• 17/03/2013 01:00

‘La Iglesia siempre tiene el papa que necesita’

V engo de un hogar ecléctico en materia religiosa. Mi padre era agnóstico, mi madre, una fervorosa creyente católica. Me pidió cordura y...

V engo de un hogar ecléctico en materia religiosa. Mi padre era agnóstico, mi madre, una fervorosa creyente católica. Me pidió cordura y ecuanimidad hacia la Iglesia Católica, al enterarse de esta columna. Por el respeto que le mantengo; igual a los 1,200 millones de fieles, seré medido en mis pensamientos. No me alejaré, eso sí, de las toneladas de tintas que intentan explicar la abdicación del Sumo Pontífice Benedicto XVI.

El 28 de febrero pasado, a las 8 de la noche, la sede de San Pedro quedó vacante, renunció de su pontificado, abandonando la tiara de tres coronas, a los 85 años, tras ocho de pontificado, Benedicto XVI. El portador de esta noticia fue el jesuita Federico Lombardi. Representa el doscientos sesenta y cinco avo papa, sucesor de Karol Wojtyla, —Juan Pablo II— luego de 26 años de papado; cansado y desgastado por los enfrentamientos entre la iglesia progresista y la conservadora. Benedicto XVI, es un teólogo avanzado, conservador y dogmático, intelectual e introvertido. Esta sorpresiva dimisión, leída en latín, ante un grupo de cardenales, creó consternación en el ámbito mundial. El Cónclave de Cardenales, eligió su sucesor, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, tímido, humilde y sencillo, hincha de San Lorenzo de Almagro, de comer solo y tomar mate; este jesuita que se moviliza en Buenos Aires en transporte público. Apegado a la línea conservadora eclesiástica y en contra del despilfarro de la riqueza nacional y las vestimentas y ritos suntuarios eclesiásticos. ¡En hora buena su Santidad!

Los ocho años de su pontificado los dedicó a realizar lo que pensaba: evangelizar a Europa —motor del catolicismo, ordenar las finanzas y luchar por reintroducir la misa en latín y la ortodoxia firme en las cuestiones morales. Como su antecesor, que luchó contra el aborto; el matrimonio homosexual y la violación del celibato sacerdotal. Estas posiciones le crearon conflictos internos en el seno de la iglesia.

Cuando lo eligieron se comprometió a destapar el escándalo de los curas, religiosas y educadores pedófilos, tolerados durante el pontificado anterior. El papa quería destapar la caja de Pandora. El último gran escándalo fue el llamado ‘VATILEAKS’, que llevaron a descubrir la traición del mayordomo personal del pontífice, Paolo Gabriele, que robaba documentos de los aposentos pontificios y los filtraba a la prensa.

Su pontificado será recordado por el individualismo y rivalidad entre la vieja guardia, liderizado por Angelo Sodano y Tarcisio Bertone, genovés, salesiano y ambicioso, amo de la diplomacia y señor de las finanzas. Benedicto quiso combatir el tormentoso pasado y presente del Banco del Vaticano, que se ajustara a los cánones europeos de transparencia. Este momento oscuro de la iglesia no ha sido el único. El tormentoso pasado y presente del Banco del Vaticano, inclinó a Benedicto XVI a designar a su amigo personal ETTORE GOTTI TEDESHI, Opus Dei, para depurarlo por las investigaciones de lavado de dinero y revelar nombres de cuentas cifradas. Este resultó desterrado del Vaticano. De ello se encargo Bertone. Hoy sustituye las riendas del Banco el abogado y Barón alemán Von Freyberg, caballero de la orden de Malta.

El último papa que renunció fue en 1415, hace más de 606 años. Han renunciado seis, Ponciano (235), Silverio (537), Gregorio VI (1046), Celestino V (1294), Gregorio XII (1415) y Benedicto XVI (2013).

Uno de los cardenales argentino que se mencionaba triunfó sobre los italianos, brasileros, africano y canadiense. La vida de Joseph Ratzinger será una vida enclaustrada y retirado en un exconvento de monjas que se le arregla en los jardines del Vaticano, en compañía de la llamada Familia Vaticana, formada por su secretario, monseñor Georg Gänswein, y cuatro laicas consagradas, dedicados a su afición, la escritura, y tertulias con su biógrafo alemán, Peter Seewald.

Cada sucesión en el trono de Pedro es una jornada de fuego para los movimientos más poderosos de la Iglesia y puede alterar la relación de fuerzas de la Iglesia. Me refiero al OPUS DEI fundado en 1928 en España; para Regnum Christi fundado en 1941 en México, para Comunión y Liberación fundado en 1954 en Italia; y para Camino Neocatecumenal fundado en 1964 en España.

Benedicto XVI fue un hombre de contados fieles. Se fue quedando solo. Sin servidores, sin mano derecha, Bertone, que ya no le obedecía. Requirió de una decisión radical para proteger a la Iglesia. Que sus reformas sobre la pederastia y las finanzas sobrevivieran a su papado y que las divisiones no llevaran al Vaticano a una guerra abierta entre dos bandos. A sus espaldas le preparaban la cama. Por eso dimitió, la decisión más extrema, pero la única que acaba con las batallas. Al eliminar el liderazgo actual del Vaticano, el suyo, el de Bertone y el Sodano. Una crucifixión para salvar a la iglesia y alistar todo para que Francisco profundice su camino. La vía libre a alguien más fuerte para limpiar el Vaticano. Su abdicación es un gesto revolucionario, por inédito en épocas modernas. ¡Golpe Maestro!

ABOGADO.

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