cuyo encabezamiento dice: “Usted, funcionario, ciudadano, comerciante o político corrupto, roba a esas madres y sus niños. En Panamá no se cortan manos a los ladrones, como se hace en algunos países. Pero córteselas simbólicamente, futuro presidente Cortizo. Hágalo por todos los niños N de este país”. Por esos niños que entraron en mi vida en 2018.
Así que aquí vuelvo a opinar, porque me indignan las marranadas con fondos estatales repartidos como confeti (que proveemos usted que me lee, yo y miles más); y aún más la perversidad del lucro inmoral en tiempo de pandemia con muertes, enfermedad, crisis económica, desempleo, etc. Todo vale para la rapiña: planillas y fundaciones brujas, negocios privados turbios. En el área de San Miguel, en Calidonia, (donde viven los niños N), a un par de cuadras de la avenida Central, se ven escenas de profunda miseria y degradación; en decadencia extrema, barracas con madera podrida, (demolición pendiente desde hace muchos meses), donde varios niños se accidentaron; uno de ellos casi pierde una pierna; las condiciones tan insalubres en que viven (inodoros desbordados, baños mugrosos, hacinamiento, etc.), lo llevaron al Hospital del Niño (gracias, Dr. José Renán Esquivel y personal médico actual); tras dos meses en el hospital se le dio de alta, pero, créalo o no, con prohibición expresa de regresar al muladar en que vive su familia, debido al peligro de reinfección; el niño está albergado en una fundación religiosa para su recuperación y terapia. En su “vivienda”, un padre sin trabajo, una madre con salud precaria y 5 niños, 4 en edad escolar. ¡Y no me digan que son pobres porque quieren y que no tienen trabajo porque no quieren trabajar! Esos seres, como tantos otros, nacieron molidos por el trapiche de sistemas y Gobiernos que, más que velar por la salud y educación de sus ciudadanos, han sido, por años y años, ignorados por funcionarios dedicados a saquear el Erario con la corrupción que con eficacia le baja los calzoncillos a la honestidad. En nombre de los niños “N”, nuevamente, agradezco a las personas que colaboran con alimentos, medicinas, muletas, ropa, celulares y las tarjetas prepago para que esos niños siguieran las clases virtuales, etc.
¿Cómo callar estos sentimientos, cómo permanecer indiferente ante el desparpajo con el que el enjoyado alcalde de Colón, Alexis Lee, confiesa para qué le sirven los fondos que nosotros le suministramos? ¿Que me sea indiferente que esta vez sea aún más baja la calidad de los que nos representan en la Asamblea, algunos tan zafios que más parecen matones de barrio; o que no me perturbe que sobre algunos caen sombras de vínculos con la narcomafia? ¿O el extraño, inexplicable, interés del diputado Pineda en plantear un tercer período para la rectora de la Unachi? ¿A santo de qué ese afán que no es nadita por su interés en educación universitaria de calidad? ¿Qué no indignen los dudosos manejos de alcaldes y representantes que se replican en todos los municipios y en una asamblea pestilente con diputados que engordan su cuenta bancaria y suman propiedades y también a familiares y amigos con estas tramoyas y con el crónico “cash back”? De ñapa, un contralor que parece no tener el control de abusos ya sin tapujos ni disimulos. Y una justicia “achicopalada” y selectiva.
No, no se trata de falta de dinero sino de que siguen intactas las estructuras que impiden cerrar las vías a los males que nos desprestigian en mediciones internacionales de corrupción y de educación, males que se enlazan. Que esta pandemia haya servido para repudiable lucro, muestra la degradación de los valores que anula la codicia del dinero. ¿Por qué escribí este artículo, catarsis inútil? También porque no cesa de asombrarme el cinismo de muchos políticos, empresarios y familiares beneficiados por la corrupción de Gobiernos anteriores que critican ahora, cuando ya no están pegados a la ubre gubernamental. Ya empezó el blablablá para las elecciones de 2024. Dijo Milton Friedman, economista norteamericano: “Los Gobiernos nunca aprenden. Solo la gente aprende”. Nosotros, ¿cuándo aprenderemos?