• 03/10/2022 00:00

La música y la transición entre generaciones

“El tiempo juzgará y veremos cómo ellos, dentro de algunas décadas, valoran la música que hoy parece marcar una ruptura cultural de la transición entre generaciones”

En las redes circula un escrito que atribuyen como opinión de “un ganador del Grammy Latino que prefiere quedar en el anonimato por temor a represalias de la Industria sobre los premios otorgados a Bad Bunny y al Reggaetón”.

El supuesto incógnito, sí, “supuesto”, porque ya sabemos que cualquiera sube a las redes lo que sea y se lo atribuye a quien le da la gana. Pero volviendo al caso, él o la susodicha, ante la pregunta: “¿Qué piensa del éxito de individuos como Bad Bunny?”, respondió: “Lamentablemente, creo que es exitoso por la incultura de la gente y América Latina es un pueblo en dramática involución cultural que no tiene remedio”. Y añadió: “Son tramas del lumpen e intereses de las mafias de las disqueras que obedecen a las élites económicas, a las que les conviene que la gente esté mal, se embrutezca y sea cada vez más ignorante y estúpida, porque incita a las adicciones, el consumo de droga, la promiscuidad sexual con cualquier sexo y la vida irresponsable. Es la promoción de una vida de fantasía totalmente fuera de la realidad en el mensaje de algo que no es música, sino un disfraz latinizado y superficializado de un movimiento social encaminado a promover las peores deformaciones de lo más bajo de la sociedad, aprovechándose de la ingenuidad e ignorancia de gran parte de la juventud” (copiado tal cual).

Lo planteado por el “incógnito” y señalamientos muy parecidos de otros muchos sobre esta música, es materia de profundos y serios estudios por parte de sociólogos, psicólogos sociales y todos aquellos expertos en disciplinas científicas que atienden la conducta o el comportamiento humano, conforme su evolución y las influencias externas a las que se ven expuestos.

Yo no tengo experticias en esas áreas de estudio ni mucho menos. Lo que me queda es la rudimentaria tarea de comparar la música de mis tiempos con la de ahora. Justo o no, como hacemos todos, generación tras generación, creemos que “cada tiempo pasado fue mejor”.

A mí no solo me influenciaron varios géneros musicales de las décadas entre 1960 y1980. También fui profundamente influenciado por la música de la generación de mis padres: el calipso del Caribe, las “big bands” a lo Duke Ellington, Count Basie; cantantes como Ella Fitzgerald, Nat King Cole, Frank Sinatra y toda esa generación. Crecí con la influencia musical que salía del norte, particularmente de los Estados Unidos, en los sonidos de Motown y los grupos soul; algo de Rock, Santana, etc. Del mundo latino, el Gran Combo, Cortijo, Ismael Rivera, José Feliciano, José José, Oscar D'León y una variedad de aportes que mayormente provenían de la Fania All Stars, como Celia Cruz, Willie Colón, Rubén Blades, etc. En Panamá, los Combos Nacionales.

Me tocó la Nueva Trova Cubana: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y toda la propuesta social y revolucionaria de una América Latina que buscaba mejores condiciones sociales para los menos afortunados y los desprotegidos: Soledad Bravo, los nicaragüenses Luis Enrique y Carlos Mejía Godoy, Chico Buarque, etc.

Creo poder asegurar que, de mi generación o círculo más cercano de contemporáneos, compañeros o amigos históricos, la gran mayoría tuvo una muy parecida experiencia influenciadora con respecto a la música durante nuestro desarrollo. Pero lo más importante es que, en términos generales, la influencia generacional de la variedad y género musical a la cual fuimos expuestos, subrayó un sentido de apreciación artística más sensible culturalmente y menos agresivo.

Si “la música amansa a las fieras”, como dejara plasmado el mitológico poeta y músico griego Orfeo, muchas de las ofertas musicales que hoy ocupan a esta generación parecen hacer lo contrario. El arte de crear lírica con una estética musical que transita sobre lo romántico o poético, en gran medida, ha desaparecido. Mientras tanto, se sumergen en “… letras perversas que, si las logras descifrar son balbuceos soeces monótonos embrutecedores y elementales”, como dijera el “incógnito” en el escrito que circula.

De alguna manera, mientras las disqueras hacen millones, esas ofertas musicales parece desligarlos de las graves amenazas políticas, sociales y culturales que su generación hoy enfrenta y que, tarde o temprano, será asunto de ellos resolver. El tiempo juzgará y veremos cómo ellos, dentro de algunas décadas, valoran la música que hoy parece marcar una ruptura cultural de la transición entre generaciones.

Comunicador social.
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