¿Quiénes somos?

Indudablemente, está probado que somos lo que queremos ser en esta vida. Podemos escoger ser felices, valientes, honestos, solidarios, y seguir una trayectoria de la cual nuestras próximas generaciones estarían orgullosas o, podemos escoger lo contrario, y arruinar nuestra vida y el futuro de nuestra familia.

Pero, ¿qué define nuestro futuro? Nosotros, y solamente nosotros. No culpemos nuestra infancia, nuestra familia, o el medio ambiente que nos rodea. Sí, esos factores influyen, pero ¿cuántos individuos han superado con creces esa situación, y han contribuido grandemente a la sociedad con su ejemplo? Podemos ser lo que nos propongamos.

De niños, si bien es cierto, que la influencia de nuestros padres es grande, en los años venideros también vamos forjando nuestro carácter, personalidad y valores con el ambiente que nos rodea: familia, iglesia, amistades, vecinos, escuela...

Entonces nos preguntamos ¿Quiénes somos? A los 18 o 21 años de edad, cuando alcanzamos nuestra mayoría de edad, o tal vez, mucho antes, al ver ciertas actitudes de personas que nos rodean, para bien, o para mal, nos hacemos la pregunta. Aunque algunas personas llegan a mayores y no piensan en las consecuencias de sus acciones.

Sí, muchas veces tomamos decisiones equivocadas, pero siempre tenemos la opción de enderezarnos y recapacitar.

Esta conjetura nos viene a la mente, al meditar profundamente: a dónde va nuestra vida ¿Estamos haciendo el bien o, por el contrario, nos encaminamos a un sendero equivocado?

Avanzamos en nuestro caminar diario, hacienda lo debido con Dios como nuestro guía, siendo solidarios con los demás, protegiendo a los desvalidos, como los ancianos, que, llegando a una etapa tan frágil de su vida, necesitan tanto apoyo, consideración, compañíaa y mimos.

O, por el contrario, nos ponemos una venda en los ojos, y que se ocupen los demás, porque no es problema nuestro.

Pues, la humanidad, el planeta y todo lo que nos rodea es problema nuestro. Cercano o lejano, pero es nuestro mundo. Ese precioso mundo que Dios nos ha regalado, y mantiene para que seamos felices.

Es nuestro deber velar por los demás. Tal vez no tengamos mucho en la parte económica, pero tenemos tanto que ofrecer, porque Dios nos concede y regala tantos dones. A cada uno, individualmente, nos concede bellezas para repartir con los demás.

Hoy día el mundo vive una época muy difícil, por ende, la humanidad tiene que ser solidaria.

En la antigüedad, todo era comunitario. Pero ahora, somos tan egoístas que solamente deseamos acumular, acumular y acumular. ¿Qué nos llevaremos en nuestro féretro? Un pedazo de madera que nos cubre, nada más.

Cuando, en cambio, podemos llevarnos la gran satisfacción de una vida plena, feliz, amorosa y primorosa, para bien de los demás

Esa es la felicidad plena. Eso es lo que somos. Lo que nosotros queremos ser, nada más y nada menos.

¿Quiere usted ser feliz, o no? Hagamos lo correcto, siempre pensando en los demás, y tratando al prójimo como quisiera que lo trataran a usted. Escoja bien a sus amistades, y personas que nos gobiernan.

Regale una sonrisa a doquier, haga feliz a los demás. No es complicado.