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- 05/10/2018 02:03
Uniendo fuerzas por la educación en Panamá
Panamá es una república que por sus características de país de servicio con un desarrollo económico pujante y múltiples proyectos de gran envergadura, debería contar con un sistema educativo de primer mundo. Sin embargo, año tras año tenemos las mismas situaciones difíciles, tanto para los familiares como para los docentes y estudiantes.
Las millonarias inversiones en reparaciones de estructuras escolares no se ven reflejadas en su totalidad como debieran. Ciertamente mucho tiene que ver con la incapacidad de algunas de las empresas contratadas para mejorarlas. También por la falta de responsabilidad en la supervisión de los trabajos por el Ministerio.
Siendo Panamá el país número 50 en el Índice Global de Competitividad 2017-2018 en economía, en calidad de la educación en ciencias y matemáticas ocupamos la posición 112 entre 137 países, según el Foro Económico Mundial. El Informe señala que ‘Panamá ha presentado importantes avances en materia de competitividad, mostrándose como un país emergente y con una economía dinámica; pero donde la percepción de un engranaje público corrupto y burocrático y la baja calidad en la educación, son dos de los temas que deben evaluarse con especial cuidado'. En materia de educación, pues, falta mucho por hacer.
Estas graves desigualdades no permiten que nuestro país avance de manera equitativa, y contribuye a la inequidad existente. Es importante enfatizar la formación integral, no solo de conocimientos, sino valores fundamentales para la vida en sociedad. Ello contribuiría a disminuir, en cierta forma, la incidencia de graves problemas sociales que nos aquejan, como la violencia, drogadicción, delincuencia por mencionar los más importantes.
El problema de la educación pública en Panamá, tiene muchas aristas. Incluye el perfeccionamiento docente, estructuras escolares en buenas condiciones, renovación de los planes de estudio acordes con las exigencias del mundo que nos rodea y participación de la comunidad educativa en la definición y el logro de las metas. La educación es una cuestión de toda la sociedad.
La enseñanza del siglo XXI exige docentes con una formación integral enriquecida con valores, basada en la excelencia, de manera tal que puedan enseñar lo propio a los estudiantes. Ello incluye desde la transmisión de contenidos académicos de primer mundo, a la orientación y apoyo del alumno, generando las condiciones para que sea este el que construya su propio conocimiento, en base a los programas académicos.
La sociedad del siglo XXI requiere individuos creativos, emprendedores, críticos, competentes, con altos dotes y valores morales, que se adapten a ambientes laborales diversos, utilizando las bondades de un mundo altamente digitalizado.
Hay otros muchos ámbitos nuevos que explorar y desarrollar desde la escuela. La educación emocional en edades tempranas, y que debe seguir el resto de la vida, permite al individuo afrontar mejor los retos del futuro y tiene como finalidad el desarrollo del bienestar personal y social. En una sociedad como la nuestra, donde la violencia doméstica y la inseguridad pública campean, es imperativo formar jóvenes con valores morales y conciencia, respeto a la vida y dignidad humana.
Dicha educación contribuiría en gran medida a generar un grado óptimo de bienestar social. Es decir, reemplazar un sistema educativo basado en el control e instaurar uno de empoderamiento para el desarrollo humano sostenible.
Para ello debe existir conexión y cooperación entre Gobierno, familia, escuela y comunidad. En contraste, parece haber una dosificación inadecuada de los contenidos académicos para las materias fundamentales de lectura, escritura, desarrollo de habilidades y del idioma inglés. En ellas, los alumnos de primaria llevan grandes deficiencias a secundaria. Se hace necesaria una metodología para que el alumno adquiera conocimientos que en un futuro cercano incidirán en su aplicación en situaciones reales. Se trata de formar a ciudadanos, no solo profesionales eficientes.
Se trata de mejorar el proceso, un sistema educativo abierto a la comunidad y basado en aprendizajes colaborativos que involucran a toda la sociedad en aprendizaje colaborativo. La labor de este sistema no es formar a personas únicamente para ser útiles a un mercado, sino capaces de desenvolverse en todos los niveles sociales, políticos y económicos.
Un aspecto sumamente importante en los planes de Gobierno para la próxima contienda electoral de 2019, es la formación de ciudadanos con conciencia cívica, con una imagen clara de sus deberes y derechos como tales, del respeto y defensa de la democracia, como forma de vida y del papel protagónico que tienen los mismos en la elección correcta de quienes dirigirán los destinos del país, basado en las mejores propuestas. Unamos fuerzas para alcanzar esos objetivos.
ABOGADO