• 15/04/2012 02:00

Situaciones reales de la sociedad panameña

N uestros días en Panamá son de incertidumbre para la mayoría de la población con altos costos de vida. Siento como si fuera una doñita ...

N uestros días en Panamá son de incertidumbre para la mayoría de la población con altos costos de vida. Siento como si fuera una doñita y recuerdo que me causaba risa cuando nuestros padres decían que compraban con cinco centavos tal o cual producto de primera necesidad, pues resulta que ahora tendremos que contar como leyendas que el arroz especial costaba $0.36 la libra, la leche $0.70, el combustible de niña lo observaba a $1.70 aproximadamente.

El costo de la vida es alarmante, mortifica a gran parte de la población. Me contaba la directora del COIF al cual asiste mi hijo, que ya no quiere siquiera ir a comprar la comida. Hice como ejercicio comprar la comida semanalmente y al sumar y restar los precios suben en constante. ¿Dónde quedó aquella promesa de campaña de abaratar los costos de la canasta básica?

La canasta básica en su conjunto no es accesible, no tengo la menor duda de que las personas dejarán de consumir ciertos nutrientes, que la niñez corre un grave peligro, cómo una madre de familia, con un sueldo básico, podría tener una buena calidad de vida. Tristemente, hace unos días escuchaba cómo, con dolor, Juana me decía: ‘Me siento tan mal, es que no me alcanza y eso me hace sentir tan impotente’.

En tanto, la clase profesional, que, con mucho esfuerzo, se compra un carrito. El Metrobús es un sistema de transporte que no alcanza a suplir las demandas de toda la población; entonces, resulta que la gasolina está imparable. Esta semana la de 95 alcanza los $4.67 y la de 91 costará $4.32. En la horas pico, por lo menos en el sector Oeste, no se ven casi lo autobuses, puedes observar cientos de autos por un autobús, pero están inconformes con la piratería, pero, si no alcanzan a cubrir la demanda.

Estos son solo algunos problemitas. Hay que detenerse en otro que es grande y delicado, la salud pública, que se mantiene en la espiral de no cumplir con los parámetros de calidad. Escuchas personas inconformes por las citas a través del call center. Ciertamente, tienes que esperar a que te atiendan, para luego recibir la noticia de que la cita es para dentro de dos o tres días, algunos incluso dicen que una semana; adicional, el desabastecimiento de los medicamentos no cambia, y qué decir de los laboratorios, tristemente escuchas que no hay reactivos.

Mientras todo esto acontece, los dolores de cabeza de la población no terminan aquí, existe otro flagelo que nos roba la calma, que nos hace ser prisioneros y me refiero a la delincuencia. Cuando vas por la calle, andas siempre mirando a tu alrededor, sales de tu casa y tienes que tener toda clase de medidas de seguridad y, peor, sabes que en ningún lugar hay tranquilidad, porque no sabes si la persona que está al lado tuyo la buscan para matarla. A ese punto de estrés se vive en la sociedad panameña, ¿o no?

Uno se pregunta el porqué del pandillerismo que crece y se toma sectores de la sociedad que antes eran tranquilos, me refiero específicamente al distrito de Arraijan. Quienes hemos vivido toda la vida aquí, podemos contar que las cosas eran distintas, que no había bandas, que no había ajusticiamientos. Pero, hoy, la situación es distinta, la violencia y el pandillerismo cubren de lutos familias de nuestro querido pueblito.

Ante todo este panorama, la vida se queda en un bus, ¿cómo impulsamos la convivencia familiar? Pasamos horas en un tranque, no alcanza para la comida y a merced de quién están esos niños y adolescentes. ¿Qué distracciones tiene la juventud? Todos son deportistas, no lo creo.

Tal y como vemos, las muestras de insatisfacciones y desasosiego que tiene la sociedad panameña son muchas, y, para terminar nuestro plato de comida, encontramos escándalos de corrupción por doquier, espectáculos políticos de los diputados y altos funcionario que llenan de vergüenza ajena.

Por eso, solicito que se gaste menos en la politiquería, que se ataque el alto costo de la vida y tanta violencia que nos tiene agobiados/as.

PERIODISTA

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