• 13/05/2009 02:00

Nuestra cultura...

Me refiero al artículo escrito por Henry Gorgona publicado el 25-IV-09 en La estrella. Me llamó la atención por unas inexactitudes, pues...

Me refiero al artículo escrito por Henry Gorgona publicado el 25-IV-09 en La estrella. Me llamó la atención por unas inexactitudes, pues de acuerdo con el autor, antes de Omar Torrijos aquí en Panamá sólo los ricos podían disfrutar de expresiones artísticas cultas.

Los Padres de la Patria (no nuestros legisladores, me refiero a los inicios de la República) se preocuparon por la cultura de todos. Hasta hubo en Panamá una escuela de ópera, algo que muchos desconocen. El Ministerio de Educación tenía un departamento de Bellas Artes mejor organizado que el INAC (INDE), antiguo INCUDE. El Conservatorio Nacional o Instituto Nacional de Música y Declamación (tuvo varios nombres por motivos políticos) situado enfrente de la Boyacá, a pocos pasos del Parque Tomás Herrera y de la Escuela Nicolás Pacheco, alimentó el espíritu de muchos panameños que nacimos y crecimos antes y después de 1968, que me supongo será la fecha de nacimiento del autor de este artículo, cuando se inició la llamada Revolución.

Volviendo a las Artes y al Conservatorio, los alumnos proveníamos del Terraplén, El Chorrillo, San Felipe, Santa Ana, Colón, la Zona, o sea, de todos los estratos, los que no podíamos pagar profesores privados. En esos tiempos antes de la narcodictadura y del INCUDE, los niños y jóvenes nos ocupábamos más del arte que de las drogas, al revés de lo que empezó el máximo tirano. Hubo temporadas artísticas de verano, mejor organizadas que las de la ACP, en el estadio Juan Demóstenes Arosemena, gratuitas también, a la que asistimos a pie o en bus gente de todas las clases sociales, sin temor a balaceras, robos y asaltos, sucesos también empezados con la narcodictadura, para ver espectáculos de ballet, bailes españoles, teatro, conciertos, folclor..

Conocimos a Vivaldi, pero no al reggae.. Y había emisoras (plural) que concursaban con música clásica.

El daño irreparable que hizo el dictador o los dictadores —desde el bonito hasta el feo— llegó hasta las escuelas publicas: antes de 1968 éstas eran mucho mejores que las privadas, a tal punto que un institutor mediocre se ganaba al mejor lasallista, en cualquier campo, lo que no sucede hoy donde el descuido, el abandono y el desamor (empezados en la década de los 70) es lo que prevalece en ellas.

No dudo que este artículo se concibió con la mejor intención, pero engaña en hacer creer que antes del 68 los gobernantes no ayudaban al resto de la población. Las escuelas públicas estaban mejor que hoy con menor presupuesto, porque ellos mismos tenían a sus hijos en ellas cuando querían una buena educación.

Actualmente, del presidente para abajo, los hijos van a escuelas privadas con mensualidades de mil dólares, mientras nuestras escuelas públicas no pueden siquiera empezar sus clases cuando se anuncian. Me reitero en comentar que el autor debe ser muy joven para haber dicho que “los niños y la juventud de la época tuvimos la oportunidad de ver la luz!”, refiriéndose al aspecto cultural.. “a partir de Omar y su visión...”.

Estoy de acuerdo: hay mucho que hacer, “el romance de otrora”, pero en mi caso, otrora se refiere a antes de 1968, pre-INCUDE, pre-INDE, pre-Omar.

-La autora es jubilada.malfaro2000@yahoo.com

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