• 04/01/2012 01:00

El marketing político

V erdaderamente que hay políticos desubicados, y que les encanta exhibirse, y pasar de ridículos. Hay un ministro de Estado que no escon...

V erdaderamente que hay políticos desubicados, y que les encanta exhibirse, y pasar de ridículos. Hay un ministro de Estado que no esconde, ni siquiera disimula su deseo de ser presidente de este país. Y, como preámbulo a su deseo, en días pasados se paseó por las calles de mi ciudad montado en un descapotable y tirando besitos, cual reina de carnaval. Pero, ¡por Dios! Me parece que ya es tiempo de ser más serios y respetuosos. Este tipo de marketing político no nos conduce a nada bueno. Pero es el marketing político que se nos vende. Y, ¿por qué? Porque bien saben ellos que al panameño de a pie le encanta este tipo de comportamiento debido a la falta de cultura política.

Sustento lo anterior con la ayuda de la revista científica Psicología Política de la Sociedad Internacional de Psicología Política. Alrededor de 800 especialistas de todo el mundo se nuclean en esta sociedad. Los temas que se investigan son múltiples: el proceso mental por el cual se toma la decisión de voto, la forma en la que se procesa la información durante la campaña electoral, el tipo de emociones que se ponen en juego, el papel de los medios, los diferentes estilos de vida y modos de funcionamiento mental de los políticos, los rasgos de personalidad más valorados por el votante en el político, la reacción ante la publicidad negativa, el vínculo entre identidad partidaria e identidad personal.

Hace más de una década, la Psicología Política ha tomado muy en serio esto del votante y del político. Estamos en tiempos de un fantástico salto en el conocimiento científico del cerebro, de la mente y del comportamiento humano en esta materia.

Yo siempre he de creer que los políticos no son unos angelitos. Aunque podríamos encontrar uno que otro que tratan de dar lo mejor de sí. El buen político no permanece en la nebulosa, pensando que los votantes les van a caer del cielo porque tiene labia, o porque es bonito, o porque le gusta tirar besitos desde un descapotable. El buen político se mezcla entre la gente, se interesa en ellos y comienza a escuchar sus deseos y temores, alegrías y problemas, sus emociones y todo el torrente del pensamiento más íntimo y personal del elector. El buen político no se encierra en sí mismo, acorta distancias para no condenarse a una sordera inevitable porque sabe preguntar y vuelve y pregunta, recorre, observa y, sobre todo, escucha. No resuelve de inmediato, lo principal es ayudar a que el ciudadano de su país también sea el protagonista en la solución de sus problemas. Debe descubrir tendencias, inclinaciones, evoluciones, estilos de vida, formas de pensar y de sentir. Esto se logra a través de investigaciones de opinión pública como son las encuestas serias, entrevistas, focus groups y otras herramientas técnicas.

Y, pueda que ese candidato sea popular, pero molesta que algunos crean que las encuestas son algo así como un arma antojadiza que se debe lanzar para dañar al adversario con la popularidad propia, para gritar a los cuatro vientos que van primero, que son los papacitos de pelo en pecho, que son los favoritos, los mejores. Se equivocan, olvidan que el boomerang es justamente un arma arrojadiza que tarde o temprano vuelve buscando la cabeza del que lo arrojó.

Los estudios de opinión pública son para que el político sepa lo que piensa la gente y no para que la gente sepa que el político se cree el mejor.

Hay que exigir que los candidatos a puestos de elección popular dejen de estar vendiéndose como lo que no son, o lo que pretenden hacernos ver: angelitos al rescate de los menos favorecidos. Basta ya de tanta mediocridad y sinvergüenzura. Lo que se debe hacer es por lo menos intentar unas buenas entrevistas en profundidad con las personas más relevantes, representativas e influyentes del pueblo. Y, sacar conclusiones a partir de allí y, que no todo son numeritos aunque los numeritos puedan que sean importantes.

El mundo político suele encerrarse en el circuito cerrado de los partidarios, del entorno cercano, de los que piensan igual. Este encierro es veneno puro para una campaña electoral que en este país empezó al día siguiente de la toma de posesión del presidente actual. Pero este mundo político tiene un antídoto: caminar, escuchar, y trabajar hasta sacarte la mugre.

Pero jamás caminar, escuchar, y trabajar sin sentimientos. Pero, de los buenos sentimientos. Es entregarte con el corazón en la mano y mostrarte con esta empatía hacia el que te dará el voto que tanto necesitarás para llegar a la más alta magistratura de mi país. Solo necesitas capacidad mental e inteligencia, conocimientos en materia de políticas de Estado y estrategias para la resolución de los problemas que nos aquejan e, identificarte fielmente y sin engaño alguno con los 3 millones y pico de habitantes de este país.

Al emitir tu voto el día de las elecciones no debes hacerlo por intuición. Un dato importante es la trayectoria del candidato y qué ha hecho por su suelo patrio. Pero, no desde un cargo público, sino desde la sociedad. Ya sea como profesional, docente, empresario, dirigente social, deportivo, cultural o lo bueno que haya sido. Así evitas que te traten como un tonto útil. Inténtalo y verás…

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA

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