• 11/08/2023 17:41

Omar Torrijos Herrera: ¿Por qué sigue siendo tan bien recordado?

‘Torrijos Herrera fue un dictador confeso y converso, pero un fenómeno irrepetible en América Latina’, Felipe González

A 42 años de su extraña y aún sin desentrañar muerte violenta, ¿por qué despierta Torrijos -teniendo enemigos sectarios furibundos- tanta admiración positiva entre un porcentaje muy significativo de la población nacional, aún entre seres tan jóvenes que nunca le vieron u oyeron hablar en vida? ¡Gran incógnita!

Le acompañé, igualmente uniformado, no solo como primo hermano, sino como un subalterno militar y luego un poco asesor y secretario, a partir del año 1962- Primero como un subteniente en David, siendo él mayor jefe de esa llamada 5ta Zona Militar. Su trato hacia mí fue relativamente más riguroso. Sin duda dando un ejemplo de ubicación y disciplina a los demás. Enviándome con el mismo rango mencionado a Puerto Armuelles a remplazar- sorprendido yo- a un capitán enfermo de alcoholismo y habiendo sido asesinado un líder sindical en el propio cuartel, donde ya había un teniente, o sea mi superior que tuvo que sufrir la humillación íntima de recibir órdenes de un inferior jerárquico. Llamé desorientado a David: “mi mayor, llegué al cuartel en El Barú, pero veo que aquí ya hay un teniente antiguo”. Respuesta: ¿Quieres que mande a un sargento que sepa mandar a un teniente?, y me colgó? Unos días después me visitó y me dijo: - ¿me crees injusto por castigar a un oficial ?, ¿por qué él sabiendo el alcoholismo de su jefe no supervisó para que guardias irresponsables no asesinaran a un civil y dirigente sindical?

Había con Omar en David unos 3 capitanes y como 4 tenientes; ¿por qué elegirme para esa área que siempre fue sede de un capitán? Creo que ya había escaneado en un año en esa provincia que igual que él, yo tenía un sentido político como para dirigir la Guardia Nacional en esa región complicada, donde estaba la sede de la United Fruit Company y un sindicato roncón y ocurrían tantos conflictos serios. Por ello me dijo luego: “busca arbitrar entre esa gallina voraz, pero con huevos de oro y la dirección obrera, que con razón exige un trato digno luego de aberraciones de la empresa”. 

El capitán de ese destacamento en Puerto Armuelles tenía un excelente chalet gratis y mi salario quedaba con los descuentos por la mitad y ya tenía una hija. De la compañía me avisaron que la casa estaba lista y equipada: “mi mayor, de la empresa me llamaron para ocupar el chalet del capitán que sacaron por el crimen del obrero” Su respuesta telefónica: ¡Tómala, te corresponde como nuevo jefe militar! Y yo: ¿Si la tomo en plena zona de viviendas de jefes gringos, cómo voy a arbitrar? Él: “Vea la vaina; te estás jodiendo tu mismo, allí te dan de todo y no pagas”. Y luego agregó: “alquila una casa en el pueblo donde vivan por ejemplo educadores”. Le dije que el presupuesto no me daba. Dijo que buscara la vivienda y él me la pagaba desde David. Elegí un chalet sencillo y cómodo cerca del estadio y a tres cuadras del local sindical. ¡Cuánto me ayudaría mi actitud al llegar el 9 de enero de |964! La gente se revolvió tanto que crearon pánico entre los jerarcas y ejecutivos estadounidenses y sus hijos y secretarias, quienes sumaban como cien almas gringas.

La explosión y gritos de ¡Yankis go home!, con unos 5 mil obreros y estudiantes crearon razonable amenazas y miedo entre los estadounidenses viendo esa muchedumbre airada rodeando sus casas. El propio General Vallarino además de Omar en David me dijeron: “tocan un solo estadounidense o hacen daño a una mujer de ellos, y ya el Comando Sur tiene 2 aviones Hércules con paracaidistas tipo comandos para aterrizar en Puerto Armuelles”. Pude sortear esa prueba de fuego por mi conducta diferente. Responsabilicé a Efigenio Araúz, secretario general: ¡los guardias no saldrán contra el pueblo, y a ustedes solamente los oyen, para que no haya muertos o heridos!, y le pedí fuese conmigo a hablarles a los cabecillas, aclarándoles que también yo era un panameño airado por los abusos en la capital y Colón, con muertos y heridos. 

Me dijo que él no podía ir y le pedí a un directivo que me buscara yendo desarmado a tratar de calmarlos. Me mandó el vehículo sindical y a un dirigente sindical y tras tolerar amenazas e insultos acepté que protestaran fuertemente en la zona exclusiva y que luego de hacerlo se retiraran. Rompieron vidrios del comisariato, quemaron un jeep de la empresa y gritando se retiraron del área luego de la medianoche. Pedí entonces al gerente local míster Jonhson aprovechar esa madrugada todos los trenes ejecutivos y de cargar frutas y sacar a todos los estadounidenses y varias familias de los pilotos ingleses de fumigación hasta llegar a Golfito en Costa Rica donde tenían operaciones. Tipo 2:30 a.m. llamé a David: "Mi mayor, no queda un gringo en esta población". Tal accionar me hizo ganar el rango de teniente, entre una veintena de aspirantes.

Vuelvo a mi pregunta inicial: ¿Por qué aún se le recuerda tanto y de modo tan diametralmente opuesto al desprecio generalizado que tiene hoy la clase política? Antes de dejar como una posible explicación una anécdota de Omar que solo la supe de los labios del sacerdote Carlos Villalobos, capellán y amigo íntimo del General, me permito unas digresiones: ¿Cómo logró Omar no solo liderar el complejo proceso negociador que nos devolvió la soberanía- siempre bajo el paraguas del Pentágono, sino trabar amistad con intelectuales, varios prominentes izquierdistas, como Eduardo Galeano, Julio Cortázar, además de su complicidad conspirativa histórica con el nobel García Márquez o el inglés Graham Greene? Leí con suma extrañeza luego de la muerte de Omar que el expresidente colombiano López Michelsen escribió: “Torrijos fue el ser más inteligente que conocí en toda mi vida política”. ¿Hablar así de un militar, dictador y solo bachiller?

-¿Qué es finalmente inteligencia?”. Exploro en la Real Academia Española y la define así: “La capacidad de percibir los propios sentimientos y comprender los sentimientos de los demás”. Y agrego algo un tanto insólito: Una amiga psiquiatra venezolana ante mi pregunta treinta y cuatro años atrás; Alicia (San Miguel), ¿cómo defines que es inteligencia? Me miró extrañada y dijo: no puedo responder tu pregunta; pero si de algo te sirve, en La Sorbona en mi posgrado alguien preguntó lo mismo a un eminente profesor que dijo: ¡Esto le escuché a un maestro mío!: “Inteligencia es la mayor calidad de respuesta en el menor tiempo posible frente al problema más inesperado!

Y finalmente, a cien por hora la prometida anécdota sobre Omar narrada por el sacerdote: “El General estaba recorriendo las fincas bananeras del exitoso y rico empresario Humberto Flores por Bocas y Barú, y llamó por radio a Coclesito donde yo laboraba para que estuviera listo que una avioneta me recogería y me llevaría a hablar con él en Farallón; llegué un rato antes que él que andaba en su helicóptero. Al llegar me dio una palmada y me dijo: “Carlos, deseo que me digas como panameño, como religioso, si crees que debo aceptar la propuesta de Humberto Flores, que me dijo a cuatro ojos, “Omar, al lograr tú que la frutera nos cediera tierras para cultivar como independientes el banano y vendérselos a esa empresa, lo cuidé todo con esmero y por eso hoy tengo dinero para heredarle a mis hijos y nietos; en cambio tu saldrás jubilado, pobre y lleno de enemigos. Por favor acéptame que te de como amigo y de buena fe sin pedir nada a cambio una suma mensual de cuatro dígitos a nombre de quien me indiques y en el banco que elijas”. ¿Debo aceptar eso Carlos?; piénsalo bien y solo me respondes al bañarme y bajar a tomar una copa de vino. 

El sacerdote me agregó que le dijo al General- ya a unos ocho años de su muerte, que ante aquella pregunta delicada él le respondió: “Tómele su oferta a Flores si intuye que se lo dijo con franqueza y luego de pagar sus impuestos; usted sabe que este país fue una rebatiña desde 1903 y de allí se formó la gran burguesía que mandó Panamá hasta antes de 1968”; y sabe coronel Díaz, ¿que respondió el General, luego de alejarse en chancletas unos pasos y recoger unas piedritas y lanzarlas al aire frente al mar? Lo escuché expectante. Y añadió el Cura: Me dijo, ¿Carlos, tú sabes que en esas fincas independientes hay sindicatos y donde Flores hoy hay buen trato a los obreros y armonía? Y yo le dije que sí lo sabía. Y entonces el General me agregó: ¿Y podrías imaginarte si en un par de años hay un conflicto en esa finca con un muerto y debo mandar tropas al área, lo haría como Comandante o como socio de Flores? Lo único que le agregué al General fue: “oiga, a usted si le gusta buscarle la quinta pata al gato”. El me respondió: ¡Mejor duermo sin fortuna, pero en paz!

Esa actitud de total desapego material de Omar tal vez la puedan ver en otros gobernantes las generaciones nacionales en uno o dos siglos, según vemos hoy las cosas.

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