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- 28/01/2023 00:00
En oriente chiricano
En oriente chiricano, a falta de médicos y hospitales, había dos curanderas: doña Esmeralda y doña Juliana. Doña Esmeralda se ocupaba de examinar los orines de las personas y doña Juliana atendía otros problemas de salud.
Allá, por los años 1930, dos enfermos de una pulmonía fulminante, Santiago y Balbina, mayores de edad con hijos. Doña Juliana llamó a su hijo menor, pero con 18 años, Victorio, le entregó una escopeta. “Vaya a la quebrada, en los algarrobos descansan los gallinazos. Tráigame uno sin tardar, que lo necesito”.
Victorio salió con su escopeta al hombro y al correr la hora regresó con el gallinazo muerto. “Tome, mamá, como usted me pidió. Si desea otro, me avisa”. Al instante doña Juliana desplumó el ave y lo abrió, sacó del interior el hígado del gallinazo, lo lavó y lo puso a freír, después de frito hizo un té y llevó dos tazas de esa bebida a los enfermos de pulmonía. Al día siguiente repitió la dosis. Al tercer día, Santiago y Balbina estaban sentados a la mesa con sus hermanos, que los recibieron con un aplauso. Obra de doña Juliana, la curandera de oriente chiricano.
Hoy, ya San Félix cuenta con un hospital, gracias al esfuerzo y a la iniciativa del joven Carlos Cozzarelli, nieto de doña Juliana Rodríguez, la curandera de oriente chiricano, fallecida el 3 de marzo de 1948 en su pueblo natal.