• 19/07/2022 00:00

Nalu Nega

La lectura de la novela Nalu Nega lleva al lector conocer a una sociedad indígena que existe gracias a sus luchas y grandes líderes del pasado

Alfredo Cantón es el autor de la novela Nalu Nega, premio Nacional Ricardo Miró en 1960. A pesar del tiempo transcurrido desde su publicación, 62 años, la obra no pierde vigencia debido a su contenido social, económico y cultural. Además, el 8 de julio es menester recordar al autor, ya que en esa fecha conmemoramos el aniversario de su fallecimiento.

Nalu Nega es una de esas novelas cuyo contenido son perfectamente analizados desde diferentes puntos de vista en momentos actuales, desde la óptica en que lo miremos, de una sociedad con todos sus altibajos, trata de salir hacia adelante, pero sobre todo manteniendo su visión desde la creencia y visión de sus antepasados, donde las tierras no podían ser enajenadas, sino que debían ser preservadas a toda costa. Por razón a esta creencia, los kunas han preservado sus tierras. Sobre esto, ya un líder kuna manifestó lo siguiente: “Una tierra para labrar para nuestra tranquilidad, seguridad de las futuras generaciones y el libre desarrollo de mi cultura y para el bien de nuestros hijos”.

La lectura de la novela Nalu Nega lleva al lector conocer a una sociedad que históricamente existe gracias a sus grandes líderes del pasado, sus luchas han sido analizadas en diferentes momentos; también aborda el aspecto económico que es la venta y compra de coco, que actualmente sigue siendo tema de debate sobre su producción y valor en los congresos locales y en el Congreso General Kuna. Para los que se dedican a la agricultura y la pesca el coco sigue siendo su principal entrada.

Una sociedad indígena que rehusaba a los cambios que se veían venir por sus creencias que también son expuestas por el escritor Alfredo Cantón. Y eso lo personificó magistralmente en su novela.

Nalu Nega es una isla pequeña en Kunayala que el laureado escritor panameño escogió para su gran obra literaria, ubicada en el sector de Carti, cerca de El Porvenir, escenario de otros acontecimientos históricos que marcaron la historia de la comarca y de sus grandes personajes del momento.

De esta novela el escritor Raúl Leis, quien también conoció muy bien la comarca Kunayla, ha dicho que: “La mayoría del pueblo cuna, rebelde y erguido dentro de la debilidad y pequeñez numérica, que como parte de esa riqueza, primero intenta existir con dignidad y en esa medida la ostenta para hacerla producir”. Otros temas desarrollados a través de la novela son precisamente la dignidad y la identidad que tenían que ser mantenidas a toda costa. Por eso, no le fue fácil al joven no kuna casarse con Nalu Nega, pero que el amor pudo más que las creencias practicadas en ese momento. Se reflejan dos escenarios distintos, por un lado, el amor entre una pareja, la mucha kuna de nombre Nalu Nega y el muchacho no kuna, quienes luchan por mantener su amor, exigir sus derechos de estar juntos, y el pueblo que no permitía cambiar esa realidad. A medida que uno va avanzando en su lectura va observando las diferentes manifestaciones culturales y creencias del pueblo kuna que el autor determinó, identificó, y presentó sus raíces ancestrales. Dos realidades totalmente opuestas. No obstante, Nalu Nega, como lo presenta el autor, sentía que estas dos realidades tenían que ser equilibradas en forma justa, no impuesta una sobre otra, porque no se trataba de eso, sino de proclamar el ideal de Ibeorgun de hace muchos siglos, pero también de ser beneficiados por la ciencia del mundo occidental.

Nalu Nega como tal se adelantó a los hechos. Y es que el autor había conocido toda la comarca e investigado sus creencias y cómo la sociedad de aquellos tiempos estaba estructurada, y sobre estas bases fundamentó su novela a través de sus protagonistas, personajes secundarios, el espacio, el lugar, las figuras literarias, el drama, y el desenlace de los hechos que en sus primeras páginas presenta al lector y capta su atención inmediatamente. La novela no deja de ser leída de forma amena, aparte de estar inmerso en una cultura que mientras no se conozca a profundidad, se seguirán emitiendo juicios y opiniones fuera de la realidad.

Para conmemorar los 62 años desde su publicación, invito a los amantes de la buena literatura y de la historia de uno de los grupos indígenas de nuestro país, a leer Nalu Nega, porque de verdad es fascinante escuchar la historia a través de la pluma magistral de don Alfredo Cantón. En su aniversario, el mejor reconocimiento a los grandes escritores para no morir sería, como se manifiesta en la edición 2018 de la Editorial Biblioteca Nacional: “Conocerlo, leerlo o releerlo, para tomar sus aportes proteicos; sus planteamientos deben ser retomados cuando existe la necesidad de tomar como la principal riqueza nacional”.

Docente escolar
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