• 26/01/2012 01:00

Somos lo que pensamos...

L o que repetimos constantemente lo llegamos a creer, las frases interiores formuladas nos preocupan, terminan controlando nuestras cond...

L o que repetimos constantemente lo llegamos a creer, las frases interiores formuladas nos preocupan, terminan controlando nuestras conductas, responsables de nuestros estados emotivos.

Lo que sentimos depende de lo que pensamos, no de lo que nos sucede. Podemos pasar momentos terribles, no obstante si controlo mis emociones, puedo superarlo. Seremos felices o infelices, si nuestra actitud mental es positiva o negativa.

Si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, controlaremos nuestra vida.

Hay gente que todo lo encuentra negativo, se queja de todo y nos quitan energía. Al trabajar positivamente en nuestra recuperación, sin compadecernos, salimos adelante. Debemos recuperar el control de nuestras emociones, desechar lo negativo. De nada sirve perder el control, sumergirnos en la desgracia de una pena infinita. A nada nos conduce hundirnos en un sufrimiento infructuoso, demoledor emocionalmente. Canalicemos nuestras energías en acciones positivas para sentirnos bien, aunque la realidad sea dura, difícil.

Cuando logramos una meta difícil somos felices. El presente es lo único que tenemos. Saquemos lo ‘útil’ de lo vivido, aprendamos del pasado. Cada instante de la vida tiene sentido, si aprendemos de él. Sufrir inútilmente es absurdo, cultivemos hábitos sanos, sin amargarnos, lo que no podemos conseguir, no tiene por qué destruirnos.

Somos humanos, nos equivocamos, la madurez se encuentra cuando aprendemos de nuestras equivocaciones, logrando que no se repitan en el futuro.

La inutilidad del sufrimiento: De niños nos enseñaron a sufrir. A fijarnos en lo negativo, no en lo positivo. En las familias había muchas mujeres sufridas, las pobres, todas eran mártires, se quejaban tanto, siempre.

¿POR QUÉ NOS ENSEÑARON A SUFRIR?

Si eras feliz, te castigaban, se molestaban, envidiaban tu buena suerte. La sociedad de consumo impera, nunca podrás tenerlo todo. Muchas personas te aceptan por lo que tienes, no por lo que eres. No tenemos control sobre otros, pero siempre podemos controlar nuestra vida, dejar de sufrir ‘inútilmente’.

Observemos nuestro alrededor, la gente es feliz o infeliz, no por lo que le pasa, sino por su actitud ante los eventos. El sufrimiento inútil es doloroso. Si perdemos la confianza, todo se desmorona. La conquista del futuro es vivir con alegría, esperanza, ilusiones, metas constantes: aprender a ser felices dentro de nuestras limitaciones.

No perdamos la esperanza. Sin esperanza perdemos la fuerza que nos mueve hacia nuestros objetivos. Estamos en un cambio permanente, crecimiento, superación y adaptación. Todo lo aprendido lo podemos desaprender.

Las personas de nuestro alrededor pueden favorecer o entorpecer nuestra búsqueda de la felicidad, pero no son responsables de ella.

El amor tiene explicaciones, misterios, grandezas, miserias. No confundamos deseo con necesidad. No tengamos miedo al dolor, al sufrimiento cuando es inevitable, todo pasa.

La felicidad está en nosotros. La capacidad de amar está dentro de uno mismo. Somos dueños de nuestra felicidad, no la pongamos en ‘manos de otros’.

La vida no termina cuando acaba un amor. El sufrimiento inútil provoca un desgaste inmenso, emocional y físico causa irritabilidad, derrumbe psíquico, malestar constante, pérdida de energía, falta de adecuación, afectando las funciones intelectuales. El sufrimiento destruye y el miedo activa mecanismos fisiológicos dañinos, inseguridad, malestar y bloqueo.

Nuestros fracasos nunca son absolutos, nuestra valentía y perseverancia cuentan.

La confianza después del fracaso permite levantarnos, reconstruir nuestra vida. Visualizarnos positivamente, conocer nuestras posibilidades y debilidades, premiarnos de vez en cuando, aceptar que no somos perfectos, ni podemos controlarlo todo, mantener el humor, relajarnos, sonreír a la vida.

El psicólogo creativo del Flujo, Mihaly Csikszentmihaly, sostiene que la felicidad no depende de los acontecimientos externos, sino de cómo los interpretamos y determinamos nuestra calidad de vida. El Flujo es el estado en que rompemos con el tiempo y el espacio y sentimos la alegría de vivir.

PSICÓLOGA Y DOCENTE UNIVERSITARIA.

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