• 17/02/2023 00:00

Miguel Ángel Candanedo: una remembranza

“[...] sus inquietudes intelectuales nunca se divorciaron de las tareas de transformación social”

El año 2022 terminó para la extensa familia Candanedo con la pérdida de uno de sus miembros más destacados, entre la extensa lista de los que, desde las ideas, las letras y las profesiones, han contribuido a cimentar nuestra nación. Amigos, colegas y compañeros de lucha han ido testimoniando la valía de Miguel Ángel Candanedo Ortega como catedrático y filósofo, como líder social y promotor de amplias iniciativas para fortalecer la conciencia y personalidad nacionales. Confiamos en que esos actores rindan el más cumplido homenaje a su memoria, imitando sus virtudes y contribuyendo a compilar el vasto corpus de sus discursos y artículos, dispersos en revistas, publicaciones y grabaciones que dan cuenta de su alto magisterio, pleno de elocuencia e integridad. Miguel Ángel llegó a convertirse en el tribuno más elocuente de la izquierda panameña, expresando la grandeza generosa del pensamiento socialista en pro de la construcción de una patria más justa y solidaria. Pero este escrito modesto no pretende siquiera trazar los fundamentos del pensar de Candanedo, anclado en el materialismo dialéctico y en los idearios martiano y bolivariano de Nuestra América. Un ideario que se forjó bajo la égida de Ricaurte Soler, su referente amical y teórico más próximo, y que maduró en España, cuando se especializó en la problemática de la concepción de ciencia en Marx. El materialismo histórico y el pensamiento marxista fueron su ancla y norte... Pero me alejo del desiderátum de estas líneas. Mi propósito es dar cuenta apretada de la formación socio-familiar de este panameño, de este chiricano, de este boqueteño realmente universal.

Miguel Ángel fue el octavo hijo del matrimonio de José Agustín Candanedo Samudio y Raquel Ortega. El primero oriundo del hontanar panameño de los Candanedo: el Bijagüal finisecular; la otra, una hermosa gualaqueña, verdadera matrona y cimiento firme de su hogar. De los nueve hijos de Raquel y José Agustín, siete se dedicarían al magisterio: Olga, Dilia, Fortuna, Ligia, Ada, José y el propio Miguel Ángel. Los otros, Claudia sería ingeniera hidráulica, llegando a ocupar la representación del hemisferio en la Organización Metereológica Mundial, y el otro, Rodulfo, desempeñaría 30 años de labor integérrima en Banco Nacional de Panamá.

José Agustín, el padre, se asentó en Boquete, allá por los inicios del siglo pasado, llegado por unos meses para administrar una propiedad, pero se quedaría allí toda la vida. Ocupó muchos puestos públicos en la comuna edilicia merced a su vasta formación autodidacta, de amplísimo vuelo, su escritura elegante, su verbo atildado, legado que los Hermanos Cristianos dejaron en su formación básica en el David del tránsito, entre los siglos XIX y XX. Igualmente se dedicó a la agricultura y a la ganadería, llegando a poseer vastas posesiones en las que José y Miguel Ángel forjaron el carácter recio y adquirirían los valores de honestidad y probidad a toda prueba; valores que fueron signo admirable en los académicos en los que ambos se convertirían muchísimos años después.

Finalizados sus estudios en el colegio Félix Olivares Contreras de la capital chiricana, los dos hermanos Candanedo Ortega se echaron al mundo, pues, con prole tan numerosa, mi abuelo era tajante: “Hasta aquí puedo yo, el resto lo hará su hombría”. Y fue así.

Primero agricultor de rudas faenas, no siempre con los frutos deseados, pues o la cosecha no era buena o el altibajo de los precios no resarcía las duras jornadas. Ello les empujó a convertirse en vendedores, acarreando legumbres para la capital, y, finalmente, a dedicarse a la venta de libros o seguros en las calles de Panamá de los años 60 del siglo pasado. Finalmente, Miguel se hace obrero de la Refinería en Colón, dato poco conocido.

Sin embargo, su inteligencia preclara le indica que necesitaba otros horizontes. Así se matricula en la Universidad de Panamá. Como tantos panameños de bien, fue un estudiante esforzado, a medio tiempo, tras rudas jornadas de trabajo. Finalmente alcanzó, con altos honores, el título de Humanidades con especialidad en Filosofía e Historia. Se hizo profesor de ambas asignaturas e inició su larga carrera de enseñanza en la educación media, y luego, en la propia Universidad como asistente de cátedra.

Debo señalar que sus inquietudes intelectuales nunca se divorciaron de las tareas de transformación social. En ello hizo suya la undécima tesis marxiana sobre Feuerbach: lo que importa es no solo pensar, sino transformar el mundo. Ya en la coyuntura del golpe de Estado de 1968, Miguel fue de los que se echó al monte para combatir lo que pensaba era la instauración de un militarismo retrógrado. Así combatió a los militares de Torrijos en el piedemonte cordillerano, hasta que se vio que aquello no tenía ni pies ni cabeza: Arnulfo se acogía de nueva cuenta a la salvaguarda norteamericana, y Torrijos emprendía un proyecto nacional inédito. Tras un período en la clandestinidad, Miguel haría vida universitaria, y eventualmente se convertiría en uno de los ideólogos de la llamada izquierda torrijista (La Tendencia), alentado sobre todo por el proyecto de recuperación canalera que el general Torrijos llevó adelante con una inédita estrategia internacionalista. En tales luchas se fraguó Miguel Ángel como líder estudiantil y docente, y luego líder social afincado en la tarea inconclusa de perfeccionar nuestra soberanía y en la lucha anti-imperialista de alcance continental.

Lo demás ya es historia. Deben narrarla, como ejemplo y acicate para las nuevas generaciones, los historiadores de las ideas en Panamá, quienes hallarán oro fino en esta vida procera e íntegra de Miguel Ángel Candanedo Ortega.

Economista
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