• 03/11/2018 01:00

Castilla del Oro

Pedro Martínez Cubillas, sin ser historiador, aborda con las herramientas de la heurística y la hermenéutica el devenir de la conquista y colonización de Castilla del Oro

La patria es el lugar de los afectos, allí lloras, ríes y trabajas, allí siembras las raíces compartidas de las ilusiones. La patria es el hogar, la memoria e identidad.

Panamá, es también la patria del español Pedro Martínez Cutillas, como Cristóbal Colón, se enamora de su mar cristalino, del verde voluptuoso, de sus lluvias interminables y silencios largos. Panamá tierra de promisión, de aguas vivas, lo bautiza con sentimientos inéditos y en él, nacen con las ninfas del Chagres nuevos recodos, en los cuales anidan emociones que hacen de Pedro Martínez Cutillas un panameño. El amor por la nación ístmica, lo expresa con dos libros excepcionales Panamá Colonial, Historia e Imagen (2006) y Veragua en el siglo XVI. Historia e imagen (2010).

Pedro Martínez Cubillas, sin ser historiador, aborda con las herramientas de la heurística y la hermenéutica el devenir de la conquista y colonización de Castilla del Oro. Panamá es la tierra codiciada de Balboa, Pedrarias, Gaspar de Espinoza y Francisco Vázquez. Aquí Pizarro acuerda la conquista del Perú. Panamá es el centro logístico para la expansión española en el Pacífico americano. Y de todo eso, se ocupa, con devoción de bibliófilo, Pedro Martínez Cubillas.

Cristóbal Colón, en el cuarto y último viaje por el Caribe, arriba al litoral panameño. El encuentro con Quibián lo deslumbra, con el tan ansiado auristán, la tierra del oro. La lettera rarísima, del 7 de julio de 1503, determina a Panamá, como la ruta del dinero fácil, nace la quimera dorada, y a los Reyes de España se le dispara la avidez y le dan el nombre de Castilla del Oro. Panamá es la escuela de los conquistadores, los hombres de la espada, la pólvora y la cruz, aquí desnudan las ambiciones. Los ríos de sangre y fuego tiñen el suelo del istmo; Pedro Martínez lo narra con precisión.

El Requerimiento.

Llegaron en horda,

Llegaron para llegar

Para robárselo todo.

Llegaron para robarse el aire, el agua, los pájaros,

Para quedarse con la tierra.

Llegaron como cuatreros,

Con sus guerreras, sus naves, sus arcabuces.

Llegaron imperiales a partirlo todo:

Los matorrales, el manglar,

El polvo,

El bambú, la ladera.

Borrachos, violadores, magnánimos, brutales.

Llegaron para llegar, para no irse.

Llegaron llegando,

A desmantelar el bosque,

A armar la empalizada,

A construir la cerca.

El Requerimiento llega con la Armada de Pedrarias y se aplica, inmediatamente, en nuestras tierras en 1514. El documento de vasallaje con fundamentos teocráticos, justifica el genocidio de los aborígenes, la esclavitud y lenta agonía. Me recuerda ‘la Causa Justa' de la invasión estadounidense en 1989.

La ciudad de Pedrarias es el centro de conquista de la región central del istmo panameño. Se funda Natá como plataforma para el dominio de Veragua. Gaspar de Espinoza, es el hijo del diablo, su crueldad carece de límites. La épica de los aborígenes es de antología, primero Quibian, luego Natá, París, Escoria, Estíber, Chochama, Cherú, Guarare, Usagama y el invencible Urracá.

Los Hércules de Veragua defienden con arrojo e inteligencia estratégica sus tierras, centenares españoles perecen en las acciones bélicas. La tenaz lucha solo es vencida por la tecnología sanguinaria, armas de fuego, caballos y perros. Durante 40 años se da la gran épica indígena contra los españoles en Veragua. Aztecas e Incas son doblegados rápidamente. La actual población del Tabasará y el Doboteme son los herederos de ese legado de héroes. Mama Chi (1960) es la voz contestataria de la nueva lucha contra la explotación de sus recursos.

Hacer las Américas

La lengua de las preguntas.

Desde el inicio fue el oro,

La pregunta por el oro,

La ruta para llegar al oro,

La fuente de hacer oro.

Solo le importaba saber del oro.

Por eso cruzó el mar.

No por llegar al otro lado del mar,

Sino por el oro.

Los conquistadores sueñan con hacerse ricos y poderosos, Veragua y la riqueza aurífera despierta el huracán tormentoso de las pasiones humanas más extremas, matar, robar, mentir, es la avaricia disfrazada de la evangelización. Al explotar las minas con esclavos indios y negros, desarrollan el juegavivo, la ley se acata, pero no se cumple. Aplican la política del ‘caramelo envenenado'.

HISTORIADOR, ESCRITOR Y DOCENTE.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA: MARTÍNEZ CUTILLAS, PEDRO. VERAGUA EN EL SIGLO XVI. HISTORIA E IMAGEN / SALAMANCA: EDICIONES BALBOA, 2010, 543 P. IL. NOTA. LAS PINCELADAS POÉTICAS SON DE CRISTAL ENTRE LA LUZ DE MANUEL ORESTES NIETO.

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