Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 20/05/2010 02:00
El rey desnudo
En el famoso cuento el danés Hans Christian Andersen coloca a un rey en manos de aventureros que le sacan una fortuna por la ilusión de confeccionar uno de los más extravagantes vestidos del que se haya tenido memoria. Se trataba de un traje invisible que —como los truhanes habían hecho creer al monarca— solo podría ser visto por personajes con una capacidad especial.
Terminado el trabajo, el rey, que tenía reservado el vestido para una gran celebración, apareció al frente de una caravana montado en uno de sus mejores corceles con la supuesta indumentaria sobre su cuerpo completamente desnudo. Los súbditos lo llenaron de alabanzas, a pesar de que se daban cuenta de que el rey estaba desnudo. En una gran complicidad, todos callaron al paso del soberano. Nadie osó advertir la realidad que pasaba frente a sus ojos. Fue la inocencia de un niño al exclamar “el rey va desnudo”, lo que rompió la farsa. De inmediato, el murmullo. Luego, la gritería: “El rey está desnudo”.
Martinelli, en menos de un año de gobierno se ha comportado como un monarca sin corona. Ese periodo ha sido suficiente para observar cómo el mandatario ha ido mudando sus máscaras y variando su fisonomía ante el país. Las recientes denuncias, que deben ser materia de investigación de la Procuraduría General de la Nación, han contribuido a mostrar aún más de cerca la desnudez del gobernante. Un gabinete y un equipo de gobierno compuesto por un coro de aduladores, no ha sido capaz de advertir que el rumbo que ha tomado Martinelli daña su imagen interna, complica su capacidad para gobernar y proyecta dudas hacia el exterior sobre la legitimidad de sus acciones.
La campaña de asedio judicial, policial y fiscal contra quienes denuncian sus acciones antidemocráticas y la persecución impulsada por los beneficiarios de la corrupción, deja sin argumento al mandatario. Ha perdido la sostenibilidad contra la deshonestidad que atribuye exclusivamente al PRD. Los militantes de ocasión y la vieja guardia de los partidos de la alianza oficialista han abusado del poder. El dispendio del dinero público es escandaloso. La entrega de migajas a los pobres es solo una forma de mantenerlos entretenidos, como una masa manipulable para las encuestas de opinión. Se ha perdido el imperio de la ética en la función pública.
En ese contexto, el país recibió hace unos días un acabado documento de pluralismo político conteniendo una declaración ciudadana para el fortalecimiento de la democracia. Quedó plasmado que los panameños esperan que Martinelli comprenda que el colectivo social desea vivir en un país con espacios de diálogo nacional, con democracia participativa, con respeto a los valores de tolerancia, libertad de opinión y de asociación y con un ejercicio libre y ético del periodismo.
Los panameños desean vivir en un país donde impere el derecho a disentir, con separación real y efectiva de los poderes del Estado, con un sistema de justicia independiente, donde se rechacen las prácticas autoritarias, los ataques personales y la persecución contra los adversarios políticos. En un país donde se fortalezcan los partidos y su democracia interna y donde cese el método ilegal del gobierno de comprar dirigentes y bases de los estamentos políticos para engrosar temporalmente las filas del oficialista Cambio Democrático.
Hay que reconocer como positivo el paso dado por Martinelli, aunque en forma limitada, al abrir espacios a la sociedad civil organizada y escuchar sus reclamos. Pero ese es solo un sector del amplio espectro nacional. ¿Qué espera Martinelli para sentarse finalmente con la oposición política y abordar, en pie de igualdad y en forma respetuosa, una verdadera agenda de Estado? Es hora de que recupere su categoría de mandatario. La política, en muchos casos, se desarrolla con ensayos y errores. Y todavía Martinelli está a tiempo de corregir sus errores si, en forma genuina y honesta, desea conjurar la actual crisis institucional que está a punto de desembocar en una muy compleja crisis política.
*Periodista.d_olaciregui@hotmail.com