ONG ambientales en América Latina comenzaron a debatir este martes en Panamá puntos claves, como el control de químicos en los plásticos o la reducción...

Desde tiempos prehistóricos, el mundo ha ido cambiando paulatinamente, dividiendo territorios, creando islas, lagos y cerrando vías territoriales para bien o para mal de algunas latitudes.
Pero, fijándonos en los tiempos actuales, tenemos el acertijo de si siempre los pobladores de la tierra fuimos iguales, o hemos ido cambiando a lo largo de la historia. Interesante perspectiva.
Analizando profundamente algunas directrices humanas, vemos que hay innumerables características que definen tanto a un ser racional, como animales y flora. Cada uno es único en su clase, porque Dios, en su perfecta sabiduría, quiso crearnos para que cada uno fuera original y se comportara de manera distinta.
Basados en eso, podemos decir que jamás habrá un ser humano, animal o flora igual a otro. Pero sí podemos decir que hay mucha semejanza entre unos y otros.
Por eso, nos preguntamos si los abuelos transmiten valores y hábitos muy singulares a través de las generaciones, ¿por qué no todos somos iguales?
El reino animal y la flora trabajan arduamente en subsistir y crear un mundo bello... ¿Por qué los humanos somos tan dejados, y no nos preocupamos de dejar un legado que todos puedan aprovechar y sentirse orgullosos?
Punto por punto podemos analizar a los jóvenes de hoy en día. Cuánto necesitan de la sabiduría de los ancianos.
Estos jóvenes, envueltos en su tecnología, lo creen saber todo. Sí, la tecnología es algo asombroso que ha venido a revolucionar el mundo, para bien y para mal. Pero, si lo usamos negativamente, nos hunde en una triste realidad.
Aunque también tenemos jóvenes comprometidos con valores y respeto, pero, lamentablemente, son los menos. ¿Dónde quedaron las vocaciones religiosas?
Qué interesante sería si hiciéramos una encuesta en los colegios, no solamente en materia de exámenes, como se hizo recientemente, donde Panamá obtuvo una pésima puntuación, que da vergüenza dada las oportunidades de óptimos adelantos científicos y tecnológicos que ofrece nuestro país, y nos vanagloriamos en ofrecer grandes bondades a los visitantes e inversionistas, tal vez con un gran esfuerzo de algunos que verdaderamente luchan por estar a la vanguardia en servicios bien ofrecidos, pero que no alcanzan el porcentaje merecido para un país en que sus ciudadanos son personas amables y bien intencionadas, y dan la bienvenida a todos los turistas con buen ánimo, y deseo de mostrar lo bello que tenemos en nuestro país.
Pero, tenemos tantas deficiencias que da vergüenza, debido a los vividores de siempre. Un pasado de corrupción tan grande, que ha sido el flagelo y nos ha puesto en un hueco socioeconómico y cultural fenomenal. Un sistema financiero y marítimo que otrora fue nuestro orgullo, y ahora grupos adversos tratan de anularlo; un sistema de justicia que estremece a cualquier país; una educación pública que no logra levantarse; una actitud de los ciudadanos que se ha hecho acreedor que los extranjeros se vayan posicionando cada vez más profundamente; un no me importa con los necesitados, sobre todo los adultos mayores, que se desvanecen en su tristeza y soledad porque pareciera que fueran una carga para la sociedad, cuando son los que mantienen firme una sociedad agonizante, pero aun así, nutren las comunidades con su fe y radiante alegría, y no se dan por vencidos.
Pero ¿qué pasa con los demás ciudadanos? Vemos grandes resorts, donde una noche vale más que una casa en promedio medio, y se gastan miles y miles de dólares en recreación. Los restaurantes están llenos, al igual que teatros, tiendas, centros comerciales y supermercados.
Entonces, ¿dónde está el balance? Es que los que tienen no comparten con los más débiles y necesitados. Esa es la diferencia.
¿Qué hace el gobierno por los ancianos? Gastan millones en cosas superfluas, basados en intereses políticos, y dónde queda el medio ambiente que es el eje para un futuro mejor para sus ciudadanos.
Dónde queda un buen centro geriátrico para atender a sus adultos mayores, con todo el equipo básico incluyendo hospital y rehabilitación, a tono con sus crecientes necesidades. Quién se ocupa de ampliar los centros médicos necesarios en el interior, y mejorar los existentes. ¿Dónde están los ministros que ganan miles de sueldos?
No, prefieren gastar millones en un centro veterinario, en viajes sin necesidad, en grandes almuerzos y fiestas faraónicas, en brazaletes electrónicos para internos que bien pudieran utilizarse para un centro penitenciario digno, con un buen plan de rehabilitación y resocialización; aumentos de sueldos en la junta del Canal, Caja de Seguro Social, Asamblea Nacional, Corte Suprema de Justicia, y quién sabe cuantos otros. ¿Qué corona tienen estos funcionarios que gozan de todos los privilegios a su disposición? ¿Cuándo se va a acabar la impunidad en este país?
Mientras los asegurados, sobre todo los adultos mayores, pasan páramos para obtener aún lo más básico y algunos mueren antes de poder conseguir el servicio que necesitan. Y otros que sufren la inhumanidad de sus funcionarios y médicos.
No es justicia. No es humanidad, y no es de seres racionales ese comportamiento.
Así que no todos somos iguales. Tratemos de cambiar situaciones.
Ciudadanos, despertemos. No contribuyamos con protestas estériles que lo único que hace es destruir un país.
Señor presidente, oiga el clamor de su pueblo, y no ceda ante las apremiantes necesidades de un país noble y generoso, hasta ahora muy paciente.