• 02/07/2018 02:03

El plagio: una decisión consciente

Elecciones como la de Gloria Melania Rodríguez ‘hacen daño a la literatura nacional y a la creación literaria infantil'

En medio de los partidos del Mundial y los espectáculos del juicio por pinchazos en la Corte Suprema de Justicia, conocimos de un desagradable acontecimiento en el mundo literario nacional. Ya hace unos años traté este tema del plagio, por lo que reproduzco aquí algunos párrafos para darle contexto al tema.

Para la contienda electorera del 2014, uno de los candidatos utilizó una frase que no era de su autoría: ‘No hablarás mal de otro PRD', que denominó el onceavo mandamiento. Con no enmarcarlo de esa manera, no causaría cuestionamientos éticos y de probidad, por lo menos en ese renglón de su campaña.

La primera vez que escuché sobre un onceno mandamiento en el discurso político fue durante la década de 1980. Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos por dos períodos desde 1981 hasta 1989, promulgó la frase: ‘Thou shalt not speak ill of any fellow Republican' (No hablarás mal de ningún compañero Republicano). El candidato Reagan la popularizó desde su primera campaña política por la gobernación del estado de California en 1966. Pero Reagan, en su autobiografía publicada en 1990 titulada An American life, da crédito al creador de la frase, el presidente del Partido Republicano de California en 1966, Gaylord Parkinson, quien acuñó el mandato como consecuencia de la cruda batalla interna que se llevó a cabo para entonces. Parkinson la bautizó como el ‘Onceno Mandamiento'.

Como investigador, tengo serios problemas con el plagio, con el uso de las ideas de otros sin darles el crédito debido. La presentación de conceptos, planteamientos o frases de otro origen, deben ser reconocidas y no utilizadas en ningún escenario para ganar notoriedad, seguidores o adeptos sin acreditar al autor o los autores. Es lo ético y responsable, lo contrario es una apropiación injusta; un robo descarado y vulgar que no merece aplauso ni consideración alguna.

En las universidades serias alrededor del mundo, el uso de material ajeno sin acreditarlo se castiga con severidad. En muchas de las más importantes universidades estadounidenses se utilizan sistemas que analizan el contenido de monografías presentadas por estudiantes para comparar su similitud con otras monografías, libros y textos disponibles o publicados, para determinar si ha habido plagio intencional por parte del estudiante o si el estudiante no dio crédito a la fuente de su información. Pueden explorar el sitio www.turnitin.com para tener una idea sobre este tipo de recursos de validación. No hay tolerancia en cosas como esas. A diferencia de acá, en el trópico, en donde es casi normal que los estudiantes (y muchos profesionales), obtengan material escrito de valor para sus trabajos teóricos bajándolos de la Internet o copiándolos de trabajos presentados por otros.

Hace unos años el reconocido escritor y periodista de CNN y de la revista Time, Fareed Zakaria, tuvo que pedir disculpas públicas por el plagio de un material de la revista The New Yorker que había utilizado en su columna el 20 de agosto de 2012. El material tenía mucho parecido a un artículo titulado ‘The case for gun control', publicado en abril del mismo año por la historiadora Jill Lepore. Zakaria dijo que ‘… los medios han señalado que párrafos en mi columna del Time esta semana se asemejan a párrafos del ensayo de Jill Lepore en la edición del 23 de abril de The New Yorker. Tienen razón. Cometí una terrible equivocación. Es un lapsus serio y que es enteramente mi responsabilidad. Pido disculpas sin reservas a ella, a mis editores de la revista Time y a mis lectores'. Tanto CNN como la revista Time suspendieron al escritor Zakaria por algunos días mientras se investigaba, y desde entonces a Zakaria cada cierto tiempo alguien le señala visos de plagio en sus trabajos. Lo que exime a Zakaria es que fue culpa de sus asistentes, los que colaboran con él en las investigaciones de sus trabajos.

No creo en crucifixiones públicas, y al señalar las debilidades y faltas de otra persona creo que debe hacerse con objetividad. Todos cometemos errores, pero hay errores y hay errores. El tema de la ‘escritora' Gloria Melania Rodríguez no fue un error, fue una decisión consciente y repetitiva que tuvo muchas oportunidades de corregir. Esas decisiones hacen daño a la literatura nacional y a la creación literaria infantil. Ella y su círculo cercano deben reconocer esto.

COMUNICADOR SOCIAL

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