• 11/12/2023 14:12

Pasiones sin compasión

La minera es un capítulo en esta historia mientras que hemos convivido por décadas con la enemiga del pueblo, de la nación: la corrupción

El 2023 llega a su final y con sentimientos encontrados lo voy despidiendo. Diciembre cierra un año difícil en muchos sentidos pero como todos los años aparecerán el Niño Dios y San Nicolás, los arbolitos navideños, el ron ponche, los tamales y todo lo que es tradicional en estas fechas. Y durante unos días, hasta que nos llegue la dura realidad de un 2024 con deprimida situación económica y la campaña electoral, estos días deberían dar tregua a los sinsabores del 2023.

Durante más de un mes de violencia e inestabilidad social que en principio desató el contrato entre el gobierno y Minera Panamá, S. A. también fue propicio para mostrar rechazo a la gestión de gobierno. En pocos meses llegará a su fin este período presidencial y no veo en el horizonte nada que podría cambiar el rumbo que tomó y mantiene. El PRD, su partido insignia, está maltrecho y por todas partes muestra rajaduras. Hasta aquí esta opinión. No es mi intención abonarle el camino a ningún partido.

Me siento obligada, en este escrito, a sacarme de dentro lo que he observado durante estas convulsionadas semanas. Uno de los propósitos de este escrito es señalar lo que califico de pasión sin compasión. Lo que observé y sigo observando con vergüenza y pesar, es el desborde en las redes sociales de pasiones bajunas, de burlas crueles; de lo aberrante que es que haya ciudadanos que gozan mofándose de la dolencia física de alguien y de desearle males mayores; de memes infames, violencia verbal, palabras obscenas, irrespetuosas, irresponsables, de acusaciones tan groseras y temerarias que son muestras de ignorancia.

Estas expresiones rebajan al que las usa y demerita, rebaja la lucha de miles de ciudadanos contra la Ley 406, lucha que despertó unidad, organización y alcanzó voluntades de frontera a frontera. Soy ambientalista y antiminas a cielo abierto tal como lo dije en el artículo “Opinión sostenida” que escribí hace 13 años sobre la mina en Molejón durante el gobierno Martinelli.

Pero entre ese ayer y el hoy, para bien y para mal, ha sido determinante el fácil acceso a las redes sociales. Así, jóvenes, adultos, tercera edad, políticos, estudiantes, profesionales de distintas ramas, educadores, obreros, etc. conformaron grupos y organizaron exitosas actividades para manifestar el rechazo al polémico contrato con Minera Panamá, S.A. Pero también hubo violencia, vandalismo, muertos, heridos, pérdidas en muchos sentidos, perjuicio para agricultores, empresas, estudiantes, enfermos, etc.; fueron días de angustia para todos. Vimos nutridas actividades con paz, orden y alegría a diferencia de hechos violentos, algunos claramente cometidos y “fogoneados” por grupos cuyos fines, conocidos y de vieja práctica, son siempre “pescar en río revuelto” y que como no son novedad, eran de esperarse.

No es necesario detallar aquí lo ya sabido y réquete explicado, comentado y criticado; tampoco sobre el fallo de la Corte Suprema de Justicia ampliamente aclarado por calificados juristas. No va por ese camino este escrito y lo que toca ahora es estar “ojo al Cristo” para asegurarnos de que cada paso represente para Panamá la defensa de lo que toca defender.

Vale preguntarse, y pregunto, ¿cuántos de esos que ahora (de todos los niveles) se sienten tan patriotas, tan buenos, honestos ciudadanos, defensores de la verde Panamá y ondeando nuestra bandera, han ofrecido o recibido coimas; cuántos tiran la basura a orilla de las calles; cuántos cambalachean su voto por un jamón, por $20 dólares; cuántos se benefician ilegalmente con el “cash back” en las planillas de los diputados y otros funcionarios; cuántos han faltado al trabajo con certificados médicos comprados en clínicas también inescrupulosas; cuántos evaden el pago de impuestos; cuántos maltratan a su mujer; cuántos de los empresarios y empleadores en general se embolsan las cuotas de Seguro Social de sus empleados, etc.? Me deja sin palabras ver y leer a personajes sin autoridad moral, convictos de saquear los bienes del Erario, atacar unos, defender otros, el contrato con Minera Panamá. Pero ¡ah ingenuos! La minera es un capítulo en esta historia mientras que hemos convivido por décadas con la enemiga del pueblo, de la nación: la corrupción con la que tranquilamente asentada en el poder nos permitimos tolerar y hasta celebrar al decir “robó pero hizo”.

Lo del cierre de la minera y el litigio que provocará seguirá su curso en otras esferas. Pero aquí, entre nosotros, somos pasivos ante el mal crónico, cáncer maligno que nos corroe y que muy cómodamente achacamos a los gobernantes. ¿Quiénes los elegimos? ¿Cómo logran que votemos por ellos? La corrupción tiene mil rostros, se disfraza, nos conquista. ¿Nos hemos puesto a pensar que con el mismo entusiasmo y la fuerza antiminas que se mostró podemos, en las elecciones de mayo 2024, deshacernos de corruptos diputados apoltronados por décadas y enriqueciéndose con toda clase de chanchullos; de funcionarios ineptos y otros, probadamente pillos y hasta condenados (alcaldes, diputados, representantes de corregimiento)? Podemos expulsarlos el 5 de mayo 2024. Entonces se verá en las urnas si solo fuimos pasajeramente emocionales antiminas. O si con igual empuje triunfará nuestra voluntad para elegir un gobierno que nos honre. La autora es comunicadora social .

La autora es comunicadora social.

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