• 10/11/2009 01:00

Los desafíos de una nueva dirección en el PRD

La presencia de una nueva dirección temporal o transitoria dentro del PRD tiene que ser correctamente evaluada para evitar falsas ilusio...

La presencia de una nueva dirección temporal o transitoria dentro del PRD tiene que ser correctamente evaluada para evitar falsas ilusiones. Está claro que no está en sus manos la posibilidad de cambiar la situación de crisis que vive esa organización. Al menos no de manera inmediata. No porque no tenga la voluntad ni el interés de hacerlo, sino porque pesa sobre ella la presencia de un aparato construido durante una década de cultura política clientelar que se va a resistir a ceder su espacio territorial de poder.

El PRD de hoy, de ahora, no cuenta ya con la “ aristocracia del talento “. Muchos cuadros de esa generación han muerto o se han jubilado o sencillamente se echaron a un costado ante la embestida de servilismo, adulaciones y prebendas que caracterizó la gestión de su pasada dirección.

Ese partido dejó de ser un portador de solidaridad, para convertirse en una organización portadora de intereses. Esa pérdida de identidad partidaria le hizo malgastar a su vez sus vínculos históricos con la población y las organizaciones sociales. Hoy, el PRD es una de las tantas agrupaciones electoreras que basan su militancia en la oportunidad de acceder al gobierno.

Toda su estructura está concebida, casi que exclusivamente, para ganar elecciones. El PRD, uno de los principales actores de la democracia, se encuentra en un proceso de descomposición. Porque esa forma de concebir la política se ha agotado y sus ideas se han desfasado. Más cuenta hoy para los cargos de elección, el activista que paga el refrigerio a la puerta de un campo de juego o el que da crédito en una abarrotería que un cuadro político formado en la militancia partidaria. Y no hablemos de cómo el crimen organizado ha penetrado parte de nuestras representaciones en los gobiernos locales en base al financiamiento de las campañas electorales.

Su anterior dirección no supo o no quiso interpretar correctamente los cambios que se venían produciendo en la cultura política de la sociedad. Los partidos políticos se encuentran afectados por la parálisis y la desorientación. La clase política ha quedado rezagada con respecto a la velocidad de esos cambios. El propio sistema electoral es presa de la inestabilidad. Los partidos han sido desplazados del lugar que ocupaban en la formación de opinión.

De allí que la tarea de la nueva dirección transitoria sea descomunal. Su papel es el de crear las condiciones para reformar sus estatutos a la luz de esa realidad social y política y al mismo tiempo garantizar un verdadero proceso trasparente y democrático para la renovación de todos sus organismos de dirección. Aún así el futuro se torna incierto.

La sociedad está en búsqueda de nuevas formas colectivas para hacerse representar. En cada elección ese elemento se hizo presente. Con Rubén Blades, con Alberto Vallarino, con Guillermo Endara y finalmente con Martinelli, que en su caso logró forjar una amplia alianza electoral.

Además, una nueva generación se está posesionando de la vida política del país. Esa juventud, al servicio del cambio social, ha entrado en escena.

Ella es portadora de esas nuevas realidades y tiene en sus manos los instrumentos para abordar los nuevos desafíos y los nuevos conflictos. Bien puede la actual dirección descansar en ella toda su experiencia y estimularla a jugar su papel en la transformación del PRD.

*Miembro del PRD.rvasquezch@cwpanama.net

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